¿POR QUÉ SALOMÓN PECÓ A PESAR DE SU SABIDURÍA? 

Hoy vamos a estudiar por qué Salomón pecó a pesar del entendimiento que Dios le pudo dar. Pues si de algo tenía fama, Salomón era de su sabiduría y conocimiento en muchas áreas de la vida. Sin embargo, también pasa a la historia Salomón por otros aspectos que no podemos olvidar, como las obras que hizo con esa sabiduría, así como muchos aspectos memorables en su vida. Salomón es uno de los personajes más importantes en la Biblia. A cualquiera de nosotros nos hubiera gustado pasar al menos cinco o diez minutos con él. Era la persona más indicada para llevar a cabo este estudio de Respuestas en la Biblia y él hubiera tenido todas las respuestas a cada una de las preguntas que pudiésemos tener. 

Sabemos que Salomón fue hijo del Rey David, del cual heredó directamente el trono. Sin embargo, al inicio de su gobierno, él reconoció su incapacidad y el no sentirse seguro para gobernar, pues eran unas sandalias muy difíciles de llenar, un hueco muy grande que dejó David, un yugo muy pesado por llevar. Así que, orando, le pidió al Eterno, le dotara de sabiduría para poder gobernar y Él le dotó de una sabiduría que podríamos decir que fue sobrenatural.

SALOMÓN: SABIDURÍA, RIQUEZA Y PAZ  

Y podríamos decir que, dentro de los aspectos memorables, Salomón pasa a la historia como uno de los hombres más ricos en el mundo. Dios permitió que acumulara mucha riqueza como ningún rey antes y como posiblemente ninguno después en la tierra de Israel. Dice en el primer libro de Reyes, capítulo 10, verso 23: Que así excedía el Rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riqueza y sabiduría. También dice que Dios le dio a Salomón paz por todos los alrededores, durante la mayor parte del tiempo de su reinado, lo que le trajo mucha fama y mucha gente acudía a verlo, a escucharlo y a honrarlo y le presentaban tributos, honores y honra. 

En 1ª Reyes 10:24-25:

 “Toda la tierra procuraba ver la cara de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón. Y todos le llevaban cada año sus presentes: alhajas de oro y de plata, vestidos, armas, especias aromáticas, caballos y mulos”. (RVR60).

 Definitivamente, traspasaron las fronteras su fama y conocimiento, de ahí que llegaran multitudes de todas partes para conocerlo. También Salomón pasa a la historia porque escribió muchos Mishlé (Proverbios), el libro de Shir HaShirim (Cantar de los Cantares), así como Kohélet (Eclesiastés). Además de muchos proyectos de construcción como: el Beit Hamikdash (Templo de Jerusalén) que fue su obra más trascendental y para toda la tierra de Israel. 

LAS MUJERES DE SALOMÓN 

Y tampoco podemos negar que Salomón ha pasado a la historia, porque probablemente haya sido el hombre con mayor cantidad de esposas (700) y 300 concubinas, es decir, mil mujeres. Muchas de ellas extranjeras, que fueron las que finalmente lo llevaron a caer en pecado. Y, en ¿qué pecados cayó Salomón? ¿Cómo pudo un hombre tan sabio y con un corazón, al inicio, tan humilde y sencillo, caer? Sobre todo, en el pecado que nos vamos a enfocar. 

UN PECADO CON TRASCENDENCIA  

Yo creo que es una pregunta que, en algún momento, nos hemos llegado a plantear: ¿cómo un hombre con tanta sabiduría reconocida pudo llegar a caer? Pues vamos a buscar la respuesta en la misma Palabra. Que la Escritura nos conteste el porqué de esta situación que me parece que requiere de un análisis. Como ya comenté, gran parte de la fama de Salomón se debía a la gran cantidad de esposas y concubinas que tenía y, aunque no vamos a hablar en este estudio de esta cuestión de las mujeres ni de la poligamia, pues ya se abordó en otro estudio dentro de la serie Respuestas en la Biblia, por lo que te invito a que lo busques en nuestro canal. Más bien nos vamos a enfocar en otro tipo de pecado que traería una trascendencia histórica para Israel.

Leamos 1 Reyes 11:1-13:

 “Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas; gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor. Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón. Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David. Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas. E hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová como David su padre. Entonces edificó Salomón un lugar alto a Quemos, ídolo abominable de Moab, en el monte que está enfrente de Jerusalén, y a Moloc, ídolo abominable de los hijos de Amón. Así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses. Y se enojó Jehová contra Salomón, por cuanto su corazón se había apartado de Jehová Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces, y le había mandado acerca de esto, que no siguiese a dioses ajenos; más él no guardó lo que le mandó Jehová. Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo. Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo. Pero no romperé todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén, la cual yo he elegido”. (RVR60). 

Y en los siguientes versos explica los diferentes adversarios que levantó Dios para Salomón, tanto en lo político como en la cuestión bélica y territorial. Por tanto, se muestran las consecuencias que vendrían por este pecado. 

Aquí vemos la trascendencia de haberse apartado Salomón de los caminos del Eterno, por lo que directamente le dice, voy a dividir el reino en dos, los voy a separar y voy a entregarte una parte a ti, pero la otra parte sería para alguien más que evidentemente no sería su hijo, sino alguno de sus siervos. Entonces, vemos que las consecuencias tendrían que llegar y, el pecado principal que causaría estos estragos en la vida de Salomón y en la nación de Israel, derivado de todas las mujeres que tomó Salomón, es, finalmente, la Avodá Zará (idolatría o servicio y culto a dioses ajenos). Por tanto, se cumple el famoso dicho: “La recompensa por guardar un mandamiento, es otro mandamiento; así como la recompensa por una transgresión es otra transgresión”. Ciertamente, el pecado de Salomón inicia con el tomar estas mujeres extranjeras que terminarían por inclinar su corazón hacia la idolatría y a apartarse de los caminos de Dios. El pecado siempre lleva un proceso. Curiosamente, el pecado siempre se puede rastrear hacia atrás, porque si vamos analizando podemos encontrar el origen donde comenzó. Podemos hablar mucho de dónde comienza el pecado de Salomón, pero lo que nos dice aquí directamente es que, fue por tomar mujeres extranjeras que derivaron en apartar su corazón del Eterno y llevarlo a la idolatría. 

NO HAY EXCEPCIÓN ANTES EL PECADO 

Aquí hay muchas lecciones para considerar en nuestras vidas. No necesitamos tener 700 esposas como para suponer que podríamos llegar a caer o cometer pecados como los de Salomón. Vamos a rastrear y a darnos cuenta de que, ante el pecado, no hay acepción de personas. No hay un solo caso en el que podamos decir: ¡A mí no me va a suceder! O, simple y sencillamente, esto no va a aplicar conmigo. El Rey Salomón, sin duda, el más sabio de toda la tierra, entendido en muchos aspectos de la vida, no quedó exento de caer. Así que lo debemos tener todos muy presente. Ante el pecado no hay acepciones y nadie puede sentir que pasará exento de una transgresión, ni de las consecuencias que derivan de ello. 

Vamos a leer los antecedentes y a ver que la Biblia es muy clara. Dios no juzga si primero no hay un aviso. No castiga si no hay una advertencia previa. En este caso, vamos a la Torá, la ley que escribió Moisés, en Deuteronomio 17:14-19:

“Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová, tu Dios te da, y tomes posesión de ella y la habites, y digas: Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis alrededores; ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere; de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti; no podrás poner sobre ti a hombre extranjero, que no sea tu hermano. Pero él no aumentará para sí caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto con el fin de aumentar caballos; porque Jehová os ha dicho: No volváis nunca por este camino. 17 Ni tomará para sí muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe; ni plata ni oro amontonará para sí en abundancia. Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas; y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra;” (RVR60).

 Con tantas mujeres, ¿a qué hora le iba a dar tiempo a Salomón de hacer su transcripción de la Torá y hacer sus lecturas? Seguramente estaba muy ocupado en varios asuntos. Pero, aquí vemos la raíz del problema original, del porqué no debía justamente hacer esto Salomón. 

El autor del libro de los Reyes no deja lugar a dudas sobre la caída de Salomón: “gentes de las cuales El Eterno había dicho a los hijos de Israel que no se juntaran”. Ahora leamos en Éxodo 34:12-17:

 “Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de entrar, para que no sean tropezadero en medio de ti. Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Asera. Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es. Por tanto, no harás alianza con los moradores de aquella tierra; porque fornicarán en pos de sus dioses, y ofrecerán sacrificios a sus dioses, y te invitarán, y comerás de sus sacrificios; o tomando de sus hijas para tus hijos, y fornicando sus hijas en pos de sus dioses, harán fornicar también a tus hijos en pos de los dioses de ellas. No te harás dioses de fundición”. (RVR60).

 ¡Qué clara es la Palabra! Y contundente en cuanto a la consecuencia de los que habría de pasar en caso de ignorar la advertencia. 

Y, finalmente, vamos a reafirmar este mandato que se le dio al pueblo de Israel antes de entrar a la tierra prometida de Canaán como una advertencia para que supieran lo que habría de pasar. Leamos Deuteronomio 7:1-6:

“Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra en la cual entrarás para tomarla, y haya echado de delante de ti a muchas naciones, al heteo, al gergeseo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, siete naciones mayores y más poderosas que tú, y Jehová tu Dios las haya entregado delante de ti, y las hayas derrotado, las destruirás del todo; no harás con ellas alianza, ni tendrás de ellas misericordia. Y no emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo. Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá pronto. Mas así habéis de hacer con ellos: sus altares destruiréis, y quebraréis sus estatuas, y destruiréis sus imágenes de Asera, y quemaréis sus esculturas en el fuego.  Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra.” (RVR60). 

LA TORÁ ADVIERTE LAS CONSECUENCIAS DEL YUGO DESIGUAL 

Vamos a volver al libro de Reyes, donde vamos a ver exactamente lo contrario. La Torá es enfática en dos cosas: 1. La prohibición como tal de unirse en yugo desigual. No solo está prohibido unirse con estas mujeres extranjeras. 2. Si no que la Torá se da el espacio y el tiempo para decirnos la consecuencia de ese pecado. Y hago énfasis en esto porque hay muchos mandamientos que no nos especifican por qué no debemos hacer algo, ni tampoco cuál es la consecuencia por transgredirlo. No hay nada claro. Por ejemplo, el tema de la comida, kashrut, donde dice: está prohibido comer cierto tipo de animales, pero no dice por qué. Lo menciona como una cuestión de inmundicia, pero no es muy contundente y puede ser cuestionable para algunas personas. Sin embargo, aquí la Torá con esta sabiduría nos lo dice de una manera muy precisa. Esto es para que todos, sin excepción, aprendamos que cuando la Torá nos habla de la consecuencia de un mandamiento, es porque inequívocamente así sucederá. En este caso la Torá dice: “No te unirás a estos pueblos, ni harás alianza con ellos. Y el matrimonio es la alianza más poderosa que podemos hacer con otro ser humano, ya que la idea es que sea hasta que la muerte los separe. No debiera haber otra razón para disolver el pacto como el matrimonio. Entonces, la alianza del matrimonio es algo muy importante porque es muy profunda e íntima. Donde los dos, se volverán una sola carne. Esto va a influir poderosamente en la otra persona. No hay tal como: Tú, tu fe y yo la mía. Yo te respeto y tú me respetas y cada quien puede profesar la religión que quiera. No, eso no es así y no va a funcionar. Entonces, aquí aprendemos que no importa la sabiduría que acumulemos o la riqueza o incluso los éxitos que hayamos acumulado, el pecado y sus consecuencias no respetan condición social, ni civil, ni sexo, ni puesto, ni estatus, ni nada. El pecado pasa por encima de todos y sus consecuencias son para todos por igual. 

¿Qué pudo haber considerado Salomón para haber llegado a estas instancias? Porque, además, vemos que se convirtió en una cuestión de años en su vida. Ya que 700 esposas no las encontraba todos los días. No era que todos los días se casara. Por lo que esto nos habla de un tiempo considerable en el que él vivió de esa manera. Por lo que, yo creo que Salomón consideró que, con su sabiduría, su experiencia, sus éxitos pasados podría “controlar” esos daños. Él no era un ignorante de la Torá, la sabía, la leía, pero jugó a que, a veces, la experiencia puede más que lo que podría presentarse como consecuencia del pecado. Y, decía yo, que eso es lo típico que consciente o inconscientemente, muchas veces hacemos. Por alguna extraña razón llegamos a considerar: A mí, no me va a pasar, a mí no me va a aplicar, o tal vez en este caso, a mí no, porque Dios ve mi corazón. Y así, un sinnúmero de argumentos que no tienen ninguna validez en la Escritura, pero aun así, sentimos que podría haber una excepción a la regla para nosotros. Más de lo que sí podemos estar seguros, es que la Torá siempre se cumple y no hay excepción delante de Dios. Ante el pecado nadie queda exento de sus consecuencias. Entonces, Salomón, por muy sabio y entendido, por muchos éxitos que pudo haber acumulado a lo largo de su vida, de estas consecuencias, tampoco se libraría o podría quedar fuera. Ni siquiera él mismo.

La primera pregunta que probablemente todos nos hayamos hecho: ¿por qué Salomón cayó en este pecado de las mujeres? Pues, a veces, no se requieren tantas explicaciones: simplemente porque la carne es débil y porque, finalmente, él tenía esa posibilidad porque era el Rey. Lo que le daba acceso a todo. Y, en aquellos días y, en aquella cultura, el rey era soberano y la máxima autoridad. No era, como en occidente, una cuestión democrática. No, el rey o la monarquía era quien tenía la primera y la última palabra. Sobre el rey estaba la vida y la muerte: él decretaba quién moría y quién vivía. Nadie podía decirle que no al rey, ni tampoco contradecirlo. 

Por eso, cuando Natán fue a confrontar al Rey David, tuvo que hacerlo de una manera muy sutil. Tuvo que hacerlo por medio de una historia, para, de esta manera, despertar la conciencia de David. Él sabía que, si lo encontraba de malas, podía costarle hasta la vida misma a Natán. Entonces, el caso de Salomón, un hombre tan sabio, pudiéramos pensar que muchas veces la sabiduría, nos puede servir incluso para justificar nuestros propios pecados. Podemos encontrarle razones y lógica a nuestro pecado, a través del entendimiento y la sabiduría. Eso es lo que suele pasar. Si confrontamos a alguien o incluso a nosotros mismos en algún pecado, tristemente te das cuenta de que siempre hay una buena razón o justificación. Igual, Salomón, en un inicio con la hija del Faraón, haciendo alianzas estratégicas, comerciales o políticas, juntándose con las hijas de todos los reyes, iba a lograr mucha paz con los vecinos de alrededor. Pero, obviamente, se excedió. No basta con conocer la Escritura y las consecuencias, hay que estar dispuestos a obedecer a Dios. 

EL LIBRE ALBEDRÍO QUEDA INTACTO       

Y, ¿por qué finalmente Salomón cayó en la Avodá Zará (idolatría)? Porque el libre albedrío queda intacto. Es decir, si hay algo que el Eterno no puede cambiar o tocar, es nuestra capacidad de decidir. Y eso es algo que nos hace únicos y que nos hace responsables para bien o para mal cuando tomamos decisiones. Y, en este caso, Dios permitió que Salomón ejerciera su libre albedrío y algún día tendría que responder por él. Y lo que queda muy claro es que, nadie, absolutamente nadie, se salva de las consecuencias del pecado. Y esta es una de las enseñanzas más importantes. No solo es entender por qué pecó Salomón, sino las consecuencias y lecciones que dejó el pecado. 

El pecado de idolatría se considera uno de los más graves y se relaciona y compara con el adulterio espiritual porque, de cierta forma, lo es. Por eso, varios pasajes de la Torá hablan de: “Yo soy tu Dios fuerte y celoso. No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Ya que esto es visto como un adulterio, una infidelidad delante de Él. Y también dice: “Me voy a enojar”. Porque, así como cualquier hombre o mujer se molestaría por un pecado de esta índole, Dios también se manifiesta con enojo. El pecado de la idolatría es la consecuencia del yugo desigual. Esto está íntimamente ligado. Como dice el dicho: una transgresión lleva a otra transgresión. Entonces, no se puede caer en uno sin tener el otro. Salomón pensó: tal vez no deba unirme en yugo desigual o tal vez no deba tener otras mujeres, pero hasta ahí va a quedar y no va a pasar nada. ¡Y no, claro que habría de pasar! 

Otra razón que podemos considerar por la que Salomón terminó cayendo en este grave pecado es algo muy simple: “La sabiduría no es sinónimo de santidad o de obediencia”. Salomón usó en muchos ámbitos su sabiduría (muchos de nosotros hubiésemos querido tener un 5, 10 o 15% de su sabiduría para los negocios, proyectos u otras cosas) pero, en este caso particular sobre este tema de Salomón, simplemente no quiso hacerlo porque él conocía las consecuencias, ya que conocía la Torá. Sin embargo, la misma sabiduría nos puede engañar cuando no la sometemos delante de Dios y eso, es parte del libre albedrío también. Nuestro libre albedrío, nuestras decisiones, Dios las respeta y las deja delante de nuestro para que nosotros las tomemos y seamos responsables de ellas. Consideremos eso también, muchas veces, Dios no va a ponerse delante de nosotros o poner un tronco delante en la carretera para que no crucemos. Él nos va a dejar y ya cada uno de nosotros ejercerá la capacidad de decidir, si lo hacemos o no, si obedecemos o no. 

Otra lección que nos enseña la vida de Salomón es que, no puedes jugar con fuego y no esperar quemarte en algún momento. No podemos pensar: A mí no me va a pasar o conmigo va a ser distinto. Una vez más lo reitero, todo pecado trae sus consecuencias. Y, mientras más alta es nuestra responsabilidad, las consecuencias de esos pecados, también suelen ser mucho más drásticas. Entonces, lo que le tocó generar a Salomón como consecuencias de su pecado, es algo que hasta el día de hoy seguimos viviendo. Porque la diáspora sigue vigente y no todos han regresado porque las 10 tribus siguen en el exilio. Así que, es impresionantemente larga la consecuencia del pecado de Salomón. Y podemos pensar que todo lo controla Dios, pues está detrás de todo. Pero, ¿quién quisiera ser la persona que el Eterno use para traer una situación así? Por supuesto que nadie. 

LA ANTÍTESIS DE DIOS PARA SU PUEBLO       

Además, se da exactamente la antítesis de lo que Dios quería hacer con su pueblo. Dios le dice a su pueblo en la Escritura: “Ustedes son mi especial tesoro, son un pueblo distinto, un pueblo santo: No se unan a esas naciones”. ¿Qué tienen qué hacer? Todo lo contrario, no hagan alianzas, destruyan sus ídolos, quémenlos y sáquenlos porque eso no puede habitar dentro de esta tierra. Y, ¿qué es lo que dice acerca de Salomón? Fíjense lo que dice: 1 Reyes 11:5-8:

“Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas. E hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová como David su padre. Entonces edificó Salomón un lugar alto a Quemos, ídolo abominable de Moab, en el monte que está enfrente de Jerusalén, y a Moloc, ídolo abominable de los hijos de Amón. Así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses.” (RVR60).

 Y qué terrible, porque no solo vemos que era la fe de sus esposas, al final vemos que él se termina involucrando. 

Leía yo, una opinión o comentario en el ámbito judío sobre este tema en el que siempre hay esta tendencia de buscar justificar los pecados de ciertos personajes como David o Salomón, diciendo: Primero, todas estas mujeres extranjeras se convirtieron. Hicieron un proceso de conversión legal al judaísmo y ya después se casó Salomón con ellas. Pero, aquí no parece que la conversión haya sido muy profunda o de corazón. Probablemente, les dieron su papelito de judías, pero en el corazón siguieron siendo igual de idólatras y paganas, a tal grado que terminó llevando al mismo Salomón a la idolatría. Entonces, no es decir que practicas alguna fe, si realmente no lo haces. Lo que cuenta al final del día es lo que terminamos por hacer. Salomón se fue al extremo contrario de lo que determinaba la Torá, que dice: ¡Destruye esos ídolos! Y él se convirtió en el patrocinador oficial de estos templos e ídolos, pues tenían su sello o firma por haberlos construido. Y, por supuesto, esto enojó al Eterno, porque dice su Palabra, que principalmente, Dios nos cela. Y en cuanto a ese celo y tristeza como Padre, es ver que sus hijos son apartados de sus caminos, por lo que tendría que venir una consecuencia a Salomón, Y si Salomón pecó es porque lo quiso hacer. Y un pecado que inició como una inclinación de la carne por las mujeres, terminó en algo que Salomón jamás imaginó. El autor de tantos proverbios y con tanta sabiduría, siendo el constructor del mismo Templo. Si le hubieran dicho a Salomón cuando comenzó a construir el Templo del Eterno, que algún día terminaría construyendo templos a otros dioses, no lo hubiera creído. Por tanto, recordemos que, muchas veces, el pecado te va llevando de forma gradual, poco a poco y no sabemos dónde pueda terminar. Es como un tobogán en el que no vas a poder detenerte hasta que llegues al final, hasta abajo. Creo que Salomón no midió las consecuencias que vendrían. Pensó que él podría ser la excepción y que su sabiduría lo libraría. Pero, al final, terminó como cualquier persona, que no fuera del pueblo, que no conociera del Eterno, adorando a distintos ídolos.

¿QUÉ MÁS APRENDEMOS DEL PECADO DE SALOMÓN?       

Que, junto con la sabiduría, lo que yo creo que en algún momento todos hemos orado pidiendo por sabiduría, entendimiento y discernimiento. También debemos pedir de su temor. Yo creo que Salomón perdió ese temor al Eterno. Y, de hecho, ese es el principio de la sabiduría y Salomón lo escribió en su momento: “El principio de la sabiduría es el temor de Dios, el temor del Señor”. Entonces, yo creo que antes de pedir sabiduría, debemos pedir de su temor. Porque la sabiduría que no viene acompañada de temor nos puede conducir, justamente como en esta historia, por un mal camino. Y no sabemos hasta dónde nos pueda llevar. 

Así, la sabiduría se convierte en un tropiezo o en un estorbo para podernos arrepentir. Porque podemos justificarnos, podemos razonarlo, podemos ponerles pretextos sabios a nuestros pecados. Entonces, antes de pedir sabiduría, pidamos temor y un corazón temeroso del Eterno, para que no nos apartemos. Probablemente, no seamos tan sabios, pero si somos temerosos, aun en nuestros errores y fallas, no serán como estos pecados tan trascendentales.

Ahora, no podemos considerar que Salomón se quedó como un idólatra o se perdió. En el último libro que él escribe ya siendo mayor: Kohélet (Eclesiastés), nos deja muy en claro que Salomón tuvo que aprender de esta dura lección. Y vamos a cerrar esta pregunta con lo que justamente nos dice en el libro de Eclesiastés 12:13-14:

 “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala”. (RVR60). 

Aquí fue donde identificó Salomón lo que le falló y lo que le hizo caer, las mujeres inclinaron su corazón a la idolatría, pero lo que le faltó para no llegar a esta primera parte, fue el temor de Dios y guardar sus mandamientos. Recordemos: cuando Dios prohíbe algo, no investiguemos el porqué, ni para qué, mejor confiemos, consideremos que Dios es más sabio que nosotros. Por algo Dios dice: Sí. Por algo, Dios dice: No. 

Esta es una de las muestras más claras donde sí está escrita la consecuencia de la transgresión. Aprendamos de la vida de Salomón y de los errores que cometió. Eso es sabio y es bueno entender esto. 

Yo espero y anhelo que todos nos llevemos esta lección: que la sabiduría no es suficiente para no caer en pecado.  

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