Precepto para el leproso de ofrendar un sacrificio, después de haber sanado de su afección.

El día octavo tomará dos corderos sin defecto, y una cordera de un año sin tacha, y tres décimas de efa de flor de harina para ofrenda amasada con aceite, y un log de aceite. Y el sacerdote que le purifica presentará delante de Jehová al que se ha de limpiar, con aquellas cosas, a la puerta del tabernáculo de reunión; y tomará el sacerdote un cordero y lo ofrecerá por la culpa, con el log de aceite, y lo mecerá como ofrenda mecida delante de Jehová. Y degollará el cordero en el lugar donde se degüella el sacrificio por el pecado y el holocausto, en el lugar del santuario; porque como la víctima por el pecado, así también la víctima por la culpa es del sacerdote; es cosa muy sagrada. Y el sacerdote tomará de la sangre de la víctima por la culpa, y la pondrá el sacerdote sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho. Asimismo el sacerdote tomará del log de aceite, y lo echará sobre la palma de su mano izquierda, y mojará su dedo derecho en el aceite que tiene en su mano izquierda, y esparcirá del aceite con su dedo siete veces delante de Jehová. Y de lo que quedare del aceite que tiene en su mano, pondrá el sacerdote sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho, encima de la sangre del sacrificio por la culpa. Y lo que quedare del aceite que tiene en su mano, lo pondrá sobre la cabeza del que se purifica; y hará el sacerdote expiación por él delante de Jehová. Ofrecerá luego el sacerdote el sacrificio por el pecado, y hará expiación por el que se ha de purificar de su inmundicia; y después degollará el holocausto, y hará subir el sacerdote el holocausto y la ofrenda sobre el altar. Así hará el sacerdote expiación por él, y será limpio. (Levítico 14:10-20 RVR60)

Explicación del mandamiento.

De los versículos anteriores podemos extraer algunos puntos importantes:

El sanar de la lepra era un verdadero milagro que evidenciaba la misericordia y bondad de Dios.

La ofrenda se presentaba una vez que el leproso era declarado limpio, con lo cual podemos aprender que el Eterno busca una vida dedicada a Él como agradecimiento a la salvación de una muerte, ya que eso representa el holocausto, un símbolo de dedicación total al Señor.

De la misma manera que se les ponía sangre en el lóbulo de la oreja derecha, en el pulgar de la mano derecha y en el pulgar del pie derecho a los sacerdotes cuando estos eran ungidos para su oficio, así también se hacía lo mismo con las personas sanadas de lepra, pues en un sentido, también fungirían como sacerdotes de su hogar.
Todo esto se realizaría en el día octavo, debido a que este representa un pacto entre Dios y el hombre, de la misma manera que los niños eran circuncidados al octavo día.

Conclusión:

Así como en Lucas 17:11-19 vemos el milagro de sanidad de 10 leprosos, pero solamente uno regresó a dar gloria y gracias al Mesías, debemos ser agradecidos con el Eterno por el milagro de haber limpiado nuestra vida de la lepra en la que vivimos algún día, por habernos salvado de nuestra condición de muerte y condenación eterna. Imitemos a este hombre y tengamos una actitud de gratitud cada día de nuestra vida.

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