Mandamiento 37

No dar falso testimonio.

“No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (RVR60) 

 

Explicación del mandamiento

Este mandamiento forma parte de los diez mandamientos o también conocidos como las diez declaraciones, que sería la traducción más acertada. Este, como el resto de los mandamientos que hemos estado estudiando, se encuentra dentro de los mandamientos lógicos, mandamientos racionales que, aunque no se detalla el por qué, no se necesita dar una explicación muy basta y amplia porque se sobreentiende que el al hablar mentiras contra nuestro prójimo, lo estamos dañando y le vamos a perjudicar. Está escrito en la Mishná (colección escrita de tradiciones orales): “prestar falso testimonio conduce a la destrucción de la civilización, causa a víctimas ser castigadas por crímenes los cuales no cometieron, y permite a las personas robar y asesinar, oprimir a otros, y luego escapar del castigo por falso testimonio.” 

 

Justicia y equidad

Este es uno de los mandamientos más importantes con respecto a la justicia y a la equidad, porque en caso de que no se guarde y se transgreda, estamos provocando un desequilibrio en los valores de justicia de todas las personas, los cuales todos poseemos desde que nacemos. Al ver un acto de injusticia, lo que por naturaleza nos provoca es indignación, ira, molestia al saber que hay un desequilibrio. Por tanto, cuánto más debemos procurar guardar esta instrucción cuando sabemos que el Eterno es Justo y Santo. 

 

Consecuencias

Una de las consecuencias de transgredir este mandamiento, se menciona en Deuteronomio 19, indicando claramente que se nos retornará el mal que se pensó hacer hacia la otra persona,   siendo esta una advertencia y al mismo tiempo un incentivo para no cometer tan grave transgresión. 

“No se tomará en cuenta a un solo testigo contra ninguno en cualquier delito ni en cualquier pecado, en relación con cualquiera ofensa cometida. Sólo por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá la acusación. Cuando se levantare testigo falso contra alguno, para testificar contra él, entonces los dos litigantes se presentarán delante del Eterno, y delante de los sacerdotes y de los jueces que hubiere en aquellos días. y los jueces inquirirán bien; y si aquel testigo resultare falso, y hubiere acusado falsamente a su hermano, entonces haréis a él como él pensó hacer a su hermano; y quitarás el mal en medio de ti. Y los que quedaren oirán y temerán, y no volverán a hacer una maldad semejante en medio de ti.  Y no le compadecerás; vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie. (Deuteronomio 19:15-21 RVR60)

 

La manera de sostener el equilibrio dentro de este mandamiento se logra de la siguiente manera: “Lo que tú pensabas hacerle a otro, se te hará a ti, no más y no menos.” Porque levantar falso testimonio destruye la civilización, y cuando ésta se destruye se desequilibra esta balanza y todo se comienza a corromper, entonces para muchos se pierde el sentido de guardar justicia y obrar bien, pensando que, a quien obra mal no estará sujeto a ninguna consecuencia. La mayoría de las personas nos arrepentimos porque vivimos las consecuencias de los pecados, si no lo viviéramos sería muy difícil llegar a un arrepentimiento, pero cuando comemos del fruto de lo que sembramos aprendemos y ya no deseamos volver a repetir el mismo error. 

 

Ojo por ojo

El propósito de hacerle al falso testigo lo mismo que él pensaba cometer contra el hermano se indica claramente en el mandamiento: “Para que los demás vean y también tengan temor” y entonces ni siquiera piensen en levantar falso testimonio. Dice Rambam (Rabino comentarista) en su libro: La Mishné Torá (código de leyes religiosas), que se debía examinar e indagar a los testigos; se les hacían preguntas de diferente tipo como por ejemplo: ¿A qué hora fue? ¿Qué color tenía la tierra? Y si el delito que se investigaba era un asesinato, se analizaba dónde había caído el cuerpo, en tierra negra o blanca, si había un árbol o estaba al aire libre, o en casa etc., se le realizaban muchas preguntas al interrogado para indagar si estaba diciendo la verdad. Y cuando había dos testigos, que coincidían en todo detalle, se consideraban falsos testigos, porque es difícil que dos personas puedan contemplar exactamente lo mismo, y sobre todo si están en diferentes lugares. Si nos tocara ver un accidente de tránsito, no todos tendríamos la capacidad de ver lo mismo, cada uno va a apreciar detalles diferentes, quizás uno se va a fijar en un carro y el otro en el otro coche, tal vez uno se fijó en la velocidad que iban, mientras que el otro distinguió el color del auto, en fin, muchos y diversos aspectos. Y esto es precisamente lo que le da más validez a los evangelios, ya que al no ser exactamente iguales eso confirma que son verdad, que son reales, pues cada autor relato y registró detalles diferentes de la vida y obra de Yeshúa, aunque sean los mismos hechos, cada quien plasmó cada uno de ellos desde perspectivas diferentes, lo que permite que tengamos un panorama más real y completo de quién era Yeshúa y su forma de vivir, actuar y hablar. 

Este mandamiento de no dar falso testimonio es muy importante, pues además de la justicia, hemos visto que cuando en un juicio se llama a los testigos se les pide que juren de manera solemne sobre la Biblia simbolizando que se comprometen a decir solamente la verdad. De acuerdo a Maimónides, también se les decía a los testigos antes del interrogatorio: “Debes saber que si lo que estás diciendo no es verdad, puedes llevar a la muerte a esta persona, y debes saber, que el mundo fue creado por causa de un alma”. Es por eso que hay un dicho que dice: “Quien salva un alma salva el mundo”, porque el mundo fue hecho a causa de una persona: Adán. Todo el mundo creado fue a causa de Adán, por eso el valor de una vida es tan grande. Además también se le decía a la persona: “Si a esa persona le cuesta la vida por tu acusación, debes de saber que si no has hablado con verdad, la sangre de esa persona y de toda su descendencia va a clamar contra ti, te va a reclamar durante todas las generaciones de tu vida, porque estás matando a alguien inocente, estás destruyendo al mundo”. Cuando se corrompe el sistema de justicia, caen muchas otras cosas, y a la gente le es mucho más fácil transgredir y seguir transgrediendo. 

 

La severidad del Eterno

El Eterno es severo con este mandamiento, pero si no fuera de esta manera, no sabemos cómo estarían las cosas. Hoy en día nos quejamos de que la gente que es inocente está en la cárcel, y sobre cuánta gente que debería estar encerrada está afuera como si nada; gente que roba, que mata, personas que hacen lo que sea y siguen libres, y ¿por qué? Por un falso testimonio, por alguien que no se atrevió a decir la verdad, o alguien que lo encubrió. Este es un pecado muy grave y lo que nos dice en Deuteronomio 19, es que lo que hablemos en contra de nuestro hermano, se nos va aplicar a nosotros, y se hará en contra de nosotros. 

 

El sentido práctico del mandamiento

Implícitamente este mandamiento nos habla acerca de no murmurar, no hablar lo que se conoce en hebreo como Lashón Hará (lengua mala). Está prohibido murmurar, ofender a otros de palabra, está prohibida la habladuría, la calumnia, al igual que frecuentar o asociarse con calumniadores, gente que anda en chismes y poniendo discordia entre los hermanos a través de las palabras.

 

Esparciendo falsos rumores

“No admitirás falso rumor. No te concertarás con el impío para ser testigo falso.” (Éxodo 23:1 RVR60)

No se debe aceptar el falso rumor. No debemos participar de algo que no nos consta, no debemos ser testigo de algo que no sabemos si es o no verdad. A veces llegan a nuestros oídos rumores, chismes o malentendidos, y lo que aquí se nos instruye es: “No te concertes con el impío para ser testigo falso”, si alguien te habla de algo que no te consta, no prestes tu oído a eso y dile: “Mejor no me digas, yo no estoy seguro o segura, no me consta, o definitivamente, esto no es así”. Así que nosotros somos responsables si alguien es un testigo falso. Si alguien está diciendo mentiras, nosotros podemos ser partícipe de ello si no lo detenemos, nuestra responsabilidad es decir esto no es así, esto que  me estás diciendo es falsedad. Podrías estar siendo testigo falso de esta persona ayudando y contribuyendo así a destruir su reputación. 

“No seas sin causa testigo contra tu prójimo, y no lisonjees con tus labios.” (Proverbios 24:28 RVR60)

Es decir, no te metas en algo que no es tu asunto ni te consta. Muchas veces, la gente está buscando quien les preste el oído y quien le “eche más leña al fuego.” Este mandamiento nos dice que no debemos ser testigos contra alguien si no tenemos ninguna causa o razón, si no fuimos testigo ocular del hecho. Es mejor decir: “No vi nada, no sé nada” y esa es una manera de limpiarnos y de librarnos de transgredir este mandamiento. 

 

El Eterno aborrece a los tales

El Eterno aborrece a tales personas, el Eterno aborrece el falso testimonio. Y ¿por qué? Porque vimos que esto desequilibra la justicia, porque le puede costar la vida a alguien. Tenemos tres ejemplos en el Brit Hadashá (Pacto Renovado), de falsos testigos que se levantaron, y por lo menos en dos de ellos, sino que en tres, les costó la vida. Uno de ellos fue en el caso de Yeshúa, donde bajo un sistema de justicia ya corrupto, intentando “cumplir” las normas que se llevaban a cabo en un juicio llamaron testigos y estos se contradecían entre ellos: “Él dijo que iba a destruir el templo en tres días y que después lo iba a edificar” y luego venía el otro  que no estaba ahí y dijo otra cosa y no concordaban, así que esos testimonios debían haberse abrogado e invalidado, no deberían haber tenido peso alguno porque eran falsos. 

Otro caso fue el de Esteban. A él se le acusó de haber blasfemado en contra de Moisés, y de haber hablado mal del templo, lo cual también le costó la vida. Aquí vemos otra consecuencia más, que traería maldición sobre el pueblo, porque en el momento que nosotros permitimos que eso suceda, tarde o temprano nos va a tocar también a nosotros, nos van a difamar. Y otra persona en contra de la cual hablaron mal, fue del Apóstol Pablo. De él también se dijeron cosas así, y llegó el momento en el que él dijo:
“Hermanos, yo no he hecho nada malo, ni en contra de la ley, ni en contra del Eterno, ni en contra de la ley de los Judíos, ni contra el templo, ni contra Roma, no hay nada”, por lo que llevaban falsos testigos para tratar de dañarlo. 

“Seis cosas aborrece el Eterno, y aún siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos. (Proverbios 6:16 RVR60)

Todo eso lo aborrece el Eterno. Y aunque en primera instancia el mandamiento se aplica a una corte de justicia, también es cierto que el simple hecho de hablar mentiras contra alguien, es sembrar discordia y eso es lo que destruye. Dice un dicho: “Una congregación se destruye por dentro, no de afuera hacia dentro”. El mayor peligro que puede vivir una comunidad no es cuando los ataques vienen de afuera, generalmente cuando eso pasa, te agrupas más, te haces más fuerte, pero cuando el problema viene de adentro, eso es lo que quebranta y resquebraja a una comunidad, el Lashón Hará (lengua mala), el falso testimonio, simplemente levantar falsos contra otros, daña muchísimo las relaciones. 

 

Conclusión

Que el Eterno nos ayude a ser testigos veraces, porque también somos llamados a ser testigos. Yeshua dijo: “Me seréis testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra”. Entonces somos testigos de Yeshua, así que tenemos que enfocarnos en este mandamiento y no dar falso testimonio acerca de Él con nuestra vida y mucho menos dar falso testimonio de los hermanos.

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