Mandamiento 49
Juzgar y sentenciar con multas
“Si algunos riñen, y uno hiere a su prójimo con una piedra o con el puño, y este no muere pero cae en cama, si se levanta y sale apoyado en su bastón, entonces el que lo hirió quedará absuelto y solamente verá que lo curen y lo indemnizará por el tiempo que haya estado sin trabajar.” RVC
Explicación del mandamiento
La Torá siempre tiene presente el cuidado tanto de nuestra propiedad física como material. De acuerdo con estudios de los maestros, hay cinco cosas que nosotros debemos pagar:
- Cuando la lesión o el daño fue causado por daño físico (Nezek).
- Cuando la lesión causó dolor.
- Cuando la lesión causó gastos médicos.
- Cuando la lesión causó ausencia del trabajo (Shevet).
- Cuando la lesión causó humillación.
Había muchas riñas entre la gente del pueblo, por lo que se estableció esta ley para que pudiera protegerse no solo la integridad física sino también la de toda la familia, en caso de que el afectado fuese un hombre ya casado y con hijos. Se habla de un daño físico cuando se cortaba la mano, o una parte del cuerpo. Sin embargo, la Biblia dice ojo por ojo, y esto no quiere decir que le debemos sacar el ojo a aquel que sacó el nuestro, sino que pretende darle el justo valor al daño. Si a alguien le cortaban una mano y esta persona solo contaba con esa mano para mantenerse él y su familia, tenía que ser una humillación equivalente al valor económico que el afectado perdió debido a la lesión. Esto se establece en la actualidad cuando una persona va ante un juez o un juzgado, y le dicen que él debe pagar el daño, por lo que se procede a un litigio. En aquel entonces se llevaba al Sanedrín y se dejaba a consideración de ellos.
Se habla de daño físico, pero estudiando la palabra nos damos cuenta de que también se puede causar daño psicológico, y en muchas ocasiones ni se paga por este daño. Imaginemos lo que significaba perder una pierna o un brazo, por lo que en ese tiempo también se hacía un pago por humillación. Dependiendo de la gravedad, se debían pagar las cinco clases de lesión o daño, o pagar por tres, o tal vez dos, incluso solamente por humillación si solo fue una ofensa que no causó daño físico. Esa era la interpretación de este mandamiento en la cual el Eterno nos lleva a cuidarnos, y también el demostrarnos que Él siempre está al cuidado de nosotros.
“Pues conocemos al que dijo: Mia es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. (Hebreos 10:30 RVR60)
¿Qué entendemos con este versículo? Que desde un principio el Eterno había establecido las leyes y mandamientos para saldar los daños y ofensas, pero aún si en muchas ocasiones no se diera, tenemos que aprender a dejar en sus manos esa justicia para seguir adelante en el camino, lo que nos lleva al siguiente mandamiento:
“Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama al Eterno, ame también a su hermano.” (1ª Juan 4:21 RVR60)
En este versículo Yeshúa cuando habitó en carne entre nosotros, vino a ratificar estos mandamientos para cuidar, no nada más nuestra integridad física y material, sino también la integridad moral y psicológica de todos nuestros hermanos y del prójimo, empezando con nuestra familia.
Conclusión
“Porque cualquiera que guardare toda la Torá, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.” (Santiago 2:10 RVR60)
Entonces aquí nos queda muy claro que ese camino de santidad que buscamos, así como el sacerdocio, debe ser primeramente en nuestro hogar y después con nuestro hermano y nuestro prójimo. Con este mandamiento Yeshúa nos deja muy claro que, aunque queramos guardar la ley, pero faltamos en un solo punto, nos hacemos culpables de todos. Debemos estar buscando siempre el ser parte de su pueblo y guardar cada uno de sus mandamientos, para no caer en uno y ofender toda la ley.
