“No entregues a un hijo al servicio de la idolatría a Moloc.

“Y no des a tu hijo para ofrecerlo en sacrificio a Moloc; no contamines así el nombre de tu Dios. Yo soy el Señor.” (RV 60)

Análisis del mandamiento:

No entregues a ninguno de tus hijos como ofrenda al dios Moloc; no ofendas así el nombre de tu Dios. Yo soy el Señor. En la antigüedad, se realizaban ofrendas al dios Moloc. Como primera medida, vemos un rasgo muy fuerte de rebeldía y de idolatría. Este mandamiento negativo lo da el Eterno, recalcando por lo que dice el Señor al final del versículo: “Yo Soy el Señor”, poniendo así su firma.

Los mandamientos anteriores a este hacen referencia a las leyes sobre las relaciones sexuales. Este mandamiento se introduce en el versículo 21 al estar hablando de todas las relaciones que no se deben llevar a cabo.

Veamos lo que dice en Levítico 18:24 en la versión Biblia Dios Habla Hoy:

“No se contaminen con ninguna de estas cosas. Con ellas se han contaminado los pueblos que voy a expulsar de la presencia de ustedes.” (DHH)

La razón es que este tipo de rebeldía y de idolatría produce impureza.

Las Consecuencias de la Impureza: La Tierra Reacciona y las Advertencias contra la Idolatría.

Continúa en Levítico 18:25:

“Y también la tierra se contaminó; pero yo les pedí cuentas de su maldad, y la tierra expulsó a sus habitantes.” (DHH)

Vemos cómo inclusive la misma tierra expulsaba a sus habitantes.

Levítico 18:26-27:

“Pero ustedes, los israelitas, y los extranjeros que viven entre ustedes, pongan en práctica mis leyes y decretos, y no cometan ninguno de estos actos infames, pues todas estas infamias las cometieron los que habitaron la tierra antes que ustedes, y la tierra se contaminó.” (DHH)

No solamente es la persona o la familia, sino que inclusive la misma tierra queda contaminada con este tipo de actos o pecados de impureza. Vemos realmente las consecuencias y las causas de este mandamiento negativo: “No entregarás a ninguno de tus hijos como ofrenda al dios Moloc.”

El dios Moloc estaba relacionado en la antigüedad con varios tipos de dioses; entre ellos, era el dios de la fertilidad y la sexualidad. En alguna cultura era conocido como el dios Saturno. Incluso en la actualidad, se siguen realizando ofrendas al Dios Saturno, que en realidad no es un Dios, sino un ídolo.

Protegiendo el Nombre de Dios: Reflexiones sobre la Idolatría y la Responsabilidad Paternal

No ofendas el Nombre de Dios. Nosotros no nos damos cuenta y estamos ofendiendo el Nombre de Dios con nuestros actos. En la actualidad, existen decretos oficiales en muchos países y en algunos estados de la República de México, leyes a favor del aborto. Ya no hay necesidad en la actualidad de encender una hoguera para meter al fuego a un niño o entregarlo a un ídolo con las manos extendidas para ofrendarlo a este ídolo de metal que estaba ardiendo en fuego, al rojo vivo. Lo entregaban al niño, que podía ser su propio hijo, ni siquiera un niño ajeno, sino su propio hijo, al que se le ponía en la boca, y el niño se deslizaba poco a poco hasta que caía en el estómago del ídolo, donde estaba la leña, y es ahí donde se quemaba.

Un padre para llegar a cometer ese acto de abominación, ¿cómo tendría que ser como padres? Si nosotros, siendo padres, con nuestro primer hijo, no queremos ni siquiera que el viento lo toque, ni siquiera que les afecte el aire acondicionado. El estado mental de esos padres, para nosotros, tendría que ser estar drogados o borrachos para llegar a actuar de esta manera. Pero ellos ofrendaban para que hubiera fertilidad, para que hubiera prosperidad en su familia.

Preparación y Responsabilidad Parental: Protegiendo a Nuestros Hijos del Fuego del Mundo.

Ahora no hay necesidad de exponerlos al fuego de esa manera. Los exponemos al fuego al no prepararnos como padres y enviarlos completamente al fuego que es el mundo, sin prepararlos, sin darles bases sólidas, sin que desde su nacimiento crezcan conociendo la Palabra de Dios y la Torá. No es prepararlos para que sean grandes deportistas o tengan éxito en algún oficio; esto va en contra de la Torá. Para prepararlos, debemos observar cuidadosamente nuestras vidas, al igual que observamos la Torá. Primero, debemos tener sabiduría y luego enseñar a nuestros hijos, esforzándonos día a día como buenos padres, cuidando a nuestros hijos para no entregarlos algún día al dios dinero, al dios del placer, al Dios de las comodidades, entre

En Levítico 20:1-2:

“El Señor se dirigió a Moisés y le dijo: «Di a los israelitas lo siguiente: »Cualquier israelita o extranjero que viva en Israel y que entregue alguno de sus hijos al dios Moloc, deberá ser apedreado por la gente del país.” (DHH)

El Señor establece lo que se debe hacer en estos casos.

En Levítico 20:3-8:

“Yo me pondré en contra de ese hombre y lo eliminaré de entre su pueblo, porque ha profanado mi santuario y ha deshonrado mi santo nombre al entregar un hijo suyo a Moloc.

Las Consecuencias de la Desidia y la Corrupción: Un Llamado a la Santidad y a la Observancia de las Leyes Divinas.

Si la gente del país se desentiende del asunto y no condena a muerte a ese hombre, yo me pondré en contra de él y de su familia, y los eliminaré de entre su pueblo junto con todos los que se corrompieron con él y recurrieron a Moloc. Y si alguien recurre a espíritus y adivinos, y se corrompe al seguirlos, yo me pondré en contra de esa persona y la eliminaré de entre su pueblo. »Dedíquense por completo a mí y sean santos, porque yo soy el Señor su Dios. Cumplan y pongan en práctica mis leyes; yo soy el Señor, que los consagra para mí.” (DHH)

El Señor nos indica cómo podemos evitar todo esto.

Veamos en Salmos 106:36-48:

“Adoraron ídolos paganos, lo cual fue causa de su ruina, pues ofrecieron a sus hijos y a sus hijas en sacrificio a esos demonios. Derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos y sus hijas, y la ofrecieron a los dioses de Canaán. La tierra se manchó con su sangre, y ellos se mancharon y prostituyeron con todas sus malas acciones. El Señor se enfureció contra su pueblo, y renegó de ellos, de los que eran suyos; los abandonó en manos de los paganos, y sus enemigos los dominaron; sus enemigos los aplastaron, los humillaron bajo su poder.

Conclusión.

Dios los salvó muchas veces, pero ellos se opusieron a sus planes y se hundieron en su propia maldad. Sin embargo, al verlos angustiados y al escuchar sus lamentos, se acordó de su alianza con ellos y cambió de parecer, porque su amor es muy grande: ¡hizo que incluso sus captores los trataran con bondad! ¡Sálvanos, Señor y Dios nuestro! ¡Reúnenos de entre las naciones para que alabemos tu santo nombre, para que te alabemos con alegría! ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, por toda la eternidad! ¡Que todos digan:! «¡Amén»! ¡Aleluya!” (DHH)

Este mandamiento 208 nos sirve en la actualidad como un recordatorio de nuestra responsabilidad como padres.”

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