El precepto de mantener en forma permanente al sirviente extranjero. 

Levítico 25:46 dice: “Y los podréis dejar en herencia para vuestros hijos después de vosotros, como posesión hereditaria; para siempre os serviréis de ellos; pero en vuestros hermanos, los hijos de Israel, no os enseñorearéis cada uno sobre su hermano con dureza.” 

Para muchas naciones, esto es algo controversial, como ya se ha explicado en los mandamientos previos acerca de la esclavitud. Necesitamos entender que la esclavitud ha existido, bíblicamente hablando, siempre ha sido parte de la cultura y de la vida Hebrea durante muchos siglos, y no solo en la cultura Hebrea, sino en general de todas las culturas. Prácticamente no ha habido una cultura en la historia de la humanidad que no haya tenido esclavos, ya sea por medio de la guerra, invasiones o tributos forzados; de alguna manera u otra, la esclavitud siempre ha existido.

Podemos decir que la Biblia no niega la existencia de la esclavitud, y muestra diferentes pasajes que hablan de ella, pero también podemos ver una gran diferencia entre la esclavitud de las naciones en comparación con la que se describe en las Escrituras. 

Vayamos a nuestras Biblias a Levítico 25:44, donde se habla acerca de la situación en la que algún hermano cayere en esclavitud, por alguna razón, y algún Israelita tuviere que hacerse esclavo de otro. En ese sentido, había ciertas reglas muy marcadas y específicas para ellos, sobre todo en el tema de evitar la crueldad y la humillación hacia ellos, el no tratarlos con dureza, sino tener temor del Señor. 

Lo revolucionario y extraordinario de esto es que las mismas reglas también aplicaban al esclavo extranjero. Así que leamos lo que dice en Levítico 25:44: “Así tu esclavo como tu esclava que tuvieres, serán de las gentes que están a vuestro alrededor; de ellos podréis comprar esclavos y esclavas. También podréis comprar de los hijos de los forasteros que viven entre vosotros, y de las familias de ellos nacidos en vuestra tierra, que están con vosotros, los cuales podréis tener por posesión.

Y los podréis dejar en herencia para vuestros hijos después de vosotros, como posesión hereditaria; para siempre os serviréis de ellos; pero en vuestros hermanos, los hijos de Israel, no os enseñorearéis cada uno sobre su hermano con dureza.” 

El precepto principal que destaca aquí dentro de este mandamiento es que no se podía esclavizar de manera permanente a algún hermano o a un Israelita, por lo tanto, los esclavos extranjeros adquiridos por los padres sí podían quedar como herencia para los hijos. 

Si tomamos en cuenta que la esclavitud siempre ha existido en las diferentes culturas y pueblos, tenemos que reconocer que, para los Hebreos, debido a su temor a Dios, la idea era que no fueran como las naciones. Y en ese sentido, Dios también se los hace saber y se lo deja claro al recordarles cuando Él los sacó de Egipto… 

De esclavos a amos: El camino hacia una sociedad compasiva y justa

Éxodo 20:2: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.” 

Ellos se diferenciarían por el simple hecho de conocer al único Dios verdadero, a un Dios que ya los había sacado de la esclavitud. Por tanto, serían unos amos diferentes a los que ellos tuvieron. Y en ocasiones, no hay mejor manera de entender algo que cuando uno ya lo vivió, no hay mejor manera de poder dar consejo que cuando uno ya vivió una situación. En este caso, Israel vivió cuatrocientos años de esclavitud.

El Eterno permitió que duraran cuatro siglos siendo esclavos, para que realmente reconocieran y supieran lo que es ser un esclavo, lo que es vivir bajo la esclavitud. De la misma manera en que las cosas cambian, la vida también cambia, y así a ellos les tocaría ser los amos.

¿Y ahora de qué manera se habrían de comportar? ¿Actuarían de la misma forma en que ellos fueron tratados? ¿Serían como fue Faraón con ellos? La respuesta que Dios esperaba de cada uno de ellos es que, por supuesto que no. Por eso hay un dicho que dice: “Por algo pasan las cosas”, y por algo Dios permitió que vivieran cuatrocientos años siendo esclavos en Egipto, para que aprendieran a ser buenos amos. 

También existe otro dicho que dice: “Antes de aprender a mandar, hay que aprender a obedecer.” Es posible que por esta razón, el Eterno quiso que ellos vivieran también la esclavitud, para que el día de mañana, al entrar en la tierra de Canaán, el pueblo no se enseñoreara con dureza sobre los extranjeros. De hecho, hay varios preceptos que involucran a los extranjeros en cuanto a amarles, tenerles misericordia y compasión.

Aunque no se especifica que se refiere a los esclavos, está intrínsecamente el hecho de amar a los demás y de cómo tratarlos y amar al Eterno. Además, existe una gran diferencia entre un individuo que conoce al Eterno y que ya vivió en esclavitud, con respecto a cómo se va a comportar con un esclavo. 

Bajo las leyes Hebreas, los esclavos eran tratados de una forma diferente en relación con otras naciones; eran vistos como seres humanos y con dignidad, y no como animales, lo que era muy común entre los demás pueblos. Vemos que las culturas paganas, al igual que los cananeos, eran sumamente crueles con aquellos que conquistaban, incluso entre ellos mismos.

Las ofrendas, los rituales y los sacrificios a sus dioses eran sanguinarios; eran gente que evidentemente no tenía temor de el Dios del Cielo y vivían de esa manera. En contraste, bajo el temor del Cielo y el temor a Hashem, los israelitas llevarían leyes diferentes para los esclavos. Por ejemplo, los esclavos extranjeros debían descansar en Shabat, al igual que en las festividades, y esto nos habla del interés que tenía el Eterno en cada uno de ellos también. 

Aquí cabe recordar que, aproximadamente durante el desarrollo de la construcción del segundo Templo, la esclavitud prácticamente desapareció, al menos en la cultura israelita, aunque es evidente que los griegos y los romanos seguían practicando la esclavitud. Pero para los hebreos, era diferente. 

¿Qué más aprendemos de este mandamiento? Que ningún Israelita cayera en esclavitud; ese era el plan, y por supuesto, ningún Israelita podía vivir en esclavitud permanente. Más adelante vamos a ver que se podía dar el caso de que un Israelita cayera en esclavitud con un extranjero y que no quisiera aplicar las leyes de redención en el séptimo año, en el año de Shemita o en el año del Jubileo.

Por eso viene un mandamiento adicional que es: “que hay que redimir al hermano Israelita de los extranjeros”, es decir, si un Israelita era esclavizado por algún otro pueblo, sus hermanos Israelitas tienen la obligación de rescatarlo. Otro punto es que ningún Israelita está llamado a vivir en esclavitud, ningún hijo de Dios está destinado a vivir permanentemente en esclavitud.

La redención del alma: De la esclavitud del pecado a la libertad en Dios

Hay una redención para el pueblo de Dios, hay una redención para ti, hay un llamado para vivir en libertad, y ese llamado es a través de nuestro Mesías, porque la primera esclavitud en la que ha caído el ser humano es la del pecado. Yeshua dijo: “Al que comete pecado, esclavo es del pecado”. Y aquí la palabra nos dice que ningún esclavo debería permanecer esclavo para siempre.

Y esto nos lleva a otro punto muy importante, y es que no somos extranjeros, somos finalmente parte del pueblo de Dios, somos parte del pueblo de Israel, somos parte de ese pueblo que salió de Egipto y que fue y que ha sido llamado a vivir en libertad. Así que te invito a que te consideres como parte de este pueblo, y estas leyes también son para ti.

Ahora bien, la esclavitud ya no va a aplicar en nuestros días ni se puede intentar hacerlo; con respecto a esto, hay un comentario importante que dice de la siguiente manera: “Los podréis dejar en herencia para vuestros hijos después de vosotros, como posesión hereditaria, para siempre os serviréis de ellos”. Y de aquí se deriva justamente este mandamiento, se deriva de un mandamiento positivo, como diciendo que debe permanecer en casa para siempre. 

El precepto de mantener en forma permanente a un sirviente o a un esclavo extranjero es un tema que algunos rabinos, como Rambam, establecen que no era un absoluto, y pone un ejemplo de ello. Un caso escrito en el Talmud, en donde se dice que un extranjero esclavo podía ser dejado en libertad con tal de completar un Minyán o Minián (en hebreo מניין) que es un grupo de diez varones para poder llevar a cabo ciertos rezos.

Entonces, sí les estaba faltando un varón para poder completar esos diez, se podía incluso llegar a dejar libre a un esclavo extranjero para que contara como parte de esos diez. Esto nos hace ver que había situaciones que ameritaban o que podían valer para dejarlo libre. No había un mandamiento que dijera: “Sí lo dejo libre, ya estoy transgrediendo la Torá”.

Necesitamos entender aquí que la Torá es flexible, y que hay ciertos principios y ciertos mandamientos que aparentemente se contradicen, entonces hay que ver el contexto y las circunstancias y el que se pueda llevar a cabo. Hoy en día, es imposible aplicar esto porque la esclavitud es un delito.

Por mucho que alguien se sienta Israelita, no puede esclavizar a ningún extranjero ni a ninguna otra persona. Es muy importante saber esto. Rambam también establece que a los esclavos extranjeros se les debía tratar con total piedad, y según los recursos del amo, de forma similar a la que se trataba con un Hebreo. 

Y, finalmente, todas las criaturas son propiedad del Eterno; todos somos propiedad de Él. Él hizo a todos y cada uno, todo lo que existe es de Él. Él es el amo del mundo, es el dueño del alma de todos los seres vivientes. Así que no podemos olvidar, mucho menos un Israelita, que él no era el verdadero amo; el verdadero amo es el Eterno. 

Espero que este mandamiento haya quedado claro. Y, ya para terminar, nada más comentar que, en ciertas ocasiones, la interpretación de los versículos es como se derivan los mandamientos, pero esas interpretaciones, o esa lista de mandamientos que se derivan de versículos, no siempre compartimos la idea.

Por citar un ejemplo, el caso de no cocer el cabrito en la leche de su madre: la lista de los 613 mandamientos lo pone como no mezclar carne y lácteos, no beneficiarse de tal mezcla. Sin embargo, ya hemos comentado ese mandamiento, en el que no necesariamente significa eso, o se interpreta de esa manera. En este caso, me parece que es un caso similar.

Aunque aquí el versículo 46 nos dice que van a permanecer y que tienen la posibilidad de que sean heredables a los hijos, simplemente es un planteamiento hipotético que en un momento dado se pudiera dar. Pero de ahí a llevarlo como un mandamiento, y que se considerara transgredir la Torá, el dejar libre a un esclavo, me parece que es ir más allá. Así que en este caso, yo me inclino más a pensar que el Eterno está poniendo a prueba a su pueblo para saber cómo habrá de responder ante una situación siendo ahora el amo, y no siendo el esclavo. 

 

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