Mandamiento 33

Honrar al padre y a la madre.

“Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios”. (Éxodo 20:12. DHH).

 

Explicación del mandamiento.
Este es uno de los mandamientos que son considerados Mishpat o Mishpatim (mandamientos lógicos), y que el Eterno puso en el corazón de todas las personas, sin embargo, tristemente se ha ido perdiendo cada vez más. Este es un mandamiento que no requiere mucha explicación, por lo que ya se comentó previamente.
“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”. (Éxodo 20:12. RVR1960).
No hay duda de que este es uno de los mandamientos con el que deberíamos ser más celosos, no por nada justamente se encuentra dentro de los reconocidos como diez mandamientos, que es la sección que nos encontramos estudiando. Podemos considerar que estos diez mandamientos son un resumen de toda la ley, y es por eso son tan importantes.

 

Temer a sus padres.
La frase “temer a sus padres”, no solo implica el respetarlos, como en ocasiones se interpreta esta frase, sino que significa tener miedo, pavor, terror, tener esos sentimientos que algunos hemos experimentado cuando éramos niños y sabíamos que si no habíamos obedecido en algo, en nuestro interior decíamos: “La que me va a tocar ahora” o “me van a dar una paliza”, y nos encontrábamos temblando de miedo. Pues es precisamente esa la interpretación más exacta acerca del temer a los padres.

 

Un principio importante.
Este es un principio muy importante porque si no honramos y tememos a nuestros padres terrenales, jamás lo lograremos con nuestro Padre celestial. Si nosotros no enseñamos a nuestros hijos a honrarnos y a temernos, no podemos esperar que después ellos honren y teman al Eterno que no pueden ver. Esto es un principio muy lógico, que también encontramos en la primera carta de Juan.

“Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?”. (1 Juan 4:20. RVR1960).

Por lo tanto, es nuestro deber el instruir a nuestros hijos acerca del honrarnos y temernos.

 

¿Dónde está este principio?
Este principio está en el corazón, pero hay que desarrollarlo, preservarlo, cuidarlo y fomentarlo, para que de esta manera cualquier individuo desde pequeño lo mantenga y no se pierda. ¿Y todo esto por qué? Porque hoy en la sociedad es muy común ver la transgresión de este mandamiento, inclusive los rabinos dicen: “Cuando veas que ya no hay honra y temor hacia los padres, los días del Mesías están cerca”. El día que veamos que no hay amor ni respeto, ni temor a los padres, nos encontraremos muy cerca del regreso de nuestro Mesías. Y no sólo enseñarles el temor a nosotros como padres, sino también a su Padre Celestial, tal como lo dice Proverbios:

“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”. (Proverbios 1:7. RVR1960).

Por lo tanto también tenemos que instruir a nuestros hijos en ese temor y en esa honra.

 

¿Qué es honrar?
Honrar a los padres implica dar honor, dar Kabot (gloria). Honrar también consiste en ocuparse de sus necesidades tales como comida, techo, vestido, Parnasá (sustento), compañía, aspectos emocionales, etc. Cuando nuestros padres no tengan la manera de sostenerse a sí mismos el mandamiento de “honra a tu padre y a tu madre”, se cumple de esa manera, no es opcional, debemos hacerlo. Honrarlos no es decir: “Aquí está mi padre y yo lo respeto mucho, vamos a aplaudirlo, o respeto su memoria”, sino algo mucho más tangible y práctico, como darles de comer, proporcionarles dinero si lo necesitan, brindarles compañía, inclusive sostenerlos económicamente. Así como ellos nos sostuvieron cuando éramos pequeños y no podíamos cambiarnos el pañal, cuando no podíamos hacer nada, de la misma forma ahora es nuestro turno de ayudarles si ellos lo requieren o lo necesitan. Si gracias al Eterno tienen salud, y provisión, podemos ocuparnos en otros mandamientos más, sin perder este de vista. Este es uno de los mandamientos más importantes, en el que debemos ser sumamente cuidadosos en guardar, y si queremos ser ortodoxos en nuestra fe, de preferencia que sea en un mandamiento como este.

 

Mandamiento con promesa.
Es importante mencionar que este es un mandamiento con promesa. El apóstol Pablo menciona que este es el primer mandamiento de toda la Torá al que se le da una promesa. Muchos se preguntarán, ¿qué necesidad tendría el Eterno de dar una promesa por guardar un mandamiento que además es nuestra obligación? Él no tendría por qué decir: “Honra a tu padre y a tu madre y tu recompensa va a ser esta”, finalmente es lo mínimo que debemos hacer. Sin embargo, adicional a esto el Eterno da doble bendición, doble porción, pues además del privilegio y la satisfacción de bendecir a nuestros padres, el hacerlo nos traerá larga vida y bendición.

 

La importancia del mandamiento.
Debemos entender la importancia de este mandamiento también, porque los padres son la representación del Eterno en la tierra para todos nosotros. La única percepción del Eterno que un niño tiene desde pequeño son sus padres. Ellos no observan la naturaleza, un árbol, y dicen: “Este árbol lo hizo alguien, tal vez una fuerza más grande”; no, eso no existe todavía en la conciencia de un niño. Es muy importante aplicar este mandamiento, tanto para nosotros y para quienes tenemos hijos pequeños.
“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”. (Éxodo 20:12. RVR1960).

Aquí se repite la bendición otra vez: “Que sean prolongados tus días”. Respecto a esto existen toda una serie de comentarios muy interesantes: ¿Qué implica que el Eterno te diga que tendrás una larga vida por honrar a tus padres? Hemos conocido gente que murió joven y honraba a sus padres, o por el contrario, personas que no honran a sus padres, y siguen vivos, incluso pareciera que no envejecen. Lo que se ha interpretado con respecto a que “sean prolongados tus días y tengas larga vida” es que, si los honramos, vamos a adquirir de su sabiduría, de la experiencia que tienen nuestros padres, y así sumaremos sus años a nuestros años. Si tú tienes cuarenta años y tus padres setenta, ya no vas a tener cuarenta, vas a tener ciento diez años, porque al momento de honrarlos, de temerles, respetarlos, considerarlos y escucharlos, esos años que ellos vivieron y esa experiencia, tú también podrás tomarla, y vas a llegar más lejos que lo que ellos llegaron. Y eso es a lo que se refiere el “tener larga vida”, en sabiduría y experiencia. Puedes ser joven, pero al honrar a tus padres puedes llegar a tener muchos más años que una persona que tal vez es mayor, pero no honra a sus padres porque no escucha sus consejos.

 

Ejemplos de honra.
No ocupar su lugar. En la mesa, por ejemplo, él papá ya tiene un lugar reservado, no debemos sentarnos en su lugar. También, en un sentido espiritual, recordemos el caso de alguien que intentó ocupar la silla de su padre, y esto fue causa de deshonra: Absalón. David era el rey y Absalón, su hijo, quiso ocupar el trono, pensando en su corazón: “Mi padre está muy viejo y ahora es mi turno.” Otro caso que podemos mencionar es el de Rubén, quien se acostó con la concubina de su padre. Deshonró el lecho de su padre y le costó la primogenitura y sin duda muchas otras cosas, porque fue una ofensa muy grave. Entonces el “no ocupar su silla”, es tanto en el sentido literal de: “No sentarse en su lugar”, como en el aspecto espiritual. Aunque nuestro padre sea una persona mayor, inclusive aunque él no sea creyente, no podemos decir ahora voy yo aquí, eso es un grave pecado.

No llamarlos por su nombre. No debemos llamarlos por su nombre propio.

No contradecirlos. Si nuestro padre se equivoca, tenemos que persuadirlo sutilmente, de una forma indirecta. No le podemos corregir de mala manera, eso no está bien. Si nuestro padre nos dice: “Esto es muy difícil”, no debemos contradecirlo diciendo: “No, eso no es difícil, es fácil.” En el judaismo se sabe que si tu padre te dice: “Hace mucho calor”, tu no le puedes contradecir y responder: “No, no hace calor”. Tampoco puedes decirle: “Sí, sí hace calor” porque ¿tú quién eres para darle la razón? Tu papá no necesita que lo contradigas, ni que lo afirmes. ¿Entonces que le dices? Si tu padre dice: “Hace mucho calor”, tu debes decir: ¿Te traigo un vaso con agua? ¿Te abro la ventana? ¿Quieres que te traiga algo? Esa es la manera de honrarlo, es la forma que se considera el honrar a tus padres.

Inclinarse o levantarse. Hay un mandamiento que dice: “Te inclinarás o te levantarás ante las canas”.

“Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová”. (Levítico 19:32. RVR1960).

Lo que esta porción quiere decir es que debemos honrar a las personas mayores, entre ellas principalmente a nuestros padres. Levantarse ante ellos es tener una actitud de reverencia, de respeto. Si estamos recostado con las piernas estiradas y llega nuestro padre, tenemos que levantarnos y saludarlo. De la misma forma que sucede en nuestro trabajo, cuando llega el jefe, y estamos durmiendo en la silla, no nos quedamos así, nos incorporamos y nos ponemos listos y dispuestos, asimismo debe ser con nuestros padres.

Hablar bien de ellos. Debemos hablar bien de ellos. Está prohibido hacer Lashón Hará (lengua mala, hablar despiadadamente), está prohibido murmurar acerca de nuestros papás, es de los peores pecados que podemos cometer, pues estamos dañando su dignidad, su nombre. Se les debe hablar con cortesía, paciencia, buen tono de voz; no de manera demandante, siempre en forma de pregunta. El tono de voz tiene que ser diferente y obviamente tenemos que respetarlos, tenerles paciencia. Si no entienden algo, como por ejemplo el uso del celular o del control remoto, debemos tener toda la paciencia y el amor del mundo, aunque lo debamos repetir cincuenta veces, eso es honra.

Seguir su ejemplo. Debemos seguir su ejemplo, evidentemente cuando este es bueno y nos ayuda para bien, ya que seguir sus pasos, es parte de honrarlos. Se dice que el Judaismo no es proselitista, pues no tratan de convertir a la gente al Judaísmo, porque ellos creen firmemente que si cambias de religión, la religión que te enseñaron tus padres, estás deshonrando el camino que te dejaron tus padres, porque estás dejando su ejemplo, abandonando el camino que ellos te enseñaron, aunque por supuesto hay casos de fuerza mayor. Pero seguir su ejemplo implica seguir los pasos que ellos nos dejaron de lo bueno, ya trazaron un camino para nosotros, sigamos por él, sigamos por esa brecha.

Cubrir sus errores. Tenemos el caso de los hijos de Noé: Sen, Cam y Jafet. Can hizo algo atroz, inclusive se considera que tal vez abusó de su propio padre, y respecto a esto ¿qué hicieron Sem y Jafet? Cuando vieron que Noé estaba borracho y desnudo, ¿qué hicieron ellos? Tomaron una manta para cubrirlo, y volteados y sin verlo lo taparon. ¿Qué nos enseña esto? Que debemos cubrir las deficiencias, los errores, los pecados de nuestro padres. No podemos exhibirlos, no podemos estar contemplando sus pecados. Debemos tratar de hacer algo para cubrirlos, para tapar su honra, con el objetivo de que no se hable mal de ellos el día de mañana. Y fue por ello que Noé los bendijo diciendo: “Ustedes serán benditos y Can será su esclavo”. De ahí descienden los cananeos y toda la serie de pueblos que después fueron enemigos de Israel, que en muchas ocasiones se pervirtieron, como fue el caso de Sodoma y Gomorra. Entonces este es un ejemplo de un hijo que deshonra a su padre y otro que da honra a pesar de su pecado.

“El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí”. (Mateo 10:37. RVR1960).

En este versículo pareciera que Yeshua está hablando muy fuerte. Todo lo que hemos visto es: Hónralos, ámalos, témeles, muestrales respeto, tenlos por dignos. Pero Yeshua hace una excepción diciendo: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí.” ¿Qué quiere decir esto? Que si aún en el caso de que nuestros padres se alejaran y nosotros reconocemos un llamado del Eterno y tenemos una madurez más clara, y vemos que el camino del Eterno es contrario, tenemos que seguir al Eterno, Él está por encima de todas las cosas. Por eso el primer mandamiento es: “Amar al Eterno sobre todas las cosas”, honrar al Eterno es el mandamiento principal. Ahora, amar a Yeshua más que a nuestros padres, no quiere decir que no les amemos, sino por el contrario, los vamos a amar y a honrar mucho más.

El ejemplo más claro de honrar a nuestro Padre celestial, nos lo da el mismo Yeshúa, ya que Él dijo: “Yo siempre hago lo que le agrada a mi Padre”. Él vino a representar al mismo Padre, al punto de decir: “El que me ha visto a mi, ha visto al Padre, mi Padre y yo Somos uno”. Si alguien nos puede dar un ejemplo de cómo es honrar al Padre, es el mismo Mesías. Aún en el momento de estar siendo crucificado dijo: “Hijo, e ahí tu madre, madre e ahí tu hijo.” Aún en el instante de su muerte, vio la necesidad de su madre, Miriam, y no la dejó al cuidado de gente que en ese momento todavía era inconversa como sus hermanos de carne, ellos todavía no creían en él, y no dejó a Miriam con ellos sino que la dejó al cuidado de Johanan, y le dijo: “Él va a ver por ti, va a cuidar de ti.” De los doce apóstoles, el único que no tuvo una muerte violenta y que vivió por más años fue Johanan (Juan), a él se le dio el mandamiento de honrar, cuidar, y resguardar a Miriam, por tanto, sí se cumple el mandamiento con promesa, y en el caso de Johanan es muy evidente.

En la muerte. Aún cuando nuestros padres ya no vivan los debemos de seguir honrando. Nos preguntaremos, ¿qué hacer si ya no los honré, no hice lo que debía, y ya no están conmigo? Todavía los puedes seguir honrando, pues este mandamiento termina hasta morimos. Mientras estemos vivos podemos seguir guardándolo, pues no tiene caducidad. Y ¿cómo los podemos seguir honrando? Viviendo de acuerdo a lo que dice la Escritura, de acuerdo a lo que dice la Torá. Cuando haces eso y la gente te ve, quien va a quedar bien van a ser tus padres, aunque no nos hayan instruido en la Torá como debería haber sido, el hecho de que estemos guardando y viviendo a plenitud los mandamientos y la bendición del Eterno, dando buen testimonio, provocará que la gente diga: “Algo hicieron bien sus padres”, por lo que de esta manera les otorgamos una de las mejores honras a nuestros padres. La gente hablará bien de nuestro padre y nuestra madre el día que estemos dando buen testimonio. ¿Cuántas veces no sucede lo contrario? Cuando estamos viviendo mal, y estamos en transgresión, la gente también dice: ¿A este quien lo educó? Pareciera que nuestros papás no hicieron buen trabajo, y entonces transgredimos el mandamiento. Este mandamiento no termina con la muerte, mientras sigamos con vida, podemos seguir honrando a nuestros padres, honrando su memoria y el nombre de ellos.

“El que recibe enseñanza en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo enseña”

Gálatas 6:6 (RVC)



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