1. No vender a perpetuidad un campo de la tierra de Israel.

  2. Reintegrar la tierra a sus dueños originales en el año del jubileo.

“La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo. Por tanto, en toda la tierra de vuestra posesión otorgaréis rescate a la tierra.” (Levítico 25:23 RV 60)

Explicación del mandamiento:

Estos dos mandamientos están sumamente relacionados, por eso es que serán analizados juntos y son mandamientos que históricamente se han interpretado como mandamientos que solamente se aplican a la tierra de Israel, y el mandamiento 339 que encontramos en Levítico 25:23 lo encontramos muy literal.

La tierra no se podía vender a perpetuidad, no se podían hacer contratos de compra, venta de la tierra en el que no se otorgara fecha de vencimiento y nosotros sabemos que esa fecha de vencimiento es cada 50 años, esa es la fecha que el Eterno marcó como la fecha de jubileo y es lo que el verso 24 afirma aunque aquí no lo dice de manera específica sabemos que en el año 50, las tierras regresaban a sus dueños originales.

Entonces la idea de otorgar rescate a la tierra es que no se impidiera, simplemente que el dueño original tomara posesión una vez más de esa tierra, algunos ven en este pasaje que el dueño tendría que pagar por rescatarla; sin embargo, cuando estudiamos dentro de otros mandamientos el año del jubileo vemos que la tierra se tenía que regresar de manera íntegra a los dueños originales.

Este mandamiento, aunque pudiéramos pensar que no tiene mucha aplicación en donde radicamos o incluso para nuestros días, ya que aún en la tierra de Israel no se aplica esto porque Israel, a pesar de tener la Torá, no se rige completamente, prácticamente en muchos aspectos no se rigen con base en la Escritura.

Sin embargo, es importante conocer esto porque esto va a aplicar en un futuro y por ello me gustaría reflexionar un poco.

Primero, lo que dice el verso 23: “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues ustedes son forasteros y extranjeros delante de mí”. Entonces, tenemos que entender el primer punto: nosotros somos extranjeros delante del Eterno, aún a pesar de que Él nos hizo y Él nos formó, delante de Él somos extranjeros, y eso me parece que fue la actitud que tomaron los Patriarcas.

Aquellos que caminaban en esta tierra, aunque les fue dada la promesa y no la recibieron de manera completa, ellos sabían que el Eterno no estaba en deuda, que el Eterno no tenía ninguna deuda con ellos, porque ellos eran extranjeros dondequiera que habitaran y a dondequiera que fueran.

El llamado a recordar la promesa de la tierra y vivir como extranjeros en perspectiva de la eternidad.

Estos pasajes que estamos viendo aquí son entregados al pueblo de Israel antes de entrar a la tierra de Canaán, antes de entrar a la tierra prometida, para que no se olvidaran justamente de esta promesa o más bien de este mandato del Señor: “La tierra y su plenitud” como dice el Salmo 24, y también lo confirma el Salmo 50, y David, cuando está comprando los terrenos donde habría de construirse el Templo, él mismo dice: “¿Quién soy yo, quiénes somos tu pueblo para poder entregarte algo si tú eres el dueño de todo?”. Así que los Patriarcas caminaron con esta idea, vivieron con esta idea de que ellos eran extranjeros y peregrinos aun dentro de la tierra de Israel, delante del Eterno.

Así que, ¿cómo es que cambia nuestro status de extranjeros a hijos? Por puro afecto de su amor, por la adopción que nos da, sin embargo, no deberíamos perder esta idea en nuestro interior, en nuestro corazón, que finalmente Él es el dueño de todo. Y esto lo digo porque el pueblo Judío ha ido de un lado a otro, ha tenido que desplazarse en muchas ocasiones de un país a otro, de una casa a otra por persecuciones, por adversidades y ha aprendido a vivir a lo largo del mundo y al mismo tiempo en ninguna parte; de ahí el dicho dice que es como Judío errante que no tiene casa que no tiene un lugar permanente.

En cierta manera, el vivir como extranjeros también nos hace entender que esto es pasajero, que esta vida no lo es todo y creo que este es el propósito de entender que la tierra no se podía vender a perpetuidad, que no podías entregar así un bien para toda la vida ni comprar un bien para toda la vida.

Hoy en día la sociedad, la economía, gira en base, justamente, también a los bienes raíces, a las propiedades: quien tiene más propiedades tiene más dinero y sigue acumulando más y más dinero. Pero, ¿cómo cambiaría la economía hoy en día si supiéramos que el terreno o la casa que vas a habitar, que vas a comprar, simplemente a los 50 años la tuvieras que devolver? Si le quedaran 35 años o 20 años, pues sin duda tendríamos, si es necesario, el buscar adquirir una casa, pero nuestra perspectiva del tiempo y de la propiedad también sin duda cambiaría.

La perspectiva espiritual de la propiedad y el llamado a reconocer a Dios como dueño de todo.

Hay gente que prácticamente trabaja toda su vida por adquirir una propiedad y, ya que la tiene siente que ya se puede morir en paz, morir tranquilo que ya le va a dejar una heredad, una propiedad a los hijos y efectivamente esa es la idea de que al año 50 se regresaran también los terrenos, se regresaran las propiedades, esto equilibraba la economía porque, por un lado, al que tenía muchos terrenos tenía que devolverlos y eso en cierta manera como volver a empezar, y volver a empezar y volver a trabajar y volver a renovarse y volver a seguir esforzándose

El que tal vez los había perdido tenía una segunda oportunidad de reiniciar, si no él, sus hijos con el terreno original que tenía, como quien dice el Eterno, no quería que nadie se quedara sin casa, que nadie se quedara sin una propiedad, pero tampoco quiere que la gente acumule y acumule y ese es el fin de la vida, el materialismo el querer tener más y nos hace pensar también que solo somos administradores finalmente, porque del Eterno es la tierra y su plenitud.

Él es el dueño de todo; tenemos que reconocer eso en el día a día, incluso nuestro propio cuerpo, nuestra propia vida que Él nos ha dado de su Espíritu, pero nosotros solo somos los administradores de este cuerpo. Entonces parece increíble cómo el Eterno maneja las cosas.

Como Él tiene una visión aun dentro de las cosas materiales, hay un propósito espiritual y pues que el Eterno nos ayude a entender este principio que aún sigue vigente hasta el día de hoy, que Él es el dueño de todas las cosas, que nosotros somos forasteros y extranjeros delante de Él, aun en la misma tierra de Israel y que no debemos aferrarnos tanto a las cosas materiales o a veces en obsesionarnos tanto por tener tantas cosas.

Qué bendición poder llegar a tener una casa, qué bendición poder llegar a tener terrenos, pero que no sea el fin, que no sea para lo que estemos viviendo día a día, basta cada día su propio afán, Yeshua mismo dijo que viéramos a las aves como no siembran ni siegan, ni acumulan en graneros, sin embargo, el Eterno, pues, también las alimenta.

Vislumbrando la redención futura y el establecimiento del reino por medio de Yeshua, nuestro Mesías.

Así que el Eterno nos permita llegar a entender esto y ver esto también de una manera profética, porque si del Eterno es su tierra y su plenitud quiere decir que algún día va a recuperar esta tierra, este mundo que conocemos no está digamos totalmente.

Él no tiene todavía digamos que la propiedad o los documentos, las escrituras de propiedad de la tierra, sabemos que Satanás es quien tiene todo eso actualmente y se lo ofreció a Yeshua en algún momento, le dijo “que todos los reinos que ves son míos, yo te los entrego si postrado me adorares”.

pero algún día regresará el Mesías en un año justamente de jubileo a rescatar la tierra, a redimirla del usurpador, del ladrón y va a venir a tomar y a establecer el control de esta tierra y establecer el reino finalmente como dice ahí en Apocalipsis y eso va a ser emocionante porque por eso la tierra dice que ella gime y está con dolores de parto.

Justamente esperando el momento de su redención y esto es emocionante y esto nos hace ver más allá de esta vida y mirar hacia arriba y esperar la salvación y la redención total que no nada más es de nuestros cuerpos, sino también incluye incluso la tierra de Israel y todo este mundo; así que te invito a que el día de hoy reflexiones en que, a pesar de tener posesiones, solo somos administradores y que delante de nuestro Padre somos extranjeros en este mundo hasta que Él venga y establezca ese reino por medio de Yeshua nuestro Mesías y nuestro redentor.

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