Mandamiento 42

Actuar con el sirviente hebreo

según las leyes que le son aplicables. 

Si compras un siervo hebreo, te servirá seis años, pero al séptimo saldrá libre sin pagar nada”. (LBLA) 

 

Explicación del mandamiento

Algunas traducciones en lugar de la palabra “sirvientes” utilizan “esclavos”, y generalmente lo primero que pasa por nuestra mente es que la esclavitud ya no existe, que está abolida y por tanto, este mandamiento ya no tiene aplicación alguna. No obstante, como veremos más adelante, quedaremos sorprendidos por apreciar la sabiduría del Eterno en la entrega de los mandamientos a través de la Torá.  

“Estas son las leyes que les propondrás. Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas el séptimo saldrá libre, de balde. Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, saldrá él y su mujer con él. Si su amo le hubiere dado mujer, y ella le diere hijos e hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo. Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre; entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre.(Éxodo 21:1-6 RVR60)

Este mandamiento expresa: “actuar con ese siervo con las leyes que le son aplicables.” ¿Qué leyes le son aplicables? A continuación, veremos que había tres tipos de situaciones que podrían llevar a una persona a terminar en servidumbre o esclavitud: 

  • Ladrón insolvente. Este término se refiere a alguien que no tenía solvencia y no podía pagar. Alguien que hubiese robado algo y fuese atrapado, de acuerdo con lo establecido en Éxodo 22, tenía que hacer restitución. 

“Pero si fuere de día, el autor de la muerte será reo de homicidio. El ladrón hará completa restitución; si no tuviere con qué, será vendido por su hurto.” (Éxodo 22:3 RVR60).                                                 

Para ejemplificar lo anterior, y contextualizarlo a nuestro tiempo, si alguien robase un auto, dependiendo de la marca y el avalúo, ese sería el monto que debería de pagar. Pero en caso de que la persona no tuviese para pagar dicha cantidad, entonces seria vendido para pagarlo. Con esto podemos maravillarnos de la sabiduría que tiene el Eterno al otorgar sus leyes. La primera situación por la que una persona podía caer en esclavitud, era debido a que fuese sorprendida robando y si no contaba con lo necesario para pagar el monto equivalente a lo robado, era vendido como esclavo por el tribunal, el Bet Din (casa del juicio, tribunal religioso), para así restituir el importe del robo a través de su trabajo. 

  • Por extrema pobreza. Si una persona llegaba a una condición de extrema pobreza, tenía como alternativa esclavizarse para de esta forma,  asegurarse un techo y comida, para él, su esposa e hijos, y evitar morir de hambre. En esos tiempos, el mundo era muy diferente a las condiciones actuales, pues en algunos momentos podían presentarse hambrunas tan severas con duración de entre seis a siete años, y que podían llegar a ser tan graves que inclusive como se narra en el libro de  Segunda de Reyes, algunas mujeres llegaron a comerse a sus bebés. Con lo anterior podemos entender la horrenda situación que todo esto podría significar. Por lo tanto, sopesando las circunstancias, era mucho mejor ser un esclavo vivo, que ser libre pero muerto. 
  • La esclavitud del Cananeo. Cuando el Cananeo llegase a combatir a Israel, podía tomar esclavos de entre ellos.                                                                                                                                                       

“Y despertó Noé de su embriaguez, y supo lo que le había hecho su hijo más joven,       y dijo: maldito sea Canaán; Siervo de siervos será a sus hermanos. La descendencia de Canaán se convertirá en siervos de Sen y Jafet.” (Génesis 9:24-25 RVR60)

 

Fuera de esto, la jurisprudencia hebrea no contempla la esclavitud al prójimo. ni por fuerza, ni por secuestro. No se puede tomar a alguien y obligarlo a que te sirva. En Estados Unidos y en África por muchos años estuvo presente el flagelo de la esclavitud. 

Ahora, analizaremos un poco estas tres situaciones que ponían a alguien en una condición de servidumbre. En el caso del ladrón, hoy en día, ¿qué se hace en estos casos? De acuerdo con las leyes actuales, la sentencia correspondiente es la cárcel y allí la persona cumple una sentencia por algunos años hasta que termina de pagar. En el caso de la ley hebrea, el sentenciado no era enviado a la cárcel, salvo casos excepcionales en los que en los que la persona sufriera de algún desequilibrio o fuera peligrosa. Por lo cual, esto representa una gran innovación, porque una persona que es encarcelada por muchos años ¿realmente saldrá renovada? Se supone que estos lugares son centros de rehabilitación y no son solamente para pagar lo que se hizo, sino que el objetivo es devolverlo a la sociedad como un mejor individuo, llegar a la conciencia del ser humano, tocar su corazón y que se arrepintiera verdaderamente, e incorporarlo como una persona útil, razón por la cual en estos centros existen oficios y talleres. Pero ¿cuántos casos podríamos de calificar como exitosos respecto a esto? Generalmente sucede lo contrario, pues la persona que está dentro de la cárcel se desmoraliza. Cuando empieza a convivir con personas que tienen todo tipo de vicios, igual o peores a los suyos, lo único que sucede es que llega a un nivel de “maestría en su especialidad”, pues aprenden mucho más sobre cómo delinquir. Entonces aprenden de sus errores, pero no para arrepentimiento, sino para perfeccionamiento de estos. Este embelesamiento no lo degrada ante sus ojos solamente, sino ante los ojos de su familia la cual también es degradada por esa situación vergonzosa. En ocasiones, el hijo no tiene relación alguna en todo el asunto y también es humillado y avergonzado por el error que su padre cometió, y esto no debería ser así porque la Torá dice que los hijos no pagarán por los pecados de los padres, ni los padres por los hijos. 

Entonces este tipo de sistemas no apoyan el arrepentimiento del ser humano para que considere su conducta y proceda a un verdadero cambio interno, sino todo lo contrario, les hace perder el sentido de vergüenza y les permite convivir con individuos que son han cometido actos mucho más deleznables,  y esta persona termina creyendo que lo que hizo no fue tan grave, y termina contaminándose de todo eso, lo que lo hace reincidir una vez más, una vez que sale en libertad, lleno de ira y con deseos de venganza, por lo que este individuo no cumplirá con su propósito de rehabilitación. 

 

¿Qué busca la Torá?

La Torá dice que, si la persona cometió el delito antes mencionado, la introduce al seno de una familia judía, que lógicamente tiene un nivel económico mucho más alto y por lo general tiene un sistema moral más alto. En otras palabras, la coloca en un estándar de vida mejor que el que tenía, para que aspire llegar a eso, y que con su propio esfuerzo pague sus propias faltas. La gente que roba o comete actos ilícitos y es puesta en la cárcel, no quiere ni trabajar cuando sale porque está acostumbrado a comer, beber gratis y hasta tener un techo, por lo que llega a pensar que allá estaba mejor. Mienta que cuando a un ladrón se le introduce en un ambiente sano y diferente, es más fácil que tome conciencia y que se arrepienta, y aquí es donde la alternativa de la esclavitud era una mejor solución, tanto para el culpable como para los agraviados. 

El sistema de la Torá es totalmente diferente en su manera de transformar al ser humano, pues no consiste en degradarlo y humillarlo, sino consiste en elevar el espíritu, pues lo que busca es que el alma se arrepienta y cambie, para que pueda ser un individuo que viva conforme a la Torá, en libertad, aspirando a ser mejor, y que no tenga que volver a robar. Ahora bien, es importante remarcar que la persona ni siquiera era humillada de manera pública, porque no era algo tan exageradamente vergonzoso. El ladrón solo podía ser vendido por el Bet Din (la corte de justicia). Esta corte de justicia establecía un sistema para que fuera vendido, y no se le podía vender a cualquiera, solo a un Ger Tzadik (hombre extranjero justo y temeroso de la Torá), que vivía conforme a los mandamientos, o a un judío temeroso del Eterno, pero nunca se vendía a un gentil porque eso representaría degradarlo más, y esa no era la intención. También estaba prohibido venderlo en remates de esclavos públicos, sino que debía ser vendido de una manera digna para no humillar a su familia, por lo que podemos apreciar el cuidado que tiene la Torá con estos aspectos. Dice el mandamiento que, si su amo le hubiera dado mujer, y ella le hubiere dado hijos e hijas, la mujer y sus hijos serán del amo, pero de acuerdo con el Talmud y otros comentaristas, esta mujer que le era otorgada solo podía ser cananea, una mujer pagana. Y ¿por qué se le podía dar una mujer pagana a un hombre si esto estaba prohibido? Lo anterior tenía como propósito que él mismo se diera cuenta de que tan bajo había caído, es decir, se le permitía algo que para un hombre libre le era prohibido, por lo que podría decirse que era una forma de darle “una cachetada con guante blanco”. Si no estaba dispuesto a vivir por la Torá y no quería guardar los mandamientos tales como no robar, pues era una manera de dejarlo seguir por ese ese camino emparentando con una familia pagana. 

 

Vendido por siervo de forma voluntaria

“Cuando tu hermano empobreciere y se acogiere a ti, tú lo ampararás; como forastero y extranjero vivirá contigo. No tomarás de él usura ni ganancia, sino tendrás temor de tu Dios, y tu hermano vivirá contigo. No le darás tu dinero a usura, ni tus víveres a ganancia. Yo el Eterno vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para daros la tierra de Canaán, para ser vuestro Dios. Y cuando tu hermano empobreciere, estando contigo, y se vendiera a ti, no le harás servir como esclavo. Como criado, como extranjero estará contigo; hasta el año del Jubileo te servirá. Entonces saldrá libre de tu casa; él y sus hijos consigo, y volverá a su familia, y la posesión de sus padres se restituiráPorque son mis siervos, los cuales saqué yo de la tierra de Egipto; no serán vendidos a manera de esclavos.  No te enseñorearás de él con dureza, sino que tendrás temor del Eterno tu DiosAsí tu esclavo como tu esclava que tuvieras, serán de las gentes que están a vuestro alrededor; de ellos podréis comprar esclavos y esclavas. (Levítico 25:35 RVR60)

Entonces, en el segundo caso que alguien se vendiera por esclavitud debido a que se hubiese empobrecido, dice la Torá: “no te enseñorearás de él, no lo humillarás, no lo tratarás como si fuera esclavo porque es tu hermano.” Quizás no supo administrar sus bienes, tal vez hizo algo mal, pero no por eso debe ser humillado, porque todos ustedes son siervos míos, y porque en el Eterno somos llamados a la libertad, por eso debemos tener misericordia y compasión. 

Leyes generales para los siervos:

  1. Está prohibido darle tareas inferiores para llevar a cabo: lavar los pies de su amo o poner los zapatos a su amo; aún si esas mismas tareas fueran voluntariamente realizadas por un hijo para su padre o un estudiante para con su maestro. No se les debían dar tareas que lo humillaran o denigraran. Contextualizando a nuestro tiempo, sería como ordenarle que lave el excusado con cepillo de dientes o algo semejante, lo que está estrictamente prohibido. Aunque tu hijo lo haya hecho, tú no puedes darle una tarea con el propósito de humillarlo. 
  2. El amo debe compartir con él esclavo todo tipo de comida que tenga, si come pan blanco, no puede alimentar al esclavo con pan negro. Si bebe vino, no le puede dar agua a su esclavo. Si duerme sobre una cama, no puede dejar a su esclavo durmiendo en la paja. Leyendo esto nos podemos dar cuenta que el sistema de la Torá no es como el sistema del hombre. Es muy triste ver que a la gente que se contrata para el servicio, se le trata mucho peor que esclavos de acuerdo a la ley hebrea. Si el amo tuviera solo una buena hogaza de pan o una copa de un buen vino, debe dársela a su esclavo y dormir el mismo sobre el suelo. 
  3. Si el esclavo tuviese una cierta profesión antes de entrar al servicio del amo, está prohibido solicitarle hacer otro tipo de labor distinta a la cual está acostumbrado. Po ejemplo, si era pintor, no se le podía pedir que construyese una casa, primero debía ser capacitado y entrenado, pues sería injusto que hiciera algo para lo cual no cuenta con la habilidad ni las herramientas necesarias. 
  4. El servicio de un esclavo nunca puede exceder los seis años a partir de la fecha en la que fue vendido, luego de seis años automáticamente se marcha libre. 
  5. Si durante su servicio el esclavo cayó enfermo y su amo incurrió en grandes gastos por su causa, él, no obstante, no tendría ninguna deuda con su amo cuando partiera. 
  6. Si el esclavo entra al servicio siendo casado, el amo debe sustentar a su esposa y a sus hijos. 
  7. Si es soltero cuando entra al servicio, su amo no puede darle una sirvienta cananea con quien vivir a fin de adquirir nuevos esclavos como resultado de su unión. Eso es ilícito. 

 

Sistema humano y sistema Divino

Es interesante ver como la perspectiva de la Torá con respecto a la esclavitud es totalmente diferente a como lo ve el hombre a lo largo de los años. Si han leído sobre la esclavitud en los Estados Unidos sabrán que era una práctica horrible, que fue abolida no hace muchos años. Las personas de raza negra tenían que pararse cuando entraba un hombre blanco, no se podían sentar en el mismo autobús, etc. La Torá es totalmente diferente, ¿qué pasaba si voluntariamente deseaba permanecer en esclavitud? Eso demuestra que la esclavitud en esos tiempos era más tolerable de lo que se piensa; no era cómo lo hacían los egipcios, los babilonios, o los asirios. Se decía que el amo debía tratar al esclavo de tal modo que no debe pensar que adquirió un esclavo para sí, sino un amo más. Entonces pareciera que el amo era casi esclavo del esclavo; en lugar de adquirir un esclavo, adquirió un amo. Es igual cuando te casas, no adquiriste un esclavo sino un amo al cual tienes que servir. 

El verso 6 dice: “Entonces su amo, lo llevará ante los jueces y le hará estar junto a la puerta o al poste y su amo le horadará la oreja con lesna y será su siervo para siempre.

De acuerdo con los comentaristas, este “para siempre” no quería decir hasta que muriera, sino más bien implicaba que sería su siervo hasta el año del Jubileo, el año cincuenta. Y aunque el siervo quisiera continuar no era posible porque es un decreto de la Torá, las personas regresan a sus casas, la tierra regresa a su propietario y todos son libres. Si faltaban diez años para el Jubileo, eso sería lo que le faltaría al esclavo y se tenía que hacer de forma pública. Se llevaba a la puerta y ponía allí su oreja, y con la lesna, que es como un sacacorchos o picahielo, lo perforaban. 

 

Interpretación negativa y positiva

Hay dos interpretaciones de este mandamiento, una positiva y una negativa.                                                    

EL pasaje negativo: dice que se hacía públicamente para que la gente pasara y le preguntara, ¿por qué quieres seguir siendo esclavo, si la Torá nos mandó a ser libres y el Eterno nos llamó a libertad? ¿Por qué quieres ser esclavo de hombres y no ser siervo del Eterno? ¿Por qué quieres seguir amarrado a una esclavitud? Y dice que se le perforaba la oreja como marca, como una señal por no haber prestado oído a los mandamientos y uno de ellos dice no robarás; y como no prestaste tu oído para escuchar los mandamientos de la Torá que traen libertad, ahora pondrá su oído para esclavitud, y quedará marcado y será algo que no le será agradable. Cuando ves a alguien con un arete, ya sabes que se marcó como esclavo del mundo, señal que está en esclavitud y no quiso ser libre. Entonces pasaban seis años y automáticamente quedaba libre, gratis, sin pagar nada porque la Torá le protegía. Si decía: ¡no quiero! Entonces vivirá esclavo para siempre de los hombres. 

El pasaje positivo: dice que de la tradición del arete se trasladó a la del anillo, siendo esta una forma de decirnos que también nosotros somos esclavos. Nos dice que la persona hace un acto voluntario y toma una decisión de permanecer en esclavitud. Y de acuerdo con la Torá, dice que todos somos siervos; bien sea del pecado o de la justicia, pues no somos espíritus libres. Eres esclavo de alguien y tu escoges de quién; o de las personas o de un Amo bondadoso y misericordioso. El Eterno nos da un tiempo de prueba, pero no te puede retener a la fuerza, así que tú decides. El prestar el oído, es decir: escucharé tu palabra y a ella me voy a someter y por ella voy a vivir. 

 

De arracada a anillo

Como se comentó anteriormente, de arracada (sortija de oreja), se transformó en lo que conocemos como anillo de compromiso, porque el matrimonio también es un estado de esclavitud. Es una esclavitud por amor, donde nos entregamos, renunciamos a nuestros derechos por seguir a una persona. Así que, no se sientan tan libres hombres y mujeres casados, porque somos esclavos de alguien, y es lo que dice la Torá; estamos llamados a servir a la otra persona, a vivir para la otra persona, hasta que la muerte nos separe. Muere el amo o muere el esclavo y se acabó el servicio, pero hasta ese momento vas a ser siervo de esa persona y es por eso dicen que de ahí proviene la tradición del anillo.

 

Conclusión

Vemos que la Torá garantiza la libertad individual. La Torá no cree en la esclavitud perpetua y duradera. La Torá no contempla esa esclavitud para siempre, salvo por designio voluntario y eso también nos enseña que no hay mal que dure cien años. Tal vez caíste en esclavitud de algo o de alguien por seis años y suena hasta escandaloso, pero ¿quién no se ha endeuda por una casa hasta treinta años?  O también preocupado por la tarjeta de crédito y pensando que estarás pagando hasta por doce meses. Y hay muchas cosas que hacemos y en realidad estamos esclavos de nuestras deudas, de problemas y de muchas otras situaciones, y no sólo por seis años, sino mucho tiempo más. La Torá dice que a los siete años se perdonaban las deudas, se acababa y eras libre. La parte positiva de todo esto es que, aunque hayamos caído, pecado o cometido un error, la Torá nos muestra que hay una manera de restituir, de levantarte, pues esto no es para siempre. En el caso del sistema de encarcelación, después de muchos años, sabemos que no hay reincorporación a la sociedad. Aunque la sentencia fuese de veinte o treinta años, pareciera que el delincuente en lugar de rehabilitarse sucede todo lo contrario. La Torá enseña que con seis años es suficiente para que una persona que quiera vivir de acuerdo con ella, lo puede hacer. 

“¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavo para obedecerle, sois esclavo de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de obediencia para justicia?” (Romanos 6:16 RVR60)

Entonces, a eso nos llamó el Eterno, curiosamente nos sacó de la esclavitud de Egipto para servirle a él. Nuestro llamado es vivir conforme a la Torá y de nosotros depende si queremos seguir siendo esclavos o le decimos al Eterno: “si quiero vivir contigo pues mejor es vivir contigo que vivir lejos de ti.” La misma decisión que tomó Rut en su momento, y decidió seguir al Eterno que ser una mujer libre sin tener a donde ir. 

Que el Eterno nos ayude a ser sus siervos y a permanecer, y también a nuestros hijos, pues aunque les enseñemos e instruyamos, llega un momento en el que cada uno de ellos tendrá que decidir si quiere o no seguir al Eterno, y no podremos presionarles, sino que la misma Torá los llevará a ese punto de decisión, y si somos amos sabios, ese hijo va a querer permanecer como siervo del Eterno.

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