Ofrendar un Korbán Olé Veiored (Ofrenda variable) por determinadas transgresiones

“Entonces deberás llevar al Señor como castigo por tu pecado una hembra del rebaño, ya sea una oveja o una cabra. Esta es una ofrenda por el pecado, con la cual el sacerdote te purificará de tu pecado y te hará justo ante el Señor” (Levítico 5:1-6 NTV). 

Explicación del mandamiento: 

El mandamiento 123, que es el mandamiento positivo 54, que se encuentra en el libro de Levítico, capítulo 5, versículo 6. Este versículo nos habla de una ofrenda por ciertas transgresiones. Levítico 5:1-6 dice: 

Versículo 1: “Si alguien peca al haber sido llamado como testigo y ha sido testigo de algo, ya sea viéndolo o sabiéndolo, y no lo declara, él llevará su pecado”. 

Versículo 2: “Si alguien toca algo impuro, ya sea el cadáver de un animal impuro, un reptil impuro o la impureza de un hombre, aunque no lo sepa, será impuro y habrá transgredido”. 

Versículo 3: “O si alguien toca la impureza de un hombre, cualquier impureza que lo haga impuro, y no se da cuenta, pero luego se entera, será culpable”. 

Versículo 4: “O si alguien hace un juramento a la ligera con sus labios para hacer el mal o el bien, en cualquier cosa que profiera con juramento, sin entenderlo; si luego lo entiende, será culpable por alguna de estas cosas”. 

Versículo 5: “Cuando alguien peque en alguna de estas cosas, confesará en qué ha pecado”. 

Versículo 6: “Y para expiar su pecado, traerá al Señor una hembra del rebaño, ya sea una oveja o una cabra, como ofrenda por el pecado. El sacerdote hará expiación por su pecado”. 

La frase a destacar es “confesará en qué ha pecado”. ¿Por qué? Porque más adelante el mandamiento habla sobre el sacrificio sin fe, sin arrepentimiento y sin obediencia a los mandamientos, lo cual es hipocresía. 

No podemos acercarnos al Eterno con un sacrificio u ofrenda de gratitud si no entendemos que debemos tener fe, arrepentimiento y obediencia. Especialmente, debemos cambiar, porque la ofrenda no tiene valor si no hay arrepentimiento. 

Leamos el Salmo 26, que nos habla sobre la hipocresía. En el versículo 1 al 4 dice: 

Versículo 1: “Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; he confiado asimismo en Jehová sin vacilar”. 

Versículo 2: “Examíname, oh Jehová, y pruébame; escudriña mis entrañas y mi corazón”. 

Versículo 3: “Porque tu misericordia está delante de mis ojos, y ando en tu verdad”. 

Versículo 4: “No me siento en compañía de hombres falsos ni me junto con los hipócritas”. 

Este versículo nos enseña a pedir que el Eterno nos pruebe y examine nuestros pensamientos más profundos y nuestro corazón. No podemos engañarlo. El salmista pide ser probado, ya que dice “tu misericordia está delante de mis ojos, y ando en tu verdad. No me siento en compañía de hombres falsos ni me junto con los hipócritas”. 

Luego, encontramos otra cita que habla sobre la

hipocresía que existía, especialmente en la casa de Israel. Es el profeta Amós, capítulo 5, versículo 21 al 26: 

Versículo 21: “Aborrecí, abominé sus fiestas religiosas, y no me complazco en sus asambleas”. 

Versículo 22: “Aunque me ofrezcan holocaustos y ofrendas, no los aceptaré; no me fijaré en sus ofrendas de paz de animales engordados”. 

Versículo 23: “Aleja de mí el ruido de tus cantos; no quiero oír la música de tus instrumentos”. 

Versículo 24: “Que fluya el juicio como las aguas, y la justicia como un arroyo perpetuo”. 

Versículo 25: “¿Me ofrecieron sacrificios y ofrendas durante los cuarenta años en el desierto, pueblo de Israel?”. 

Versículo 26: “Más bien, llevaron el tabernáculo de su dios Moloc y la estrella de su dios Refán, ídolos que ellos mismos se hicieron”. 

Esto confirma que muchas veces podemos alabar a Dios y hacer sacrificios, pero si no hay un corazón realmente humilde y sincero para con el Eterno, es abominación. Es una de las condiciones cuando presentamos una ofrenda. 

El término Korbán en hebreo proviene de la raíz kirba, que significa acercamiento a través de acción de gracias o disculpa. Entonces, ¿cuál es el propósito de estos sacrificios? Es acercarse a Dios, intimar con Él. Así como la oración es un medio para acercarnos, las ofrendas también son una forma de hacerlo. En el Templo, se explicaba en detalle cómo se llevaban a cabo estos tipos de ofrendas. 

El factor principal en este vínculo espiritual entre el israelita y Dios era el sacerdote, quien guiaba y enseñaba al portador del Korbán con el fin de lograr su crecimiento religioso, moral e intelectual. 

Ahora, ¿qué hacemos nosotros? ¿Quién es nuestro intermediario? ¿Quién está al tanto de todas nuestras ofrendas y oraciones? Es el Sumo Sacerdote Yeshua HaMashíaj. En la Biblia, hay más de 50 tipos de Korbán, clasificados en 5 categorías: 

  • Olá (ofrenda de holocausto) y Minjá (ofrenda de alimentos o cereales): acciones de gratitud hacia Dios por algún acontecimiento feliz o por algo en particular. Estas ofrendas son una expresión de gratitud personal hacia el Eterno. 
  • Shelamim (ofrenda de paz): un regalo de los israelitas en ocasiones festivas. Esta ofrenda se realizaba para agradecer al Eterno durante las festividades. 
  • Jatat y Asham (ofrenda por el pecado y ofrenda de culpa, respectivamente): una señal de disculpa y expiación por un pecado cometido. La lectura de Levítico 5:6 se refiere a la ofrenda de expiación por un pecado cometido. 

A través del Korbán, el israelita tenía la oportunidad de reafirmar su identidad espiritual y fortalecer su conexión con Dios. 

Veamos ahora cuál era el principal objetivo de estos Korbanot u ofrendas en el Templo. Imaginémonos el protagonismo que tenía el pecador, ya sea una persona sencilla o distinguida. No se trataba de una cuestión de clase social, sino de cualquier persona que cometiera un pecado, debía hacerlo públicamente. Estos son los puntos principales: 

  • El individuo debía traer el animal correspondiente según las características requeridas. Una vez que lo llevaba, debía presentarlo personalmente al Cohen (sacerdote) en el Templo. Luego, debía confesar su pecado, expresar arrepentimiento y solicitar el perdón de Dios. 
  • La persona debía confesar su pecado y mostrar arrepentimiento públicamente. No podía ocultar el pecado ante sus conocidos y vecinos, asumiendo así su error y recibiendo la pena y la vergüenza por haber encubierto su pecado. No se trataba de un acto en privado, sino de una confesión pública de pecado ante Dios y el prójimo. 

Hoy en día no podemos realizar estos rituales porque no hay un Templo físico. Sin embargo, tenemos a nuestro Sumo Sacerdote, Yeshua, quien oró por los pecados de las personas, incluyendo los suyos propios. Él dio su vida por nosotros y cubrió nuestros pecados, no solo temporalmente como lo hacían los sacrificios, sino que limpió todo pecado, sin importar cuán grande sea. Ahora estamos completamente limpios. 

Entonces, ¿qué debemos hacer con los sacrificios y expiaciones mencionados en Levítico? Leamos Romanos, capítulo 12, para entender qué debemos hacer hoy en día con nuestras ofrendas y sacrificios. Comencemos desde el versículo 1: 

Versículo 1: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional”. 

¿Cómo podemos presentar nuestros cuerpos como sacrificio vivo? A través de la voluntad de Dios y cumpliendo sus mandamientos. Sigamos leyendo cómo debemos hacerlo: 

Versículo 2: “No os conforméis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. 

Debemos estar en constante transformación, pidiendo sabiduría a Dios para comprender y poner en práctica sus mandamientos. Debemos examinar cuál es la buena y perfecta voluntad de Dios. Continuemos con el versículo 3: 

Versículo 3: “Por la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con moderación, según la medida de fe que Dios ha repartido a cada uno”. 

Nadie debe considerarse superior a los demás. Debemos tener humildad y pensar de nosotros mismos con moderación, según la medida de fe que Dios nos ha dado. Sigamos leyendo: 

Versículo 4: “Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función”. 

Versículo 5: “Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en el Mesías, y cada miembro está unido a todos los demás”. 

Versículo 6: “De acuerdo con la gracia que hemos recibido, tenemos diferentes dones. Si alguien tiene el don de profecía, que lo use en proporción a su fe”. 

Versículo 7: “Si alguien tiene el don de servir, que sirva; si alguien tiene el don de enseñar, que enseñe”. 

Versículo 8: “Si alguien tiene el don de animar a otros, que lo haga. Si alguien tiene el don de dar, que dé generosamente. Si alguien tiene el don de liderar, que lo haga con diligencia. Si alguien tiene el don de mostrar compasión, que lo haga con alegría”. 

Marquemos en nuestra Biblia: “De acuerdo con la gracia que hemos recibido, tenemos diferentes dones”. Estos dones no son algo con lo que nacemos y en lo que nos volvemos expertos, sino que son dones que Dios nos ha dado. 

Continuemos leyendo: 

Versículo 9: “El amor debe ser sincero. Aborreced lo malo, apegaos a lo bueno”. 

Versículo 10: “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; honrad a los demás más que a vosotros mismos”. 

Versículo 11: “No seáis perezosos en lo que requiere diligencia; mantened vuestro fervor espiritual, sirviendo al Señor”. 

Versículo 12: “Alegraos en la esperanza, sed pacientes en la tribulación, perseverad en la oración”. 

Versículo 13: “Ayudad a los santos en sus necesidades, practicad la hospitalidad”. 

Versículo 14: “Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis”. 

Versículo 15: “Regocijaos con los que se regocijan; llorad con los que lloran”. 

Estos versículos nos enseñan cómo debemos presentar nuestros sacrificios vivos: debemos ser unánimes, estar en paz con todos, no vengarnos, procurar el bien, ayudar a los necesitados, practicar la hospitalidad y vivir en armonía con los demás. 

No debemos pagar mal por mal, sino buscar lo bueno delante de todos los hombres. Si nuestro enemigo tiene hambre, debemos darle de comer; si tiene sed, debemos darle de beber. No debemos ser vencidos por el mal, sino vencer el mal con el bien. 

En resumen, el mensaje es que debemos presentar nuestros cuerpos como sacrificio vivo, agradable y racional a Dios. Esto implica seguir la voluntad de Dios, cumplir sus mandamientos, ser unánimes entre nosotros, vivir en paz con todos, amar a los demás, ayudar a los necesitados, practicar la hospitalidad y vencer el mal con el bien. 

Estos son los sacrificios y ofrendas que podemos hacer en la actualidad como una expresión de nuestro amor y devoción hacia Dios y nuestros semejantes. 

Continuemos leyendo el versículo 17: 

Versículo 17: “No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres”. 

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