¿DEBO HONRAR A UN PADRE QUE NO ES RESPETABLE?

Una pregunta muy peculiar que nos hizo llegar un joven: ¿debo honrar a un padre que no es respetable? Vivimos en un mundo alejado del Eterno y tristemente no todos los padres viven acorde a los principios de la Torá. Incluso, no son pocos los que no solo viven alejados de las normas de la Torá, sino que sus acciones van totalmente en contra de esta. Eso es algo que tenemos que reconocer y aceptar. Tal vez algunos de los que llegaron a ser padres antes de conocer al Eterno y sus caminos, vivían conforme a los principios del mundo y muy lejos de la Palabra y, eso definitivamente, trae consecuencias que muchas veces se reflejan con las personas que tenemos más cerca, con las que más amamos y, en este caso, pueden ser los hijos. 

También se puede dar el caso que, en una familia, el hijo decide no seguir el camino de sus padres (cabe aclarar que cuando yo mencione padres, puede ser el padre o la madre, es una forma general de referirnos a ambos), aunque los padres tuvieron la oportunidad de reconocer y arrepentirse y tomar los caminos del Eterno. Entonces, sabiendo el contraste, así como la vida que llevan los padres y el hijo conoce de la Palabra, el planteamiento me parece bastante interesante y además bastante frecuente, porque van a suscitarse situaciones en las que se dé este conflicto. ¿Aun así, debo honrar a un padre cuando vive, incluso, en contra de las leyes de la Torá? Muchos hijos al crecer y con el pasar de los años se han alejado de sus padres, por considerar que no deben honrar a un padre que vive deshonrando la Escritura y al Eterno.

EL 5TO MANDAMIENTO “KIBUD AV VAEM” (HONRA A LOS PADRES)

Vamos a examinar lo que dice la Escritura con respecto a esta pregunta. Creo que todos identificamos que el tema de honrar a los padres es uno de los llamados “Diez mandamientos” o “10 Declaraciones”. 

Leamos Éxodo 20:12:

 “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.” (Éxodo 20:12 RVR60).

 Yo creo que es uno de los versículos más conocidos por todos y de los primeros que los niños deben aprender en la escuela bíblica. Así de concreto lo plantea la Torá: ¡es un mandato! 

En Deuteronomio 5:16:

 “Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.” (Deuteronomio 5:16 RVR60). 

Este mandamiento de honrar a los padres en hebreo se conoce como: “kibud av vaem”, (honra a los padres). De hecho, entre las dos tablas de los diez mandamientos, se considera que la primera tabla, que contenía los primeros 4 mandamientos, están basados en nuestra relación con el Eterno. Y la segunda tabla, que contenía del 5to al 10mo mandamiento, están basados en nuestra relación con el prójimo. 

Me parece interesante que la Torá nos dice que la honra a los padres es como inicia nuestra relación con el prójimo. Y no hay otra manera de empezar nuestra relación con el prójimo desde que nacemos, si no es a través de nuestros padres. No hay una persona más cercana a una creatura que sus padres en los primeros años. Una persona puede pasar su vida sin casarse o sin tener hijos, pero es imposible que no tenga o no haya tenido padres. Entonces, esta relación siempre va a existir, aun cuando se encuentren separados, el vínculo siempre se mantendrá. 

El punto aquí es, que nuestra relación con el prójimo, el amor a nuestro prójimo, está vinculado en esta segunda tabla al primer mandamiento escrito en ella, que es: “Honra a tu padre y a tu madre”. Y parece ser lógico porque las primeras personas con las que nos vinculamos con el mundo y la sociedad son nuestros padres. Por ende, Dios establece este principio de honrar a los padres por encima de cualquier otra relación. Y, prácticamente, aunque más adelante lo explique la Escritura, que debemos dar honra a muchas otras figuras de autoridad, los padres siempre tienen la preeminencia. ¿Cuándo cambia esta relación? Cuando la persona se casa. Y por eso, dice la Torá también: “Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Al ser una sola carne, esto nos habla de una relación más profunda, más íntima, aún más estrecha que la que se tiene con los padres. Por eso, es hasta ese momento, que hay una separación necesaria. 

¿QUÉ ES HONRAR?

Honrar del heb. “Kabed” (H3513); raíz primaria de kabod (honra); sentir peso, como sentir que estás cargando algo, en sentido malo y en sentido bueno. Se traduce de formas muy diversas como: honra, carga, tanto en positivo como negativo. ¿Cómo es que una palabra puede implicar ambos sentidos? Más que sentido bueno o malo, es como lo percibimos nosotros, como algo favorable o algo gravoso. Esta es la cuestión y esto aplica para todos los mandamientos en general. De ahí, que mucha gente rechace los mandamientos, porque su percepción es que son muy difíciles, pesados, dan flojera. Pero si lo vemos desde otra perspectiva como: bendición, deleite y libertad, entonces, los vamos a ver de otra manera. 

El honrar a los padres es uno de los mandamientos más importantes y, si lo vemos y abrazamos con fe, va a ser de enorme bendición. Si lo vemos en otro sentido, es decir, desde la carne, siempre va a ser complejo. De hecho, los mismos rabinos estipulan que este es uno de los mandamientos más complicados y difíciles de guardar, porque por naturaleza somos rebeldes y buscamos rebelarnos a las autoridades que Dios ha establecido. Y, las primeras autoridades que Él estableció sobre cada persona son los padres. Entonces, son el blanco de toda la rebelión que traemos. 

Hay gente que hace muchas cosas malas porque se rebela contra Dios, pero indirectamente los que pagan los platos rotos, son los padres. ¿Cómo podemos honrar a los padres? No quiero meterme mucho en esto, porque pudiera ser la respuesta a otra pregunta, pero hay muchísimas formas, pues todos los días debemos honrar a los padres.

Vamos a ir viendo con ejemplos:

  • Respetándolos 
  • Dándoles su lugar
  • Dedicándoles tiempo
  • Apoyándolos económicamente 
  • Escuchándolos
  • Obedeciéndolos
  • Ayudándolos cuando lo necesiten 

Todos los jóvenes, no se tapen los ojos, no se hagan como que quieren ir por ahí y se levanten por algo a la cocina. No, quédense y lean lo que nos enseña la palabra “kabed” en sí, que la Torá nos muestra que la honra a los padres es algo que pesa sobre los hijos. Y, de alguna manera, se ha comprobado que traemos dentro del chip, que nacemos con esta idea intrínsecamente, con este principio de que les debemos honrar y respeto; así como temor (reverente) a los padres. Dios lo dispuso así. Entonces, lo que debemos hacer es seguir esos principios que ya están establecidos y fortalecerlos, porque el mundo no va a ayudarnos nunca en ese sentido. Más bien, la tendencia del hombre y la corriente del mundo, nos van a llevar a sentir que el peso de este mandamiento es muy gravoso, adverso y algo terrible de llevar. 

Dios lo puso ahí, la cuestión es: ¿cómo lo aplico?, ¿cómo lo desarrollo? Me llama mucho la atención que, en Marcos, capítulo 7 y en Mateo, capítulo 15, hay una discusión primeramente sobe el día de reposo. Dice que los discípulos de Yeshua estaban tomando espigas en el día de “Shabat” (Día de reposo) y no se habían hecho “netilat yadaim” (lavado ritual de manos), según las normas y la “halajá” (interpretación de la ley oral) fariseas y se desata la discusión con los fariseos sobre este tema. Y Yeshua no se queda callado y les pregunta: ¿y ustedes por qué invalidan el mandamiento de Dios por su tradición? Y ellos responden: ¿cuál mandamiento? Yeshua les responde precisamente con este mandamiento, porque la Torá dice: Honra a tu padre y a tu madre y ustedes les enseñan a los discípulos que ya no ayuden más a sus padres, porque toda esa ofrenda o dinero que pudieron haberles dado, ya está consagrada, por tanto, es “korbán” (hacer sagrado). Para aclarar el detalle, Yeshua no está hablando del diezmo, porque a veces se mal interpreta. Simplemente, está hablando de una ofrenda adicional, “tzedaká” (solidaridad o justicia) o un apoyo que pudieran entregar a sus padres, y el rabino les decía: No, tú trae tu ofrenda al Templo o a la sinagoga. Entonces, se deshonra en ese sentido a los padres por guardar una tradición de hombres. 

Es importante que nosotros, como padres, inculquemos y enseñemos a nuestros hijos a honrarnos. No es algo que, aunque Dios lo haya establecido, no debamos hacer nada y esperar que el niño o el joven desarrolle esta honra. Debemos inculcarla y sembrarla para que realmente perdure. 

Y los ejemplos mencionados, son solo algunas formas de cómo se debe honrar a los padres. Pero debemos inculcar a los hijos a que nos honren como padres. 

HONRAR NO ES ESTAR DE ACUERDO    

Ahora, no hemos abordado de lleno la pregunta. ¿Qué debo hacer si mi padre lleva una vida totalmente ajena a la Escritura? ¿Debo yo, darle honra y guardar este precepto como lo guardaría cualquier otro hijo, cuyo padre vive acorde a la Palabra? 

Primero debemos mencionar que honrar a los padres, no significa que estés siempre de acuerdo con ellos. Hay padres que, lejos de llevar una vida acorde a la Torá, han lastimado a sus hijos, se han comportado de tal forma que han dejado heridas muy profundas, los han agraviado, los han abandonado y han cometido gran cantidad de pecados contra ellos, que prácticamente son irreparables, excepto por el Eterno, ya que Él puede restaurar todo, pero quedan cicatrices muy profundas. Entonces, hay mucho resentimiento en la sociedad y hay muchas personas que, aun en edad adulta, siguen cargando con muchas heridas provocadas en su infancia por los padres. Por tanto, hablar de este tema o sugerirles que tienen que honrarlos y respetarlos, les es muy fuerte, casi imposible. A veces, la salida más fácil para esto es distanciarse de ellos.

Sin embargo, la Torá no está limitada por eso, ni nos exime a nosotros en ese sentido, para honrar a nuestros padres. Aunque hay diferentes opiniones sobre si un hijo debe honrar a un padre que es malvado, el consenso es que está obligado a respetarlo y honrarlo a pesar de todo. El respeto a los padres se considera que es la base para el respeto propio, es decir, el auto respeto. Si no somos capaces de respetar a aquellos que nos dieron la vida, difícilmente tendremos respeto por nosotros mismos y tampoco otros nos respetarán. Y también hay un principio muy importante de por qué debemos honrar a los padres y es, si un hijo no es capaz de honrar a un padre, no podemos esperar que termine honrando a un Dios Padre, porque finalmente Dios asume la misma figura paterna que humanamente tenemos con nuestro padre. Por algo, Dios se reveló de esa manera. Dios se pudo haber quedado como una figura lejana que no jugara un rol tan personal. Pero decidió revelarse como un Padre para nosotros y por eso, yo creo que este es uno de los mandamientos más importantes en nuestra vida. Si no somos capaces de honrar a nuestros padres, vamos a terminar por deshonrar a nuestro Dios.

Debemos dejar claro que honrar a un padre no significa que estemos de acuerdo con él, ni tampoco justifica sus malas acciones. Algún día, todos los padres daremos cuenta al Eterno. Algún día, estaremos delante de Dios para dar cuenta de nuestras acciones como padres. Y honrarlo, tampoco significa que eso le haga automáticamente una buena persona o que los hijos pierdan su dignidad porque se les respete y honre. Tenemos que reconocer algo: Nadie evidentemente escoge a sus padres y tampoco ningún padre o una persona en general, es completamente perversa o malvada. Todos podemos pensar en muchos rasgos positivos de nuestros padres y, si no lo has hecho, yo te invito a que pienses en algo bueno que haya hecho. Eso es una forma de ayudarnos a enfocarnos en poder honrarlos. Siempre hay algo, por muy mínimo que nos haga sentir el valor de esa persona. Y debemos aceptar el hecho de que somos producto y el resultado de ellos. Decir ellos son lo peor, pues entonces tú fuiste un resultado de eso peor. Finalmente, no importa cuán diferente seas de ellos, ni cuanto hagas para evitar sus errores, nunca podrás cambiar el hecho de que son tus padres. Te puedes cambiar los apellidos, pero no te puedes cambiar la sangre. Entonces, sean o hayan sido como fuesen, son tus padres y procedes de ellos y debes aceptarlo. El simple hecho de haber generado tu existencia, debiera ser suficiente motivo para honrarles y respetarles. Puedes no estar de acuerdo con la vida que han llevado y sus decisiones, pero por el hecho de haberte dado la vida, eso tiene un valor y tú eres importante para Dios. 

LA HONRA NO DEBERÍA DEPENDER DEL PADRE      

La honra hacia los padres no debe depender de lo que el padre haga. Por supuesto que eso ayuda al cumplimiento del mandamiento y es lo ideal. La idea es que, si un hijo vive cerca de Dios, el padre viva cerca de Él también y que como núcleo familiar estén justamente caminando, siguiendo la Escritura y los principios del Eterno. Pero estamos hablando de un padre que simplemente no conoció o se alejó de Dios y un hijo que sí lo conoce. La honra a los padres no se aplica en virtud de sus méritos. Es decir, cuando haga cosas dignas, según el criterio de los hijos para ser honrado, entonces se les honrará. No podemos pensar de esa manera, ni considerar eso para entonces honrar a los padres. Se considera que por el simple hecho de que es un mandato divino, es decir, como un soldado que obedece una orden, eso debiera ser suficiente para nosotros hacerlo. Sin requerir nada más. 

El apóstol Pablo compartía en Efesios capítulo 6 acerca del principio de honrar a los padres. Yeshua también habló en Mateo, capítulo 15 del mismo principio. Y, como decía yo, al honrar a los padres, honramos también a Dios. Pero si no honramos a nuestros padres, no podemos honrar al Eterno. Algún día me compartió una persona que cuando un hijo no es obediente a sus padres, va a ser muy difícil que pueda ser obediente a Dios. Como dice la Escritura, si no lo puede hacer en lo poco, tampoco lo podrá hacer en lo mucho. Si no lo puede hacer con un padre que lo está viendo, menos lo va a hacer con un padre que el hijo cree que no le está viendo. Si nos portamos mal sabiendo que tenemos un padre o una madre y que nos pueden “cachar” en nuestra mala conducta, cuando no estén nuestros padres, ya sea porque hayan muerto o porque ya nos fuimos de casa y pensamos que no tenemos por qué rendirles cuentas, si actuamos así con ellos, mucho más con Dios. Este debiera ser suficiente motivo para considerar honrar a los padres porque, caso contrario, no podríamos honrar a Dios. Una persona que honra a sus padres está honrando al Eterno y esta honra, a veces, dice mucho más que otros aspectos. Podemos usar tzit-tzit (flecos del talit de oración) larguísimos o unos “tefilín” (cajas de cuero negro) impresionantes, pero estos principios no los podemos dejar a un lado. 

Si hablamos de la segunda tabla de los diez mandamientos que están relacionados con nuestro prójimo, pues los padres son los más próximos. Prójimo tiene que ver con la palabra próximo, es decir, con la persona más cercana a uno, exceptuando a la esposa e hijos en la edad adulta, los padres siguen siendo nuestros prójimos porque siguen siendo las personas más cercanas. Y, me llama mucho la atención, que Dios no establece el mandamiento como: “Ama a tus padres”, aunque por supuesto, está implícito cuando dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Pero con respecto al mandamiento de los padres es específico: “Honra a tu padre y a tu madre”, también luego dice: “Teme a tus padres”, se complementa lo uno con lo otro. Pero, en este caso, no estamos hablando que Dios haya dicho, ama a tus padres, sino honra a tus padres. Y yo sé que hay casos muy particulares y difíciles de hijos que crecieron con padres que abusaron de ellos, los abandonaron, los hirieron y tantas heridas que provocaron estas situaciones. Pero se dice que mientras más difícil o complicado de guardar sea un mandamiento, mayor recompensa tendremos. 

Además, hay una recompensa por guardar este mandamiento de honrar a los padres y que el apóstol Pablo lo menciona como el primer mandamiento con promesa. ¿Cuál es esa promesa? Largos años de vida o largura de años y que nos irá bien en todo. Así que, no es cualquier cosa lo que nos está prometiendo Dios y si Él lo está prometiendo, entonces lo va a cumplir. ¿Quién no quiere que le vaya bien en la vida o tener largura de días? Y lo opuesto también es verdad: si los deshonramos, nuestros días serán acortados y también seremos maldecidos. Ese era el temor de Jacob cuando engañó a su padre y se lo dijo a su mamá, quien lo estaba alentando para que él recibiera la bendición del primogénito. Su madre le dijo a Jacob: Haz lo que te digo o la que te va a maldecir, soy yo. Pero Jacob argüía: Si se da cuenta mi papá, en lugar de bendición, recibiré maldición. 

Dice Deuteronomio 27:16:

 “Maldito el que deshonrare a su padre o a su madre. Y dirá todo el pueblo: Amén.” (Deuteronomio 27:16 RVR60).

 Para que nadie diga que no escuchó y todos lo confirmen. Así que es muy contrastante este mandamiento, porque no hay puntos medios: no se puede estar a ¼ o en 1/3 de la honra, pues si los estás honrando hay bendición, pero si no los estás honrando entonces habrá maldición. Así que, es el momento de hacer un examen de conciencia y reflexionar, aunque estés en un momento complicado o te sea difícil hacerlo.

HONRAR A LOS PADRES PARA QUE NUESTROS HIJOS NOS HONREN  

Pero reflexiona en esto: si tú no honras a tus padres, ¿por qué tus hijos o tus nietos tendrían que hacerlo? ¿Cómo puede pedir un padre en un futuro a sus hijos, algo que él mismo no hace? A veces, Dios nos trata fuerte como padres cuando tenemos hijos rebeldes, que no se comportan, que no nos hacen caso, que se van sin avisar y que nos contestan mal. Entonces, lo mejor que podríamos hacer es reflexionar en: ¿cómo me comporté yo cuando era hijo pequeño? O ¿Cómo estoy honrando a mis padres actualmente? Finalmente, no somos mejores que nuestros hijos y tal vez, hayamos tomado mejores decisiones, pero no implica que seamos mejores que ellos porque no vivimos en sus circunstancias y no hemos estado en sus zapatos cuando han fallado o se han equivocado y, por eso, no entendemos por qué hacen ciertas cosas en su vida. Pero, si tú has entendido y vivido el amor de Dios a través de la Palabra o has escuchado la voz del Eterno, yo te invito a que este mandamiento, lo apliques, lo guardes, lo atesores, como uno de los más importantes en tu vida. Ya que es uno de los mandamientos con mayor peso. 

Yo sé que los padres quisiéramos que los hijos nos honraran en automático, pero como les decía, es importante reforzar el amor, el temor y la honra en ellos, para que en un futuro les sea más fácil hacerlo. Y, dirigiéndome a los padres, les digo: No les hagamos más gravoso el mandamiento. Recuerden la raíz de la palabra kabod, puede implicar algo bueno o algo malo, pero que definitivamente conlleva un peso o un yugo que se carga. Y, si nosotros vivimos honrando a nuestros padres, si seguimos esta cadena y honramos también a nuestro Padre Celestial, viviendo acorde a la Torá, si le obedecemos, si guardamos sus mandamientos, le vamos a facilitar a nuestros hijos que guarden este mandamiento. Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos tenido conflicto con nuestros padres, aun en hogares donde se estudia la Palabra, porque el “yetzer hara” (inclinación congénita a hacer el mal), sin duda cuenta y juega un papel muy importante y, en muchos casos nuestra naturaleza rebelde, mostrada desde los días de Adán y Eva, nos empuja a hacer lo contrario a la voluntad del Eterno. Entonces, yo te invito, como a mí mismo, a que como padres vivamos una vida que les ayude a nuestros hijos en la tarea de honrarnos. 

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CategoríaPaternidad
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