293. El precepto de que el animal a ofrendar tenga 8 días o más de edad.
294. No faenar un animal y su cría en el mismo día.

El becerro o el cordero o la cabra, cuando naciere, siete días estará mamando de su madre; más desde el octavo día en adelante será acepto para ofrenda de sacrificio encendido a Jehová. Y sea vaca u oveja, no degollaréis en un mismo día a ella y a su hijo. (Lev. 22:27-28 RVR60).

Análisis, antecedentes y razón de estos dos mandamientos:

“El buey, o el cordero, o la cabra, cuando naciere, siete días estará mamando de su madre; más desde el octavo día en adelante será acepto para ofrenda de sacrificio encendido al SEÑOR. Y sea buey o carnero, no degollaré en un día a él y a su hijo.” (Lev. 22:27-28 RVR2000).

Vemos en primer lugar en estos dos mandamientos, dos preceptos en el contexto de lo que hablaba el capítulo 22 del libro de Levítico acerca de las ofrendas al Señor y no nada más las ofrendas, se muestra la importancia de los requisitos y cómo se debían de cumplir para que fueran aceptados por Él.

En el mandamiento 293, nos menciona 8 días, pero ¿por qué 8 días?, la razón de este tiempo de ocho días les servía para verificar que el animal a ofrendar no tuviera ningún defecto, como en los versículos anteriores, donde se dice que el animal no tenía que tener ningún defecto.

No tenía que tener rota ninguna pata, ciego, o con algún tipo de magulladura; se inspeccionaba todo el animal, inclusive ya sacrificado el animal, al abrirlo tenían que ver en que condición estaban las vísceras, si había recibido golpes internos y se tenía que verificar si el sacrificio era perfecto hasta en su interior.

Esta aceptación después de los ocho días, era el tiempo necesario que se requería para comprobar si el animal no tenía ningún defecto; cuando nace el becerro no se ve si trae algún tipo de defecto, por ejemplo, si tiene algún problema de ceguera, entre otros.
Esta verificación era un requisito que el señor pedía que realizaran los sacerdotes, la manera correcta de presentar una ofrenda o un sacrificio al Eterno era sin ningún defecto.

Esta manera de sacrificar u ofrendar contrastaba con los sacrificios paganos, en esta época estos sacrificios los hacían apenas saliendo la cría de la madre, esta era sacrificada, no era un sacrificio consciente, porque era de manera emocional, impulsiva e impura como estas tribus paganas vivían, por su impureza no se podían acercar al Señor.

Incluso muchos de estos sacrificios se hacían bajo la influencia de sustancias enervantes que podía ser alcoholizados, drogados o simple y sencillamente llegando a una emoción a un nivel extremo en el que ya no se piensa, haciéndolo por impulso, por el placer del momento y no de una manera consciente.

Se puede ver el contraste entre los sacrificios para el Eterno con muchos requisitos, que se encuentran en el capítulo 22 de Levítico, como hacer un sacrificio u ofrenda, llevando al Pueblo de Israel a un nivel de conciencia superior, sacrificios plenamente conscientes, siendo así, las emociones se ponen a un lado, se hacen por deber y por amor.

Previo a estos dos mandamientos, podemos ver que también se tenía en cuenta la voluntad, la actitud para darlo por amor con una conciencia plena de lo que se está ofrendando, no solamente por emociones. También los ocho días, son paralelos a la creación, al esperar 8 días se demostraba que no se estaba sacrificando a ningún otro dios, sino que se estaba sacrificando a alguien que tiene una trascendencia sobre el tiempo, que es el Eterno, porque si lo sacrificaban el primer día, el primer día en que se creó la luz.

El 8 es un número de trascendencia espiritual, que está fuera de tiempo, dándonos la oportunidad de dedicarlo al Eterno. La madurez que alcanza el animal con la cual se podía ver si era adecuado para el sacrificio al Eterno.

En el versículo 28 vemos el mandamiento 294:

“Y sea buey o carnero, no degollaréis en un día a él y a su hijo.” (Lev. 22:28 RV 2000).

Aquí encontramos un principio con sentido de misericordia, un sentido de piedad del Señor que nos pide que no se hiciera como aquellos pueblos paganos, las tribus que obraban de manera emocional, de forma de impulsiva de hacer las cosas, aquí el Señor te pide, espérate, siempre piensa lo que vas a hacer, todo lo que hagas y más si es un sacrificio para mí siempre hazlo de una manera consciente.

El espíritu de los mandamientos:

Estas condiciones de los sacrificios y de las ofrendas nos llevan a la reflexión, cuando Yeshua nuestro Señor, iba a entregar su vida por nosotros, él tuvo la conciencia plena sabiendo perfectamente lo que estaba haciendo, una conciencia de que entregaba su vida por nosotros, que con su sacrificio Él pagó por nuestros pecados.

Esto nos debería animar a trasladarlo a la actualidad, pensando si estamos viviendo con una conciencia plena o si no lo hacemos, si seguimos viviendo a través de las emociones, de los impulsos, preguntarnos ¿De qué forma vamos a vivir? Si nosotros queremos ser ofrenda viva para el Eterno, si nosotros queremos ofrendar nuestra vida a Él, vivamos con una conciencia plena desde que nos levantamos en la mañana hasta que nos acostamos en la noche, viviendo y consagrando nuestra vida a Él a través de nuestros actos, de nuestras oraciones, de igual manera al celebrar las fiestas.

El ocho también coincide con los días que dura la fiesta de los tabernáculos o de Sucot, que ya está próxima, son ocho días de estar habitando en tiendas, contando con su Presencia, son ocho días viviendo con alegría, aunque para muchos siguen viviendo con mucha tristeza, muchas amargura y como padres no nos damos cuenta de eso y se lo transmitimos a nuestros hijos, a nuestros hijos los que todavía viven con nosotros, aunque también a los que viven ya lejos de nosotros y no, no vivimos con alegría valorando todo lo que el Señor nos ha regalado a través de su sacrificio. Con la tristeza es muy difícil que podamos vivir una vida plena y consciente.

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