Mandamiento 41

No subir por escalones al altar. 

“No subir a mi altar por escaleras, para que no se exponga en él tu desnudez.” (NIV)

“No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él.” (RVR60) 

 

Explicación del mandamiento 

El objetivo de estudiar todos los mandamientos es el poder encontrar el espíritu de cada uno de ellos y saber qué es lo que el Eterno quiere que nosotros entendamos y aprendamos de cada mandamiento. Si hacemos una primer lectura a este mandamiento, identificamos dos elementos: las gradas y el altar, y ¿para qué? Para que no se descubra tu desnudez. Entonces podemos ver que lo anterior está relacionado con el recato, al menos de las personas que tenían acceso al altar, que debían cuidar que no se descubriera su desnudez, guardar ese recato, ese respeto. Si hacemos solo esta lectura sencilla y simple, podríamos pensar: “Yo ya cumplí con ese mandamiento; en primer lugar porque no hay un altar, y en segundo lugar porque yo no me acerco al altar. Ahora, si hubiera un altar, y yo me tuviera que acercar, me podría poner un vestido de astronauta y ya cumplí con el mandamiento.” ¿Crees que el Eterno nos quiere enseñar únicamente esto, o será que hay algo más profundo dentro del mandamiento? Definitivamente lo hay y por eso debemos estudiar para ver lo que el Eterno nos quiere mostrar y llegar al espíritu del mandamiento. 

 

Las riquezas de la Torá

“Y no le pongan escalones a mi altar, no sea que al subir se les vean los genitales.” (NVI)

En la versión anterior es aún más clara y directa la traducción, encontrando dos cuestiones muy definidas: primero, “no pongan escalones”, y segundo, “no sea que cuando suban se descubran las partes íntimas.”

“No subirás por gradas a mi altar, para que no se descubra tu desnudez al subir a él.” (BT)

“Y no subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra sobre él.” (BLA)

Por tanto, el motivo de no subir por las gradas al altar era para que esa desnudez no se descubriera sobre él, faltándole el respeto al altar. Recordemos que el altar es un instrumento, una herramienta al servicio del Eterno. La Biblia de las Américas y la Traducción Actual no están basadas en el Textus Receptus de Erasmus de Rotterdam (Nombre por el cual se conoce el texto griego del Nuevo Testamento), este texto es el que se utiliza para la mayoría de las tradiciones actuales. La Biblia de las Américas y la Textual, tienen como base en su traducción textos más antiguos. 

En Tanaj Katz y Torá con Rashí, vamos a encontrar el mismo texto pero en el capítulo 23, a diferencia de nuestras Biblias donde lo encontramos en el verso 26. Esto es porque en el mismo capítulo en el verso 10 donde empiezan a describirse los diez mandamientos, en nuestras biblias actuales se utiliza un verso para cada mandamiento. En los escritos que vienen de textos hebreos, vamos a encontrar que en algunos de los versos vienen dos, tres e incluso hasta cuatro mandamientos, por eso es que se acorta la cantidad de versos. Y dice así:

“No ascenderán en gradas a mi altar, para que no se descubra tu desnudez sobre él. (Tanaj Katz y Torá con Rashí)

De esta manera tenemos más claro el panorama, donde la persona que estuviese subiendo por esas gradas no se proyectara, que no se descubriera sobre el mismo altar.

 

¿Qué es un altar?

Según el diccionario Strong, este vocablo corresponde a la palabra # 4196 del hebreo,  Misbéakj (altar). Esta palabra viene a su vez de la palabra Zabákj (su raíz primaria: matar un animal), y por lo general en sacrificio; ofrecer, sacrificar, hacer sacrificio, víctima, degollar, matar (Strong 2076). Obviamente, todas estas acciones se hacían para ofrecer esa víctima al Eterno. Y si recordamos cuál es la primera aparición de la palabra altar en las Escrituras, la vemos en el momento en que Noé baja del arca y empieza a sacrificar algunos animales puros al Eterno. Más adelante en la historia tenemos el ejemplo de Abraham cuando sacrifica a su hijo Isaac, donde él también levanta un altar. Para la construcción de sus altares, estos hombres utilizaron los elementos que tenían a la mano en ese momento, como piedras acomodadas para poner la víctima y hacer el sacrificio. 

 

Altares en otras culturas

Existían muchas otras culturas del paganismo, donde también se hacían sacrificios de víctimas para ser ofrecidas a sus dioses. Pueden buscar en internet el altar de Zeus en Pérgamo. Existe mucha diferencia entre el altar que en su momento erigieron los Patriarcas y el altar de Zeus que es monumental, con escalones y una tremenda arquitectura. Hay otro altar en la Catedral de San Lorenzo en Alba Italia, y lo primero que podemos observar son muchos escalones. En el paganismo se creía que entre más alto estuviera el altar, los sacrificios que se hacían estaban más cerca de los dioses, y por ende, eran vistos con mayor agrado, por eso buscaban hacer altares muy altos. No obstante, existe un problema en la construcción de altares con muchos escalones, pues corremos el riesgo de enfocarnos en la forma, y quedar extasiado en ello, perdiendo de vista el “fondo” y objetivo, olvidando que el altar no es más que un instrumento para servicio del Eterno. 

Encontramos muchos otros altares como el de Chichén Itzá de los Mayas lleno de escalones donde se hacían sus sacrificios en honor al dios de la lluvia. Hoy día lo conocemos como pirámide y es una construcción impresionante. Esto lo hacían los hombres como una manera de agradar a sus dioses, y esa es precisamente una de las características de la religión, la búsqueda propia del ser humano de agradar a lo divino. 

 

Altares a la manera del Eterno

¿Será que el Eterno busca construcciones así? ¿Será que él busca magnificencia en las cosas para su agrado? No, en realidad no. Lo que el Eterno busca de nosotros es que aprendamos a encontrar el espíritu de los mandamientos, y que no nos quedemos solamente en la forma, sino que nos vayamos al fondo. Tal vez has visitado alguna congregación a donde entras y quedas abrumado por el mega edificio, con sus grandes instalaciones, y el super aire acondicionado y dices: “aquí me quedo”.  Eso sucede porque nos dejamos llevar por el exterior y nos impresionamos por todo. Y en contraste con la construcción, resulta que la doctrina del lugar no es impresionante, sino por el contrario, muy “minúscula”, y ahí es donde nos podemos percatar de que nos quedamos solo por las formas sin tomar en cuenta la esencia y la sustancia. A lo que él Eterno nos llama es a buscar siempre el espíritu, el fondo de las cosas.

 

Un principio importante

El Eterno nos previene de no dejarnos llevar por las apariencias, de no distraernos de lo que es verdaderamente importante. Un ejemplo muy claro de esto podría llegar a suceder en el caso del Shabat (día de reposo). Cuántas veces a algunos de nosotros nos pasó que buscábamos tanto, la forma y estábamos tan preocupados por el tiempo, las velas, el pan y esto y aquello, y acabábamos estresados, enojados con el cónyuge o los hijos y la esencia del Shabat, que era entrar en gozo, alegría, estudiar, estar bien y descansar, simplemente no estaba presente. Pero ¿qué hay de malo en cumplir con las formas? No está mal cumplir las formas, en mi opinión es muy adecuado, porque hablando específicamente del Shabat, es algo que nos puede llevar a abrazar más fuertemente nuestra fe, pero cuando perdemos el punto, cuando perdemos de vista el fondo de las cosas, debemos hacer un alto, recapacitar y preguntar: ¿Para dónde debo caminar? ¿Qué es lo que él Eterno quiere de mí? ¿Cómo quiere el Eterno que disfrute su Shabat? Cuando estudiamos las Escrituras, la forma de celebrar Shabat era muy sencilla, encontraremos algunos elementos importantes solamente, lo demás es simplemente forma. El exterior, los detalles y rituales pueden ayudarnos a fortalecer más nuestra fe si la llevamos  correctamente. 

“Si me hicieras altar de piedra, no la labre de cantera porque si alzares herramienta sobre él, lo profanaras.” (Éxodo 20:52 RVR60)

 

La cantera                                                                                                                                                        

Fijémonos bien en lo anterior. Si lo haces de piedra, no lo hagas de cantera. La cantera es una piedra hasta cierto punto maleable, que se utiliza para hacer fuentes, estatuas y cosas de ese tipo, y aquí el Eterno nos previene: “no las hagas de cantera, porque si le vas a dar forma, corres el riesgo de hacer un altar tan bonito que te puedes quedar en la forma y no veas el fondo.” No pierdas de vista la razón por la que existe ese altar. Seamos sencillos y busquemos la esencia de las cosas.

 

¿Qué tienen que ver las gradas y la desnudez?

Aquí lo más curioso es que las vestimentas de los sacerdotes constaban de ocho componentes: Turbante, hombreras, pectoral urim y tumim, cinturón, efod, pectoral del juicio, piedras, y ropa interior. Nosotros hablaremos de la ropa interior. 

  1. Los pantaloncillos: Estos iban desde la cintura hasta debajo de las rodillas. Aquí no había desnudez que descubrir, entonces ¿cómo entender de qué se trata esto?

“…y les harás calzoncillos de lino para cubrir su desnudez; serán desde los lomos hasta los muslos.” (Éxodo 28:42 RVR60)

Estos pantaloncillos de lino se ataban, no sabemos qué tan holgados podían estar a la altura de la rodilla, pero además esos pantaloncillos tenían túnica y toga, así que realmente cuando subían las gradas no había mucha desnudez que descubrir. Si hacemos solo una lectura simple hasta ahí podríamos entender, sin embargo, aquí hay algo muy importante y debemos usar nuestro discernimiento. En el momento que entendemos que aún teniendo esas vestimentas hasta las rodillas, parte de las piernas de los sacerdotes que estaban en servicio al Eterno, se descubrían; mostrando así parte de su desnudez, parte de su “carnalidad” entre esas piedras del altar. Por lo tanto si esto sucedía, se estarían tratando sin respeto a las piedras del altar lo cual es una ofensa grave ya que estaban al servicio del Eterno, lo que nos enseña es que, debemos de cuidar hasta los más pequeños detalles en nuestro servicio al Señor. 

 

El recato

El comentarista Rashí plantea este tema de la siguiente forma: “Si no cuidamos hasta las piedras que merecen un respeto, como cuidaremos al prójimo”. Estas son piedras que están en un altar al servicio del Eterno, por lo que aquí podríamos aplicar un principio llamado KAL VA’ JOMER  (Apreciación de lo más y lo menos importante). Si esas piedras merecen respeto, cuanto más las personas con las que convivimos en nuestra comunidad o con las personas que están allá afuera, siendo nosotros mismos quienes estamos al servicio del Eterno debemos cuidar caer en una falta de respeto a esas personas. 

 

Nuestra intimidad

Si debemos guardar respeto aún con elementos que no tienen vida como el caso de las  piedras del altar que están al servicio del Eterno, cuidando lo relacionado con nuestra intimidad, con nuestra carnalidad, cuánto más debemos cuidar ese tipo de aspectos para con nuestros semejantes. Ya no podemos pensar solo en aquellos que están al servicio del Eterno, si nosotros entendemos estar al servicio del Eterno, cuanto más tenemos que cuidar nuestro recato, no ser piedras de tropiezo para otros, principalmente, porque es lo que pide el Eterno y si queremos agradarle, debemos buscar el espíritu de estos mandamientos para poder estar en línea con lo que él nos pide.

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