¿POR QUÉ AMÁN ODIABA A LOS JUDÍOS? 

Probablemente, para algunos parezca obvio y más cuando vemos la historia de Purim, en la que siempre debiera haber un villano y, en este caso, le tocó Amán. Pero, ¿qué hay más allá? ¿Por qué este odio tan profundo que finalmente termina en una idea horrible? Igual y no lo dimensionamos en la Fiesta de Purim o no reflexionamos en la trascendencia de lo que sucedió en aquellos días. Pero imagina que tu vida estuviera igualmente amenazada y pedimos al Eterno nos libre, pero si así fuera, qué triste y complicado porque nuestra vida, o la de aquellos que amamos, estaría en riesgo. Y esto es lo que estaba en juego, la vida de un pueblo y esto realmente sucedió. No es un cuento de hadas, sucedió cuando los judíos se encontraban en el exilio en el Imperio Persa. Hoy nos podemos disfrazar y disfrutar, pero no debemos de olvidar esto. Uno de los principales personajes de la historia es Amán y de no haber sido por sus intenciones y acciones, no tendríamos la historia de Purim. 

ANTISEMITISMO    

Esta historia es uno de los más clásicos ejemplos de antisemitismo, el cual ha sido objeto de estudio para muchos académicos desde el punto de vista social y psicológico. Y, ¿por qué ha existido históricamente esta animadversión hacia los judíos? ¿Cuál es el origen o la motivación de ese odio que ha trascendido generaciones y generaciones? Uno de los últimos y más recordados antisemitas, es Hitler, una figura más de ese Amán, pero en años recientes. 

El odio de Amán hacia los judíos, prácticamente no se explica en el libro de Ester, pero sabemos que detrás de toda acción hay una motivación. ¿Cuál era la motivación de Amán y por qué fue tan fuerte que llegó al punto del genocidio? Una de las evidencias de este odio tan grande, es que mandó construir una horca de 24 m aproximadamente para colgar a Mardoqueo porque quería que se viera, que fuera público y que todo el mundo se diera cuenta de que en ella moriría este último. Esta acción es el ejemplo de todo lo que había en el corazón de este hombre, evidentemente además del plan de genocidio. 

Pero hay que ir más atrás y buscar las raíces profundas de este odio tan irracional que se manifiesta de la forma más terrible en el libro de Ester, donde podemos leer hacia donde se puede ir el odio, hasta donde se puede manifestar el antisemitismo, pero gracias a la intervención divina, no se llega a concretar. 

LA AMISTAD ENTRE AMÁN Y MARDOQUEO 

Dicen los psicoanalistas que muchas de las problemáticas que presenta una persona, son justamente por sus raíces, su infancia, sus primeros años. Ahí es donde encontraremos las posibles razones del porqué. Aquí, en este caso, el libro de Ester, no nos narra o detalla la razón de este odio de Amán hacia los judíos. De acuerdo con el judaísmo, hay ciertas razones y viene de una larga tradición sobre el odio entre Amán y Mordejai (Mardoqueo) y que se traslada o proyecta hacia todos los judíos. 

De acuerdo con la tradición judía, se dice que Amán y Mardoqueo se conocieron de jóvenes y ambos eran soldados del Imperio Persa. En su juventud lucharon en el mismo ejército (ya que pertenecían al mismo Imperio). Y es muy probable, que Amán y Mardoqueo se conocieran de antes, porque cuando leemos que Mardoqueo estaba a las puertas del Palacio, a veces, nos ponen la figura como si estuviera sentado mendigando. Pero Mardoqueo era una figura relevante dentro del Palacio y del Imperio y para el Rey. Por supuesto que tenía que compartir ciertas situaciones y actos políticos con Amán. La cuestión es que Amán fue escalando hasta que se convirtió en el segundo del reino, aunque no sabemos cómo fue. Volviendo a la tradición judía, se dice que ambos eran soldados en su juventud y en una ocasión, durante una misión, por ciertas circunstancias, quedaron aislados, a punto de morir y sin provisiones. Cuando Amán está a punto de morir de sed en el desierto, Mardoqueo le comparte de sus provisiones, a cambio de que se hiciera su siervo. Un poco al estilo de Jacob y Esaú: me estoy muriendo de hambre, no aguanto más y Jacob le pide a cambio de un plato de lentejas, su primogenitura, a lo que Esaú cede con tal de comer. Algo similar pudo haber sucedido entre Mardoqueo y Amán. El caso es que ahí no había documentos como para firmar el acuerdo, así que Amán le firmó en la suela del zapato a Mardoqueo: Yo Amán me convertiré en el siervo del rabino Mardoqueo, el judío. 

Entonces, cuando Amán caminaba a las puertas del palacio y pedía que todos se inclinaran a los pies de él, Mardoqueo no se inclinaba. Y se dice, que Amán también portaba un ídolo. Unos dicen que estaba en el anillo y otros dicen que era un dije en una cadena. Así que, cuando él pedía que se inclinaran, era para que lo hicieran ante este ídolo. Lo que era una razón más para que cuando Amán pasara, Mardoqueo no se inclinara y dicen que, incluso hasta levantaba la pierna y le decía, mira, aquí está el zapato con lo que tú firmaste. Por lo que más coraje le daba a Amán y le hervía la sangre. De ahí surge el odio que tenía Amán hacia Mardoqueo y que lo traslada hacia todos los judíos. 

Aunque esto haya sido así, el plan de un genocidio sigue siendo desproporcional por un rencor de la juventud. 

LAS RAÍCES DEL CONFLICTO         

Vamos a buscar las raíces más profundas de este conflicto en la Biblia; así como las razones para considerar de donde vino este terrible odio y vamos a aprender algunos principios importantes sobre ello.

Leamos Génesis 5:22-23:

 “Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová; y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servirá al menor. (Génesis 5:22-23 RVR60). 

 El contexto es cuando Rebeca se encuentra embarazada y siente una situación extraña e irregular dentro de ella. Y sabemos que estos versos se refieren a Jacob y Esaú. Este es el origen de la historia que aun antes de que nacieran ya había esta separación y desde el vientre se estaban peleando. Ya estaba armándose la guerra aun antes de que nacieran. 

Sigamos avanzando en la cronología: sabemos que la relación entre Jacob y Esaú se fue deteriorando, cada uno tenía un temperamento muy diferente y cada uno de los padres tomó preferencia de uno sobre el otro al ir pasando los años. Y conocemos la famosa historia cuando primero le vende Esaú la primogenitura a Jacob por un plato de lentejas y, posteriormente, cuando Jacob toma la bendición de Esaú, al tomar su lugar ante su padre Isaac. Leemos las consecuencias en Génesis 27:41-45:

 “Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob. Y fueron dichas a Rebeca las palabras de Esaú su hijo mayor; y ella envió y llamó a Jacob su hijo menor, y le dijo: He aquí, Esaú tu hermano se consuela acerca de ti con la idea de matarte. Ahora pues, hijo mío, obedece a mi voz; levántate y huye a casa de Labán mi hermano en Harán, y mora con él algunos días, hasta que el enojo de tu hermano se mitigue; hasta que se aplaque la ira de tu hermano contra ti, y olvide lo que le has hecho; yo enviaré entonces, y te traeré de allá. ¿Por qué seré privada de vosotros ambos en un día?” (Génesis 27:41-45 RVR60).

 Aquí vemos que la situación no fue mejorando, sino al contrario, fue empeorando a tal grado que Esaú ya hizo saber de manera pública que el día que se muriera su padre, mataría a su hermano. Esa es la razón por la que Jacob se tiene que ir y muchos años después regresa habiendo una aparente reconciliación en Génesis 33, donde le informan que viene su hermano Esaú con cuatrocientos hombres y Jacob tiene miedo, divide el campamento en dos, luego lucha con un ángel y al final se da este abrazo entre hermanos y hay una ligera reconciliación. Sin embargo, ahí mismo leemos que Jacob no cree del todo en la conversión de Esaú y decide tomar otro camino y ya no se vuelven a encontrar con la idea de vivir juntos. 

AMALEC: EL NIETO FAVORITO DE ESAÚ 

Como todas las personas, al final mueren y los descendientes de Esaú terminan heredando ese odio hacia la descendencia de Jacob. 

Leamos Génesis 36:12:

 “Y Timna fue concubina de Elifaz hijo de Esaú, y ella le dio a luz a Amalec; estos son los hijos de Ada, mujer de Esaú.” (Génesis 36:12 RVR60). 

Es el capítulo que habla de la descendencia de Esaú y siempre ha llamado la atención el porqué la Torá le dedica un capítulo completo a alguien como Esaú, cuando podría haber otros muchos relatos que se pudieron dejar expuestos. Pero se da este espacio de plasmar el nombre de todos los descendientes de Esaú y es en el verso 12, donde queda un nombre que trascendería: Amalec. 

Y, según la tradición judía, Amalec fue el nieto favorito de Esaú y se dice de este, que antes de morir le dijo a su nieto joven: Muchas veces he querido destruir a mi hermano Jacob, pero no he podido. Tú te encargarás de vengarme de mi hermano. A lo que Amalec respondió: Padre mío, si tú no has podido contra Jacob, ¿cómo podré lograrlo yo? Y Esaú, le descubrió un secreto. Esta será tu estrategia la cual enseñarás a tu descendencia: Cada vez que observes que sus manos se debilitan, atácalo por la espalda y lo vencerás. Se dice que Amalec fue un hombre muy longevo que vivió muchos años y si bien, no fue él, algún descendiente directo de él fue el que terminó por atacar a los hijos de Israel, cuando estos salieron de Egipto. Los emboscó en el desierto junto a Refidim, el cual es un lugar clave. Estamos yendo hacia atrás, tratando de encontrar la raíz de este odio, así que vamos a Éxodo 17:1-8:

 “Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin por sus jornadas, conforme al mandamiento de Jehová, y acamparon en Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese. Y altercó el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Jehová? Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados? Entonces clamó Moisés a Jehová, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me apedrearán. Y Jehová dijo a Moisés: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara con que golpeaste el río, y ve. He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel. Y llamó el nombre de aquel lugar, Masah y Meriba, por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron a Jehová, diciendo: Está, pues, Jehová entre nosotros, ¿o no? Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.” (Éxodo 17:1-8 RVR60).

 Evidentemente, ya salieron de Egipto, todos los hijos de Israel, las doce tribus y sabemos que el común denominador de este período en el desierto, fueron las quejas, las murmuraciones, las rebeliones y la aquí narrada fue de las primeras. Y la pregunta de si está Dios con ellos o no, denota esa falta de fe, falta de confianza y como una rebelión hacia Dios, porque si Él no está, es como si estuvieran en abandono y reclamando. Entonces inmediatamente después vino Amalec (el mismo personaje o descendiente directo del nieto de Esaú) y peleó contra ellos en Refidim, que es un acróstico en Hebreo de la expresión: “Sus manos se debilitaron”. Cuando el pueblo comenzó con las quejas, surgieron las divisiones, rebeliones y con ello, una debilidad espiritual. Porque las manos representan nuestra fortaleza. Entonces, es la oportunidad que encuentra Amalec para atacar a Israel. Y ese fue el consejo que le dio Esaú en su momento. 

Continuamos en Éxodo 17:9-16:

Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; más cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada. Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo. Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová- nisi; y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación.” (Éxodo 17:9-16 RVR60).

 Siempre habría guerra contra Amalec, no habría una generación que no le toque luchar contra ellos. Hasta que llegara un Josué con esa misión de borrarlo de la tierra. Esto es trascendental, ya que desde aquí está profetizado: porque la mano de Amalec se levantó no solo contra el pueblo de Dios, sino contra su trono. 

Aquí empezamos a rastrear que se levantó una figura contra el trono de Dios y entonces, se suscitó una guerra entre el Eterno y Amalec de generación en generación. Por tanto, empiezan a darse forma las raíces del odio de Amán y de todo este conflicto que no ha terminado. Leímos que este suceso se da en Refidim, donde se debilitaban las manos en el contexto de que el pueblo comenzó a quejarse, a murmurar y dividirse. Unos estaban con Moisés, otros no. Y eso es lo que exactamente vio Amán en su tiempo en el pueblo judío. 

Leamos Ester 3:8:

 “Y dijo Amán al rey Asuero: Hay un pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes del rey, y al rey nada le beneficia el dejarlos vivir.” (Ester 3:8 RVR60).

 Este es el argumento que toma Amán para persuadir al Rey Asuero de que emita este famoso decreto en el cual se extermine a todos los judíos. 

Primero vemos que plantea: este pueblo es diferente. Lo que puede ser igual a peligroso. Como estos son diferentes, entonces son peligrosos porque no se alinean a todas las reglas de los planteamientos, filosofía y lineamientos del reino. Todas estas personas son malas porque no se someten a las autoridades del Imperio. Como detalle, Amán menciona que hay un pueblo esparcido. Esta palabra viene de la raíz enemistada o descarriado. ¿Qué sucedía en aquellos días? Que los mismos judíos estaban descarriados y apartados del Eterno, pero también como enemistados entre ellos. Esta fue una de las motivaciones para Amán: esta gente hasta entre ellos se pelean, no se aguantan el uno al otro, se la pasan murmurando, quejándose, no se toleran. Algo bastante similar a la generación que le tocó a Moisés y que luchó contra Amalec. ¡La misma situación! El enemigo nos está observando, está al acecho como león rugiente, que está cazando, agazapado para aprovechar el momento de atacar a aquellos que andan separados o esparcidos del grupo. 

También dice: hay un pueblo esparcido y distribuido. Lo que quiere decir: separados. Son situaciones similares que vio el enemigo Amalec y Amán en su tiempo para aventarse a atacar. Aprovechando el momento en que estaban más débiles por la queja, la murmuración y la rebelión que nos alejan de Dios y nos debilitan espiritualmente. La guerra contra Amalec estaba lejos de terminar ahí. Leamos el decreto que estableció el Eterno para las futuras generaciones una vez que se establecieran en la tierra de Israel o en la tierra de Canaán, aunque habrían de pasar muchos años para poderlo llevar a cabo. Deuteronomio 25:17-19:

 “Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto; de cómo te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios. Por tanto, cuando Jehová tu Dios te dé descanso de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad para que la poseas, borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo; no lo olvides. (Deuteronomio 25:17-19 RVR60).

 Varias veces la Torá menciona: Acuérdate, no te olvides de lo que hizo Amalec, porque es un enemigo de Dios. Y como es el enemigo, sin esperar un ataque frontal, atacó por detrás, cobardemente. Y los que iban más atrás eran las personas mayores, los niños, enfermos y a ellos atacó. Y este verso deriva en tres mandamientos: 603, 604 y 605, que tienen relación directa con esto por lo trascendental que fue para Dios. Todo tiene un tiempo, a todo le llega su hora, incluso a la venganza del Eterno. Como vimos, Amalec los atacó cuando iban saliendo de Egipto, antes del Sinaí. Los atacó a traición. 

Cuando otras naciones atacaron a Israel para defender su territorio, Amalec los atacó solo por el motivo del odio. Esa es una gran diferencia con otras guerras o batallas que tuvo el pueblo de Israel. El odio de Amalec era una herencia, por lo que debemos estar conscientes del odio que podemos dejar si no limpiamos nuestro corazón. De las peores herencias que podríamos dejar a nuestra descendencia, sería el odio, el rencor y la amargura hacia otros. 

LA MISIÓN DE SAÚL VS AMALEC

Esta lucha tiene un trasfondo espiritual y aproximadamente 250 años después, un rey de Israel, cuando finalmente se establece la monarquía y habían logrado tener paz. Se le da al rey Saúl la oportunidad, por decir así, la gran prueba para él, que está descrita en 1 Samuel 15:1-4 / 7-9:

 “Después Samuel dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos. Saúl, pues, convocó al pueblo y les pasó revista en Telaim, doscientos mil de a pie, y diez mil hombres de Judá.

  7 Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto.
Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada. Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron.” (RVR60).

 Sabemos que esta decisión de Saúl trajo consecuencias graves y drásticas, porque entonces, viene palabra de Dios a Samuel y le dice que debe ir a ajustar cuentas con Saúl, y este es el evento que provoca que el Eterno deseche a Saúl como rey. Esta desobediencia le costó el reino al rey Saúl porque no midió y no se dio cuenta de lo que Dios le estaba pidiendo. Posiblemente, consideró que como trofeo de la victoria o para su propia conveniencia y orgullo, podría exhibir ante el pueblo al rey Agag. Pero, no se trataba de eso, sino de obedecer. De ahí la famosa frase: “el Eterno prefiere la obediencia a los sacrificios”.

Entonces, la idea era esta, Dios habría de juzgar y castigar en ese momento a Amalec, pero Saúl tomó esta decisión en la que no solo le costó el reino, sino que se dice que la esposa del rey Agag, escapa de ser prisionera de guerra, pero ya estaba embarazada llevando en ella la semilla del odio contra el pueblo de Israel. Otra posibilidad puede ser, que pasó cierto tiempo y como a la reina no la mataron, vino Amán, que es un descendiente directo del mismísimo rey Agag y, por tanto, de Amalec. Y aquí están las raíces de ese odio de Amán hacia Israel. Entonces, podemos notar cómo la desobediencia de Saúl trajo, hasta los días en que los judíos se encontraban en el exilio, una persona que estuvo a punto de destruirlos a todos. Él no quiso destruir a Amalec, entonces, ahora, la consecuencia más trágica sería el genocidio de todo el pueblo judío. 

¿A qué apunta todo esto? Si aún nos fuéramos un poco más atrás de la época de Agag, de Amalec, de Esaú, ¿quién finalmente es el padre de este odio, el padre de la mentira que se levantó contra el trono de Dios? ¡Satanás! Él es la figura y personaje que está detrás del antisemitismo, de todo el odio y todos los planes de genocidio. No puede haber otro más que el espíritu de satanás que quiere destruir a la descendencia de Eva, pues sabe que un descendiente de ella le dará un golpe mortal en la cabeza.

LO QUE ENFURECE A AMÁN  

Ahí está la raíz y esta es la explicación que podemos rastrear en la Palabra, de por qué tanto odio de este personaje Amán contra Mardoqueo y contra todos los judíos. Pues lo que más enfurecía a Amán era que Mardoqueo no se doblegaba ante él. Leamos este testimonio tan importante en el libro de Ester 5:9-14:

 Y salió Amán aquel día contento y alegre de corazón; pero cuando vio a Mardoqueo a la puerta del palacio del rey, que no se levantaba ni se movía de su lugar, se llenó de ira contra Mardoqueo. Pero se refrenó Amán y vino a su casa, y mandó llamar a sus amigos y a Zeres su mujer, y les refirió Amán la gloria de sus riquezas, y la multitud de sus hijos, y todas las cosas con que el rey le había engrandecido, y con que le había honrado sobre los príncipes y siervos del rey. Y añadió Amán: También la reina Ester a ninguno hizo venir con el rey al banquete que ella dispuso, sino a mí; y también para mañana estoy convidado por ella con el rey. Pero todo esto de nada me sirve cada vez que veo al judío Mardoqueo sentado a la puerta del rey. Y le dijo Zeres su mujer y todos sus amigos: Hagan una horca de cincuenta codos de altura, y mañana di al rey que cuelguen a Mardoqueo en ella; y entra alegre con el rey al banquete. Y agradó esto a los ojos de Amán, e hizo preparar la horca. (Ester 5:9-14 RVR60).

 Aquí ya está el plan de Amán en marcha para la destrucción de los judíos, pero también ya estaba en marcha el plan de Ester para salvarlos. En estos versos es cuando viene la invitación al banquete por parte de Ester. Humanamente en este momento, Amán tenía prácticamente todo lo que cualquiera hubiese querido, nada más no era el rey, porque no era del linaje Persa, pero ya había ciertas ambiciones en él que se dejaron ver cuando le sugirió al Rey Asuero que debía honrar al hombre que lo había salvado, haciendo que lo sentaran en su caballo real, portando la ropa y corona reales también. Era terrible la ambición que tenía, pues teniéndolo todo, su odio era tan grande que permitió que por solo una persona que no se inclinaba delante de él, llevarían todos los demás judíos, las consecuencias. 

Eso era lo que enfurecía a Amán, no podía soportar que un hombre fuera más fiel a Dios, a sus principios y a la Torá, a tal grado que no estaba dispuesto a postrarse delante de un ídolo o simplemente a él. Cuando satanás ve a alguien que está libre de las ataduras de hombres, que no se inclinan a los valores de este mundo, que no se alinean a las leyes del mundo; como le decía Amán al rey, este pueblo tiene otras leyes, no comen lo mismo, no celebran lo mismo, no quieren descansar como descansamos todos, están en contra del sistema, hay que destruirlos. Eso le enfurece a satanás, ver a hombres y mujeres que amen al Eterno, que estén dispuestos a dar su vida por Él y que no se dejen remover por los principios establecidos en la Tora. ¿Qué hace satanás? Le empieza a echar leña a la hoguera hasta que es un fuego que ya no se puede apagar. Aviva los peores sentimientos de una persona. Es como lo que sucedió con Judas Iscariote, él tenía esta mala intención y satanás alimenta y alimenta esta idea para que lleve a cabo ciertas acciones. Lo mismo sucedió en este caso con Amán y, nos puede pasar a cualquiera, por eso dice la biblia: “No se ponga el sol sobre vuestro enojo”. No permitas que el enojo te dure y dure porque satanás va a estar echando más leña y combustible para que eso siga creciendo.

Otra cosa que aprendemos de esta historia es que, cuando no estamos dispuestos a doblegarnos a los principios de este mundo, sino al Eterno, enojamos a satanás y no podemos negar que en algún momento pueda venir alguna persecución. Pero recordemos que tenemos a Aquel que nos amó y por el cual somos más que vencedores. 

Así que también la historia de Purim nos deja lecciones muy importantes sobre la fe, la confianza en el Eterno de que siempre está ahí y que no debemos temer lo que nos pueda hacer el hombre porque estamos en sus manos. Por tanto, yo te invito a que confíes en Dios de todo tu corazón y no tengas miedo de lo que pueda venir y lo que pueda hacer el hombre, pues Dios siempre está velando por su pueblo. 

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CategoríaOrgullo
  1. Gracias por tan importante información.bendiciones

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