No modificar la tierra ni los campos que rodean las ciudades de los levitas (No transformar los campos en ciudades y viceversa).

“Más la tierra del ejido de sus ciudades no se venderá, porque es perpetua posesión de ellos” (Levítico 25:34 RV60).

Explicación del mandamiento:

Para tomar un poco mas de contexto, como solemos hacerlo, se revisaran unos versículos antes. Levítico 25:32-33 dice:

“Pero en cuanto a las ciudades de los levitas, estos podrán rescatar en cualquier tiempo las casas en las ciudades de su posesión. Y el que compraré de los levitas saldrá de la casa vendida, o de la ciudad de su posesión, en el jubileo, por cuanto las casas de las ciudades de los levitas son la posesión de ellos entre los hijos de Israel.”

Lo que vimos en el mandamiento 341, la relevancia del mandato en la actualidad y su llamado a la fidelidad. Hablamos de las propiedades que se vendían dentro de las ciudades amuralladas, no se podían rescatar hasta después del primer año. Pero una vez que pasara un ciclo de más de un año, es decir, a los 2 años, ya se perdían para siempre; no se podían rescatar. Esto tenía como fin evitar que las propiedades de las ciudades fueran vendidas y que los dueños permanecieran siempre fieles a esos terrenos de esas propiedades, y que no llegaran a quedar en manos de extranjeros.

Bueno, si eso es cierto, ¡cuánto más en el caso de las casas, de los terrenos, de las propiedades de los levitas! Ellos eran la tribu consagrada al Eterno, encargados de servir al Eterno, a los cuales no se les dio una tierra como tribu. Sin embargo, esto no significa que no podían tener casa. Aquí vemos claramente, desde los versículos 32 y 33, que en su momento sí podían tener casas, pero también en algún momento dado podían llegar a venderlas.

La finalidad de este mandamiento, era que estas ciudades permanecieran, o estas casas permanecieran, en propiedad de aquellos que iban a tener mucho mayor respeto y consagración por la tierra de Israel. Porque la tierra de Israel siempre habría de ser habitada por extranjeros, por otros residentes; algunos de ellos se habrían de enriquecer y tendrían la facilidad de comprar tierras. Pero en el caso de los levitas, la idea era que no fuera así. ¿Por qué? Porque ellos, al estar consagrados al Eterno, el único valor o propiedad que tenían eran sus propias casas, los terrenos que se les habían asignado dentro de las ciudades de ciertas tribus.

El equilibrio entre lo urbano y lo rural: Una reflexión para la sociedad actual

Es decir, si los levitas perdían estas propiedades, prácticamente quedaban sin herencia alguna para sus descendientes, y esto iba a complicar más la situación económica. Por si es complicado, podríamos verlo en un paralelismo hoy en día para aquellos que están dedicados de lleno a la Palabra, el sostenerse por medio de las ofrendas o de los diezmos. Pues ¿cuánto más difícil sería en el caso de los levitas? si estos vendieran incluso sus propias casas. Entonces, como una manera de que también los levitas, si en alguna situación llegaran a caer en esta necesidad, al menos lo habrían de recuperar en el año del jubileo.

Por un lado, esto iba a restar valor a los terrenos, a las casas de los levitas, para que de esa manera las otras personas no se vieran, digamos, tan tentadas a quererlos adquirir. Otra cosa interesante que se me hace cómo se interpreta estos versículos: los rabinos ponen también en este mandamiento que la idea era que no se transformaran los campos en ciudades y viceversa. Es decir, respetar, digamos, esa mancha urbana y esa mancha del campo. Que los campos dedicados al cultivo permanecieran como tal y los lugares establecidos como ciudades quedaran como tal.

Esto es un equilibrio y es algo muy sano que lamentablemente hoy vemos en nuestros días por no respetarse, en muchos casos tenemos conglomeraciones de muchísima gente en ciudades que ya no caben, y el campo, por otro lado, está totalmente desatendido. Entonces creo que esto habla de respetar ciertos lineamientos sociales, de desarrollo, de la misma economía para Israel. El que no todo fuera urbanización como hoy en día, y el campo está prácticamente abandonado, sino que hubiera un equilibrio entre ambos estatus, entre ambas situaciones.

Relevancia del mandato para la actualidad y su llamado a la fidelidad.

Y bueno, ¿cómo aplicar esto hoy en día o de qué manera podríamos verlo? Aparentemente, no hay una situación así, no existe prácticamente ni en la tierra de Israel esto. Sin embargo, creo que también es importante reflexionar sobre el llamado que tenían los levitas y el porqué se les había asignado estos terrenos. Era justamente para que no se preocuparan dónde habrían de vivir, que confiaran en la provisión del Eterno. Y ellos, prácticamente como comentaba, dependían totalmente de las ofrendas y de los diezmos que se llevaran al templo o al tabernáculo. En el momento en que Israel el pueblo dejó de diezmar, dejó de ofrendar, ellos prácticamente quedaron expensas de sí mismos. Aunque sabemos que el Eterno siempre es nuestro sustento y también se dice que es su heredad, no significa que por ello iba a caer maná del cielo nuevamente.

Tristemente, muchos de los levitas tuvieron que vender sus propiedades, tuvieron que vender sus casas, e incluso se tuvieron que dedicar a otras cosas. En el libro de Jueces, vemos una historia de un hombre que encuentra por ahí a un levita vagando, que ya no tenía los medios suficientes con los que se le llevaba al templo. Así que tenía que emigrar y buscar otras situaciones por las cuales subsistir. Y yo creo que esto es un llamado para todos aquellos que hemos o somos parte de una comunidad, de ser fieles en esta parte, para que aquel levita o para que aquel que enseña la Palabra no tenga que verse en la situación de vender o tener que empeñar un terreno o su propia casa, etc., con tal de poder subsistir.

El Eterno creó todas las cosas perfectas, y si por algo el Eterno las estableció así, pues es la manera en la que se deberían quedar. Así que bueno, aquí nos queda muy claro entonces también. Algunos pensaban que en la época del Tanak, incluso del Templo, los levitas no podían tener casa, y aquí queda muy claro que sí, tenían sus propiedades, tenían sus casas, y la idea es que no las tuvieran que vender, sino, por el contrario, que fueran sostenidos por el pueblo para poder realizar su trabajo, y con la calma y la confianza de que a través de ellos, el Eterno les sostendría.

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