Mandamiento 27

No hacer esculturas para idolatría.

“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”. (Éxodo 20:4–6. RVR1960).

Explicación del mandamiento:

Estas son las palabras que el pueblo hebreo escuchó en el desierto del Sinaí, casi tres meses después de haber salido de Egipto. Lo que vemos aquí es una prohibición absoluta y total, sin ambigüedades. Tal prohibición consiste en no fabricar objetos destinados para ser adorados, ya sea para que nosotros mismos efectuemos tal adoración, así como para que otro la lleve a cabo.

¿Qué es adorar una imagen?

¿Alguno ha estado en el cielo para que conozca que hay allá? Probablemente, solo alcancemos a ver el sol, las estrellas, los cometas, por lo que en muchas personas existe la mentalidad de adorar todos esos astros y considerar que sus vidas están ligadas a ellos. Inclusive hay un culto muy antiguo cuyo objeto de adoración eran los peces, representado por el dios Dagón (dios de la fertilidad). En dicho culto el sacerdote se colocaba un casquete como si fuese un pez, aspecto que en la actualidad se trasladó en la mitra de los obispos romanos, la cual posee una especie de boca de pescado. Ese es un ejemplo de las reminiscencias de lo que el hombre ha hecho. No obstante, la prohibición es muy clara: no hacer imagen de lo que creas que está arriba, ni en la tierra, ni en las aguas, ni debajo de la tierra.

Dios compara la idolatría con una expresión de maldad
“…No te inclinarás a ellas ni las honrarás porque yo soy el Señor tu Dios, fuerte, celoso que visito la maldad…” (Éxodo 20:5 RV60)

En el texto anterior se habla específicamente del mandamiento previamente mencionado. Cometer un acto de idolatría es un acto de maldad. Esto se puede entender de una forma simple y sencilla, ya que, si adoramos algo que no es el Creador, nos dañamos a nosotros mismos; si hacemos algo para que otro adore, estoy haciendo maldad; y si alguien hace cosas para que yo adore, y se beneficia de alguna forma, estamos haciendo maldad. Idolatría es maldad.

La idolatría es un acto de aborrecimiento a Dios
“…visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen…” (Éxodo 29:5 RV60)
Cometer un acto de idolatría, es aborrecer a Dios, y Dios lo toma en cuenta. Si yo enseño a mi esposa a idolatrar, después enseñaremos a nuestros hijos a idolatrar, y en consecuencia, nuestros hijos enseñarán a los nietos a idolatrar, debido a que la idolatría es transmitida por generaciones, lo que traerá como consecuencia el juicio para cada una de ellas. Hay juicio para el que empieza, juicio para los hijos, para los nietos y para los bisnietos. No es algo que no se pueda revertir, sino que como en algún momento le ha sucedido a algunos, dependiendo del contexto de donde provengan, han reconsiderado y se han apartado de todo aquello que representa idolatría.

El Eterno nos perdona

El Eterno puede perdonar y Él es amplio en perdonar, si obedecemos este mandamiento y nos apartamos de construir cosas para adorar y evitamos adorar cosas que no sean el Eterno, entonces Él se comporta de una manera misericordiosa.
“Y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.” (Éxodo 20:6 RV60)Hay misericordia, hay bendición para millares y no de personas, sino también millares de generaciones. Por tanto, enseñar a nuestros hijos la adoración al Dios verdadero es equivalente a construir un legado de bendiciones por parte de Dios. La acción de “apartarnos de la idolatría”, El Eterno la compara a amarle de una manera correcta, es una expresión de nuestro amor hacia Él. Ser idólatra acarrea juicio no solo contra nosotros mismos, sino para nuestros hijos, nietos, bisnietos, mientras que apartarse de ella representa bendecir a nuestros descendientes.
Este mandamiento tiene aún muchas más implicaciones, las cuales estudiaremos a detalle a continuación.

¿Cómo es Dios?

Retrocediendo unos 3,500 años atrás, los hijos de Israel nacieron en el exilio, es decir, nacieron en Egipto. Sin embargo, a través de la lectura de la Torá podemos entender que tenían conocimiento de sus padres, conocían al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, por lo que esperaron la manifestación de su Dios. Lo conocieron, por que sus padres les enseñaron generación tras generación, hasta el momento en el que El Eterno se manifestó para sacarlos de Egipto.

Ahora, ¿se habrán imaginado como podía ser Dios? Ellos crecieron en el exilio, sabiendo de la existencia de ese Dios, y durante el proceso de la liberación de la esclavitud de Egipto, fueron testigos de portentosos acontecimientos sobrenaturales como las plagas. Las plagas no podían explicarse de otra manera, fueron testigos vivenciales de un acontecimiento que no se ha repetido nunca en ningún otro momento de la historia ni en otra parte del mundo. Han existido plagas aisladas o similares, pero nunca con la intensidad, frecuencia y simultaneidad, como fue en este caso. Esto por supuesto tenía un objetivo, y durante la salida de Egipto al pueblo le quedó perfectamente claro: que todo aquello de lo que fueron testigos, fue obra total y absoluta del Creador, debido a lo portentoso y espectacularidad de los impresionantes milagros manifestados.

Ejemplo de humildad

El pueblo tuvo una cabeza visible, Moshé (Moisés), pero él jamás se atribuyó algo como hecho por su propia fuerza o capacidad. Moshé se cuidó mucho de ese detalle, y nunca se adjudicó ninguno de los milagros. Nunca dijo cosas como: “ahora voy a hacer caer tinieblas”, sino que simplemente decía: “va a ocurrir tal cosa”. Esa fue la manera en la que realizó la obra para Dios.

¿Por qué Dios prohíbe hacer esculturas para la idolatría?

Es importante recordar que estamos hablando de hace más de 3,500 años atrás. En primer lugar, los hijos de Israel conocían de la existencia del Dios de Israel. En segundo lugar, ellos vieron las manifestaciones del poder de El Eterno durante su liberación de Egipto. Posteriormente, El Eterno les da este mandamiento casi tres meses después de haber sido liberados, prohibiéndoles hacer imágenes o semejanza alguna, para evitar que cometan idolatría.

¿A quién le gustaría ver a Dios?

A todos nos gustaría ver a Dios. Es decir, nos gustaría saber cómo es, conocer su aspecto, contemplarlo por medio de nuestros ojos. Inclusive, a riesgo de parecer arrogantes, nos gustaría tocar a Dios. Esta pregunta no se trata del hecho de si conocerlo es posible o no, simplemente es una pregunta que expresa un deseo muy profundo, un anhelo en el corazón de cualquier ser humano. Todos anhelamos conocer a Dios; no obstante, la posibilidad de este hecho es un tema que no vamos a tratar en esta ocasión. Para explicar esto tomemos un ejemplo: imaginemos una cortina, y detrás de esta cortina se encuentra alguien que nosotros no conocemos, ¿cómo podemos saber cómo es el que está atrás? Existen dos alternativas: suposición o adivinación. Sin embargo, hay una tercera opción para saber cómo es el que está atrás: permitiendo que sea él mismo quien se describa.

Conceptos fundamentales en la relación de Dios con Israel:

¿Qué es lo que sucedió en la realidad hace 3.500 años y que es vigente hasta el día de hoy, en la relación de Dios con Israel y de Israel con Dios? Esto es muy importante tenerlo muy en cuenta.
“Y Moisés subió a Dios; y el Señor lo llamó desde el monte, (está hablando desde el monte Sinaí,) diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel”. (Éxodo 19:3 RV60)
Moshé siempre fue el intermediario entre Dios e Israel. Él no lo veía, pero lo escuchaba, El Eterno le hablaba a Moshé, y él iba y le comunicaba al pueblo. Dios le ordenaba: “Y así dirás a la casa de los hijos de Israel”, de tal manera que siempre fue el intermediario entre Dios e Israel.
“Entonces el Señor dijo a Moshé: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre”. (Éxodo 19-9 RV60)
Aquí podemos entender que Moisés era el que escuchaba la voz de Dios, pero Dios estaba planeando algo en el cual él se iba a expresar de una manera directa al pueblo, dice: “Yo vengo a ti en una nube espesa”, (como describimos con el ejemplo de la cortina previamente mencionado), y dice: “Para que el pueblo oiga (no era para que el pueblo vea), mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre”.

Todo el monte del Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como un humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera”. (Éxodo 19:18 RV60)

Y habló Dios todas estas palabras diciendo. (Éxodo 20:1 RV60)
La manera en como Dios se relacionaba con Israel era a través de Moshé cuando le decía: “Tú escucha, ve y diles”. Pero llegó el momento en el que él dijo que se presentaría ante los hijos de Israel y lo hizo en una nube espesa, con el propósito de que el pueblo oyera también al Eterno. De tal manera que lo que vemos en el capítulo 20, fue el momento en que Dios descendió al monte, mandó a Moisés a que bajara y fue entonces que Dios empezó a hablar. Estos diez mandamientos fueron escuchados por una multitud de aproximadamente entre dos y tres millones de personas que estaban al pie del monte. Estos mandamientos fueron dados directamente por medio de la palabra de Dios que ellos escucharon, no es algo que fuera dado en forma de piedras, o tablas de piedra, sino que fueron dados de una manera totalmente directa.

Por tanto, lo importante a resaltar aquí es que es fundamental cimentar nuestra fe en el Eterno, de acuerdo a lo que Él ha revelado de sí mismo. Durante la salida de Egipto al pueblo le quedó claro que todo lo sucedido fue obra del Creador, por lo que, partiendo de este fundamento, el concepto en sus mentes respecto a los atributos del supremo Creador, hizo total concordancia con lo que Él mismo enseñó de su personalidad en los diez mandamientos. Por otro lado, ocurre todo lo contrario con los gentiles, los cuales atribuyen al Omnipotente características y conceptos de acuerdo a su limitada mente humana, imaginando, inventando, por medio de especulación filosófica, basada en simples razonamientos, lo cual produce falsas ideas con respecto al Eterno.

Conclusión

El concepto hebreo sobre el Creador se basa en la descripción que el Eterno hace de sí mismo en la Torá. Por lo cual, conocemos a Dios porque Él es el misericordioso, es el que todo lo puede, el Omnipotente, es el Todopoderoso, Dios es bueno, Dios es Padre Supremo, es la Roca, es el Escudo, es el Galardón y un sin fin más de atributos que conocemos de ese alguien que se encuentra detrás del velo y poco a poco nos va describiendo de manera detallada cómo es Él.

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