Si un buey acorneare a hombre o a mujer, y a causa de ello muriere, el buey será apedreado, y no será comida su carne; más el dueño del buey será absuelto. (Éxodo 21:28. RVR1960).
Este mandamiento número 52, que es el negativo 21, dice que no se debe comer la carne del toro muerto por lapidación.
  1. Este es un principio de los animales que podemos comer. Todo animal que era para consumo humano tenía que ser sacrificado, no te lo podías encontrar tirado y comerlo, o si lo encontrabas destrozado por una fiera tampoco lo podías comer, sino que debería haber sido sacrificado. Aquí en este caso por cuanto el animal no murió específicamente de una manera kosher (apta para el consumo), tampoco se podía comer.
  2. No era por desperdiciar la comida. En ese tiempo el matar un animal de ese tipo implicaba contar con carne en abundancia, y aquí el buey o el toro es un ejemplo, porque se podía referir a cualquier animal de consumo. El propósito principal del por qué no se debía sacar beneficio de la carne del cuerpo del animal era para servir como lección para el dueño, para que él aprendiera a cuidar y ser responsable de los animales que tenía. Si lo mataban se podía pensar que podían aprovechar lo que quedó y venderlo a la carnicería, o sacar los cuernos para usarlos o beneficiarse de cualquier otra parte del animal, por lo cual está prohibido hacer ese tipo de cosas. Ningún beneficio se derivaría de algo de lo que tú fuiste responsable, y como consecuencia la pérdida era todavía mayor, no nada más por lo que tenía que pagar, sino además le costaba la vida al animal y ni siquiera podía tomar beneficio de este.
  3. Apedrear a un animal sin culpa: Otro caso importante era el apedrear al animalito y, ¿qué culpa podía tener el animal?  Sin embargo, pagaba las consecuencias de la irresponsabilidad de su dueño, porque representaba un peligro. No es tanto por el hecho de ensañarse en contra del animal, sino que éste implicaba un riesgo para la comunidad.  Esto es bastante lógico, pues en la actualidad sucede, por ejemplo, con algunos perros que no deberían estar sueltos, pues, ya mordieron a alguien, entonces lo correcto sería que se le educara o tenerlo sujeto y encerrado para no que haga ningún daño. En el caso específico del mandamiento, si el animal ya era acorneador y anteriormente había infringido daños, o inclusive hubiese provocado la muerte de alguien, se le debía sacrificar porque representaba un peligro, porque era difícil reeducar al animal para hacerlo más manso.
Conclusión
Estas son leyes muy prácticas, son mandamientos muy sencillos en el entendimiento, pero que tienen como propósito que tengamos una vida mejor, una vida más saludable. En los Mishpatim, es decir, los mandamientos de justicia, el principio más importante a rescatar es tener relaciones sanas, tener relaciones justas. Que este tipo de situaciones que se pueden dar, no generen una separación entre hermanos en la fe y que no provoquen un problema, ya que suele pasar que el animal de uno hizo daños en la propiedad de otro, y vienen las disputas, los desacuerdos, las discusiones, entorpeciendo y estropeando la relación entre hermanos. Así que, estos mandamientos dicen: “si tienes un animal, eres responsable de él”, tan simple como eso. Recordemos que esto aplica a todos los animales.

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