Mandamiento 39

No hacer figuras humanas en relieve.

“No harán conmigo dioses de plata, ni se harán dioses de oro para ustedes mismos.”  (Biblia Kadosh)

 

Explicación del mandamiento

La interpretación de este verso por lo general ha sido el de “no hacer figuras humanas en relieve”. Sin embargo, como leemos, si hay una diferencia muy significativa, entre hacer una figura y considerar dioses de plata o de oro. Hago mención de esto porque más adelante el Eterno instruye a Moshé sobre el hacer unos querubines para el propiciatorio, lo que implica la elaboración de figuras angelicales semejantes al hombre, no obstante, en el judaísmo está totalmente prohibido la construcción de estatuas, imágenes o figuras humanas. 

 

El espíritu del mandamiento

La Torá nos enseña aquí, que el espíritu del mandamiento es no acercarse a la idolatría, y no el no hacer una figura humana como usualmente se ha interpretado. La razón por la que el judaísmo dictamina lo anterior es para establecer un cerco, una medida para evitar caer en la idolatría. Siendo específicos con respecto a la cita de Éxodo en la versión Kadosh, podemos destacar varios puntos. 

  1. No me relacionen con otros dioses: No me pongan como punto de comparación con otro dios. Por ejemplo: “Aquí está éste dios de oro, este de plata y también está este otro Dios”. El Eterno nos dice: “No me relacionen con ninguna otra deidad, como si yo fuera comparable a alguien.” No quiere decir aquí que existen otros dioses, eso ya lo analizamos en el primer mandamiento de la lista de los famosos “diez mandamientos”, sino simplemente era por si alguien llegase a considerar o pensar que hubiese otros dioses, esto evitaba el compararlo y colocar al Eterno junto a esos otros. 
  2. No establezcas jueces en base a su riqueza o poder: La palabra hebrea Elohim, también se traduce como jueces, ángeles, y Yeshua citó un salmo que dice: “El Eterno se sienta junto a los dioses, está sentado ahí juzgando”. Este salmo hace referencia a los jueces. Cuando se habla sobre los jueces de Israel, también se les llama Elohim. Básicamente lo que aquí se expresa es lo siguiente: “No hagas conmigo Elohim o no hagas jueces de plata ni jueces de oro”. Es decir, no eliges a nadie como juez basándose en sus riquezas o su poder. Una persona no puede sobornar mediante el oro y la plata, pero tampoco ser escogida por tener mucho dinero. Tristemente esto no se cumplió en el caso del periodo del Templo, ya que era muy conocido que el sacerdocio se compraba, entonces cada quien hacía sus negociaciones con Roma, y ésta a su vez establecía  los jueces que mejor consideraba, pues la remuneración por ser juez de Israel era muy atractiva.  
  3. No me adores junto a otros dioses: Si el primer punto es, no me relaciones, aquí es, no me adores, no mezcles lo sagrado y lo profano. Es como poner un ídolo a un lado y adorarlo, y colocar al Eterno de otro lado, y también rendirle adoración. 
  4. No hagas figuras sobre mí, ni aun cuando sean de oro o plata: No me hagas a mí, de ninguna manera. No hagas figuras sobre cómo soy, ni de oro ni de plata. “Al Eterno nadie le ha visto jamás” dice en Juan 1:18 (RVR60). Yeshua dijo: “El Eterno es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad.” (Juan 4:24 RVR60). Así que no podemos hacer una figura del Eterno, y si intentamos hacer una representación gráfica física de cómo es el Eterno, no nos acercaríamos ni siquiera un poco a ella. Si tuviéramos que hacer un dibujo del Eterno, ¿cómo lo dibujaríamos? Cualquier cosa que intentaremos hacer, sería totalmente vana e inaceptable. Por eso Él dice: no me hagan de ninguna manera. 
  5. No me sustituyas: No me cambies por oro ni plata, porque el dinero fácilmente se convierte en un dios. Y hay un dicho que dice: “El dinero no compra la felicidad, pero como ayuda”. Y puede ser cierto, pero el punto aquí es que el dinero se convierte en un dios, de hecho es el dios de este mundo, el dios de este siglo, es quien controla y domina la fuerza, la voluntad y el tiempo de la gente. Revisa tu agenda y observa cuantas horas del día pasas pensando, trabajando, esforzándote, sudando, para obtener oro y plata, para obtener dinero. 

 

Estos mandamientos los podemos entender de manera más simple si nos ubicamos en la época del Tabernáculo, el Eterno dio estos mandamientos a Israel antes de entrar a la tierra de Canaán, ya que en esta región ellos iban a ver muchas figuras, deidades, altares. Tal como hoy nos sorprende ver en Israel tantas iglesias católicas llenas de idolatría, mezquitas musulmanas llenas de idolatría, entonces él Eterno nos dice: “Trata de mantener la limpieza, la pureza de tu adoración, y sírveme solo a mí.” Porque llegó un momento cuando hicieron el becerro de oro, moldearon una figura, y dijeron: “Este dios nos sacó de la tierra de Egipto.” Para ellos no era un becerro, sino el mismo Eterno verdadero, el Eterno que se identificó con ellos, que los sacó y es por eso que Él dice no me adores como a uno más, no pongan junto a mí la idolatría. Si lo trasladamos a una forma práctica, esto implicaría no adorar al Eterno en un lugar donde está plagado de idolatría. 

“Y salió Moshé de la ciudad, de la presencia de Faraón, y extendió sus manos al Eterno, y los truenos y el granizo casaron, y no cayó más lluvia sobre la tierra.” (Éxodo 9:33 RVR60).

El comentario rabínico del pasaje anterior cuestiona: ¿por qué dice que Moshé salió de la ciudad? Los rabinos explican que porque él no estuvo dispuesto a orar debido a la idolatría que imperaba en ese lugar. Esto es lo mismo que ponerte a orar en un centro comercial, en una tienda departamental, y te inclinas, oras, no solemos hacerlo porque no es un lugar propicio. Por lo tanto cuando este pasaje nos dice no hagáis dioses de oro y plata, lo hace con el propósito de mantener la santidad. 

 

Conclusión

Por nada de este mundo, llámese oro o plata, sustituyamos al Eterno. Hoy, lo que impera es el oro y la plata, y tristemente se ha ido sustituyendo al Eterno, por ese dios. Revisemos nuestras agendas, nuestras prioridades, y pongamos un alto a nuestro corazón si es que va en camino hacia esa dirección. 

“Porque donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón.” (Mateo 6:21: RVR60).

Este es un mandamiento para reflexionar sobre la santidad, sobre la unicidad, el poder, y el celo del Eterno para con nosotros.

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