No retrasarse en cumplir con las promesas, las donaciones, y las ofrendas consagradas a Hashem. Cumplir y mantener todas las promesas expresadas verbalmente.

Cuando haces voto al Señor tu Dios, no tardes en pagarlo; porque ciertamente lo demandará el Señor tu Dios de ti, y sería pecado en ti. Más, cuando te abstengas de prometer, no habrá en ti pecado. Pero lo que hubiere salido de tus labios, lo guardarás y lo cumplirás, conforme lo prometiste al Señor tu Dios, pagando la ofrenda voluntaria que prometiste con tu boca. (Deuteronomio 23:21,23)

Explicación del mandamiento:

Muchos mandamientos están enfocados a los votos. Es decir, un voto es una promesa, algo que nos obliga a cumplirle al Eterno; existen ciertas obligaciones de carácter voluntario, mismas que adquirimos porque hemos hablado, lo hemos dicho, nos hemos comprometido a hacer, sin estar bajo presión de nadie para ser forzados, al contrario, en este mandamiento por regla general son votos que se hacen con meditación, con conocimiento de causa, voluntariamente.

Introducción al mandamiento:

Generalmente, los votos están asociados con cuestiones económicas. En los tiempos del tabernáculo o templo era común llevar algún animal o cosecha de tus cultivos, etc. Y mucho de esto era conforme a la obligación del diezmo. Pero en este caso, estamos hablando algo adicional al diezmo, como ya mencionamos, el diezmo no es un voto, es una obligación por mandamiento dado por el Señor, el voto es algo de carácter voluntario que nos comprometemos hacer.

De hecho, la palabra voto viene de la palabra hebrea nadár (promesa) donde simplemente es una promesa que nos compromete hacer con Dios, es como empeñar tu palabra donde adquirimos una deuda y hasta que no cumplamos esa promesa, ese voto, no eres liberado. Todo esto debemos entender que implica una bendición porque toda persona que cumple su voto es igual bendecida por Dios.

 

¿Qué enseñanza nos quiere transmitir el Señor, respecto a dichas especificaciones en este mandamiento?

En este tipo de temas realmente son pocas las personas que se comprometen a realizar votos al Señor, porque bien sabemos que así como puede traer bendición al cumplir, también es un riesgo al no cumplir. Uno de los puntos a ver es el tiempo para cumplir ¿Cuánto tiempo tengo para cumplir mi voto? Para tener una referencia solo como un punto de partida, en los tiempos del templo ya Dios había establecido un lugar para el templo y sus santas convocaciones, que en este caso es Jerusalén, para muchos israelitas que vivían lejos  de la ciudad de Jerusalén, pues les tomaba días en poder llegar y hacer los preparativos para las santas convocaciones que por mandamiento de Dios se tenían que cumplir o simplemente el asistir al templo en un día normal para presentar lo prometido, entonces las personas que venían de otras partes lejanas dentro de la tierra de Israel a la ciudad de Jerusalén sabían que cualquier situación adversa ya sea: tiempos de guerra, salud, situaciones familiares, etc. La realidad les podía cambiar y eso afectarles para cumplir su voto. Por eso la enseñanza nos muestra que tratemos de hacer votos a nuestro alcance, votos que estén dentro de nuestras posibilidades y no cuestiones tan largas o gravosas que tarde o temprano terminemos por fallar, por eso la advertencia “no tardes en pagarlo” considéralo en mente y tenlo presente como algo que debes hacer con cuidado. 

A veces se nos olvida el poder que tiene nuestras promesas expresadas verbalmente no nada más a Dios, sino también en nuestra relación con nuestro prójimo quizás no exista algún documento escrito de lo prometido, pero debemos entender que nuestra palabra es más que suficiente y Dios le da un gran poder a toda palabra de nuestra boca, y aunque no le cumplamos a nuestro prójimo aparentemente creemos que no pasa nada y más respecto a nuestro hermano (a) en la Fe, que se compromete con uno a cumplir con cosas relacionadas con el servicio de Dios y no lo hace, nos queda mal al no cumplir con alguna actividad relacionada con el servicio congregacional, o no hizo ciertos preparativos, o le dio igual no cumplir ciertos acuerdos en algún ministerio, etc. Y como ya mencionamos, aparentemente creemos que no pasa nada, pero como vemos dentro del mismo mandamiento ya estamos más involucrados ¿Por qué? Por el poder y peso que Dios les da a nuestras palabras al decir algún voto. Porque si una persona no cumple sus promesas a Dios, ¿Por qué creemos que si las cumplirá a nosotros? Y allí nos damos cuenta de que, si no le importa cumplir con aquel que Todo lo ve, Todo lo sabe, que es el Señor Creador del cielo y de la tierra, pues tarde o temprano igual esa persona no cumplirá sus promesas a los demás. Entonces, si debemos considerar esto, como algo que se da constantemente, como se dice: cuando una persona no es agradecida con Dios tarde o temprano, tampoco será agradecida con el prójimo o viceversa. En este caso, sobre las promesas de alguna manera encontramos si una persona no cumple con su prójimo, también va a ser muy común que no cumpla con Dios.

 

Veamos un buen ejemplo:

El acto de Yaakov (Jacob, hijo de Isaac), que levanto una promesa al Eterno, algo que considero al prometer y fue algo que pensó bien y no hablo a la ligera. Veamos en

y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente, el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía. y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, aunque Luz era el nombre de la ciudad primero. E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardaré en este viaje en que voy, y me diere pan para comer, y vestido para vestir,  y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. y esta piedra que he puesto por señal será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti. (Génesis 28: 16-22)

Por eso las promesas debemos de pensarlo bien, si podemos o no cumplirlas, si está a nuestro alcance, por eso mismo dice muy bien el mandamiento: Más cuando te abstengas en prometer no habrá en ti pecado. Es decir, nadie te obliga, nadie te tiene que manipular ni presionar a prometer algo al Señor Dios.

Ahora, nuestro Mesías Yeshua también manifiesto esta idea sobre las promesas y los votos.

Además, habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede. (Mateo 5: 33-37)

 

Conclusión:

No es que esté prohibido jurar o hacer algún tipo de voto, pero si lo hacemos debemos cumplir. Pero debemos analizar todas aquellas cosas que no están bajo nuestro control, sino que son ajenas a nuestra voluntad, donde es mejor no comprometernos a realizar un voto. Si uno es una persona de palabra es más que suficiente y esa es la idea en la cuestión práctica que nos lleva a esto, de no solo pensar que lo que prometemos a Dios es lo único que debemos de cumplir, sino toda aquella palabra que salga con nuestro prójimo también debe ser un compromiso de nuestra parte, todo acuerdo, todo negocio, etc. Como menciona el mandamiento: lo que hubiese salido de tus labios lo guardaras y cumplirás. Debemos de cumplir con Dios y paralelamente con nuestro prójimo, porque escrito esta: Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas y a tu prójimo como a ti mismo. 

 

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“El que recibe enseñanza en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo enseña”

Gálatas 6:6 (RVC)



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