“En caso de que alguien robe un buey o una oveja, y lo mate o lo venda, tendrá que pagar cinco reces por el buey y cuatro ovejas por la oveja”. (Éxodo 22:1. DHH).

Explicación del mandamiento.

De este pasaje, dentro de la lista de los 613 mandamientos se interpreta que es el Sanedrín quien debe juzgar al ladrón según su delito. Hay diferentes clases de robo, por lo que este mandamiento es muy lógico. Leamos también la versión Reina Valera.

“Cuando alguno hurtare buey u oveja, y lo degollare y vendiere, por aquel buey pagara cinco bueyes, por aquella oveja cuatro ovejas.” (Éxodo 22:1. RVR1960).

Este verso es solo un ejemplo, una hipótesis de algo que pudiera suceder en el caso de que alguien robara un buey o una oveja, ya hemos explicado que la Torá no proporciona todos los detalles que pudieran surgir en cada situación, sino que propone uno como ejemplo y de ahí se derivan los demás.

En este caso, nos dice la Torá que si alguien llegara a hurtar bueyes u ovejas, tendrá que compensarlo, cinco si es buey o cuatro si es oveja. Tiene que existir un Sanedrín (conjunto de jueces), un grupo de personas que siempre estén encargadas de dictaminar justicia. Si no existiera un Sanedrín, si no existiera gente en la fe que lidiara con las controversias y pusiera fin a los pleitos, sería un caos.

Muchas veces nos quejamos de las autoridades porque no se hace justicia, pero por lo menos están y muchos casos si se llegan a resolver, no podemos decir que todos los casos terminan en injusticia.

“Toda autoridad es puesta por el Eterno. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por el Eterno resiste; y los que resisten acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están allí para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Has lo bueno, y tendrás alabanza de ella. (Romanos 13:1-3 RVR60).

En este mandamiento son los jueces los encargados de dictaminar la sentencia de acuerdo con lo que haya sido hurtado. En el caso del buey, se estipula devolver cinco veces más, porque era la fuente de ingreso para una persona que se dedicaba al campo; sería como si hoy en día alguien robara un tractor, tendría que pagar por cinco tractores, o si hurtara un instrumento de arado o algo semejante, lo tendrá que pagar por cuatro, porque se está afectando a la persona no solo tomando lo que es suyo, sino que fue despojado de su fuente herramienta de trabajo, y por ende, perjudicando su fuente de ingreso.

Sería como robarle a un herrero toda su herramienta, no solo se le afecta materialmente, sino que no podrá subsistir sin su fuente de trabajo. Y es así como, de acuerdo a cada oficio, los jueces dictaminaban su sentencia. Hoy en día a una persona podría hurtársele su auto que sirve como taxi, o su computadora; lo que la Torá pretende es impartir justicia, y por supuesto, que el ladrón no se salga con la suya, que sepa que va a tener que pagar un alto precio por sus transgresiones.

“Si el ladrón fuere hallado robando una casa, y fuere herido y muriere, el que lo hirió no será culpado de su muerte.” (Éxodo 22:2 RVR60).

Así que aquellos que hurtaban por la noche, y el dueño les sorprendía, y en medio de la disputa moría el ladrón, la Torá determina que quien hirió al ladrón no sería culpado de la muerte de este, no va a ser considerado asesino aquel que lo mató porque está invadiendo su propiedad.

“Pero si fuere de día, el autor de la muerte será reo de homicidio. El ladrón hará completa restitución; si no tuviere con qué, será vendido por su hurto.” (Éxodo 22:3 RVR60).

No obstante, existe una cláusula que dice: “Si el delito se llevase a cabo a la luz del día y te diste cuenta, no lo puedes matar.” En la noche es diferente porque desconocemos las intenciones que la persona tiene, pero durante el día es más probable que haya testigos. Y pensando en esa época, en la que la gente no vivía en casas aisladas, sino más bien en tiendas contiguas, porque el pueblo de Israel habitaba en tiendas. Así que si alguien intentaba entrar era evidente que sería visto por alguna persona, así como que lo que extrajera de la propiedad no le pertenecía.

Otras versiones.

En donde el versículo 3 menciona “si fuere de día”, existen otras versiones en el hebreo que dicen: “Si se pusiere el sol sobre su rostro”, lo que quiere decir que, si hubo testigos y era de día, no merece morir ya que había sido identificado, pues el verle el rostro facilitaba el atraparlo. Y ahí mismo en el capítulo 3 dice: “hará el ladrón completa restitución y si no tuviera con que, será vendido por su hurto, si fuere hallado con el hurto en la mano vivo, sea buey o asno u oveja, pagará doble.” Aquí se nos habla de otra cláusula, muerte si viene en la oscuridad a robar y pagar el doble si se le atrapa con el hurto.

Imaginemos eso hoy en día; el que se roba un BMW, pagará dos y si no tiene lo suficiente para uno, menos ahora para dos, por lo que debería ser vendido el mismo y así pagar su daño. Por regla general se tiene que pagar el doble o lo que los jueces dictaminen, por eso dice:

En toda clase de fraude, sobre buey, sobre asno, sobre oveja, sobre vestido, y sobre toda cosa perdida, cuando alguien dijere: Esto es mío, la causa de ambos vendrá delante de los jueces; y el que los jueces condenaren, pagará el doble a su prójimo. (Éxodo 22:9 RVR60).

Si el dueño afirmaba: “tú me lo robaste”, y el ladrón decía: “tú me lo prestaste”, y se encerraban en un desacuerdo sin solución, el fin de esa controversia lo dictaminarían los jueces, y en este caso el Sanedrín.

Conclusión
Esta es una regla muy simple, pero nos habla de la justicia, todo ladrón debe pagar y si no pagaba aquí en esta tierra, lo pagará en el Olam Habá (mundo por venir). Al Eterno no se le escapa nada y no va a perdonar a aquel que le roba a Él o a los hijos de su pueblo. Imagínense si en el aspecto terrenal por una oveja se pagaba cuatro o cinco, cuánto más será a aquel que le robe directamente al Eterno.

Cuando se lleve a cabo una corte celestial y estemos delante de Él, comencemos a hacer cuentas, como en la parábola, y se conozca cuánto le hemos robado, y nuestra defensa sea decir: “yo no fui”, si eres culpable, ahí estará la sentencia y tendremos que pagar. Es importante considerar que siempre se va a llevar a cabo la justicia del Eterno, no lo olvidemos nunca.

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