El Precepto de La Vaca Roja.

Números 19:9 Básicamente, consistía en quemar una vaca bermeja o roja a fin de utilizar sus cenizas para purificar a quiénes se hubiesen impurificado por contacto con un cadáver.

Números 19:1-3:

”El Eterno habló a Moshé y a Aarón, diciendo: Esta es la ordenanza de la ley que El Eterno ha prescripto, diciendo: Di a los hijos de Israel que te traigan una vaca alazana, perfecta, en la cual no haya falta, sobre la cual no se haya puesto yugo; y la daréis a Eleazar el sacerdote, y él la sacará fuera del campamento, y la hará degollar en su presencia”. (Números 19:1-3 RV60).

Explicación del mandamiento:

Este tema de la vaca roja o vaca alazana, como aparece aquí en nuestras biblias, es un mandamiento sumamente peculiar, en hebreo se conoce como Pará Adumá (vaca roja) y se considera que es uno de los grandes misterios de toda la escritura. Hay millones de vacas en el mundo, ¿cómo podría prácticamente el mundo depender de una sola de ellas, quién pensaría que una vaca si puede ser tan relevante?.

En muchas ocasiones, aunque nos sabemos perdonados por circunstancias o por el pecado, hay quienes todavía se pueden sentir en un estado de suciedad o de inmundicia, el enfoque de este mandamiento iba hacia eso, hacia la purificación, la limpieza de la persona en su interior. El Instituto del templo que es este organismo que está en el estado de Israel, en la Ciudad de Jerusalén, declaró en su sitio web diciendo sobre este tema: “La purificación a través de la vaca roja nos recuerda que el ser humano tiene el potencial para sobrepasar su existencia física transitoria con todo su sentido falso de desesperanza y miseria, la impureza de la muerte, este es el rol del Tercer templo para toda la humanidad y ésta es la visión Mesiánica del futuro, la llamada para vivir una vida eterna.”

Dentro de los elementos que son necesarios para el establecimiento del Tercer templo está la vaca roja y es uno de los principales para poder limpiar las impurezas o purificarlas, sobre todo relacionadas con los cadáveres, con la muerte. Otra de las cuestiones peculiares que tiene este mandamiento y este sacrificio en particular es que junto con el de Yom kippur es que se sacrificaba, que se hacía fuera del templo, fuera de los límites de la ciudad.

Si hoy quisiéramos entender, interpretar este precepto a la luz de la cultura occidental, evidentemente nos parecería sumamente extraño como si fuera, tal vez una cuestión de hechicería o de santería, pero son aspectos, extraños a nuestros ojos, incluso Salomón ni siquiera el mismo Moisés fueron capaces de poderlo entender. En el libro de Eclesiastés escrito por Salomón él dice: “Todas estas cosas probé con sabiduría diciendo seré sabio, pero la sabiduría se alejó de mí”, esta expresión: La sabiduría se alejó de mí, el valor numérico es exactamente el mismo que Pará Adumá de la vaca roja “321”, Salomón mismo dijo: “Yo no pude entender de qué se trataba este precepto”.

Sin duda también nos quedaremos con algunos interrogantes o con algunas inquietudes sobre lo que implica este mandamiento, este sacrificio. Para nosotros tiene otra connotación porque lo podemos ver sobre una perspectiva mesiánica y es allí donde le vamos a encontrar más sentido a este sacrificio que se llevaba a cabo en los días del templo. Se considera que hubo alrededor de 7 o 9 vacas en toda la historia, los rabinos dicen que la décima será preparada por El Mashiaj, nosotros vamos a entender también más del sacrificio de Yeshua a través de esta ofrenda. El propósito principal de este precepto era purificar al inmundo, porque la inmundicia más grande era la que se adquiría por un cadáver, tenía que ver justamente con la purificación de los sacerdotes y de otros que hubiesen entrado en contacto con un cadáver, se considera que estas cenizas eran usadas para purificar cerca de 29 clases de inmundicias y de esas 29, 11 se relacionaban con el cadáver de estos cuerpos muertos.

Retomando la explicación, el verso 2 del libro de Números 19 refiere a las características que debía de cumplir la vaca, primeramente tendría que ser de color rojo, un color rojizo, se examinaba cada vez que nacía una vaca con estas características y si se encontraban dos pelos blancos ya quedaba desacreditada. El rojo evidentemente lo relacionamos con la sangre porque es el elemento que sirve para la expiación, ya que la vaca se compraba con el medio shekel que se aportaba para el templo, Yeshua de cierta manera fue comprado con dinero del templo, la transacción que llevó a cabo Judas para entregarlo curiosamente fue con dinero del templo.

También se dice que la vaca tenía que tener al menos 3 años, por ello lo conectamos con Yeshua porque su ministerio duró alrededor de 3 años y medio, así que otra vez se cumple un elemento dentro de las características de la vaca que apuntan a Yeshua. Al animal no se le debía poner ninguna clase de yugo, ni haber sometido a trabajos como al resto de los otros animales de carga, por lo que podemos ver la obra que hizo Yeshua cuando Él estuvo a punto de llevar el madero, se dice que en su lugar lo tomó un hombre llamado Simón de Cirene.

Otra característica es que el animalito tenía que ser examinado por el sumo sacerdote, sabemos por los evangelios que Yeshua fue examinado por Caifás y por el sanedrín.

¿Para qué era está revisión?

Para corroborar el estado del animal, ya que tenía que estar libre de todas las imperfecciones, no tuviese por ejemplo una pata mal, o estuviera ciego. Yeshua fue examinado y no encontraron pecado en Él.

Dice el verso 3 que una de las peculiaridades es que la vaca se llevaba fuera del campamento, en los días del templo en el Monte de los Olivos, lugar asignado para este sacrificio donde había sepulcros, evidentemente restos de cadáveres y esto haría inmundo a los que llevaran la vaca, no podrían hacer este sacrificio. Está documentado y hay algunas evidencias incluso arqueológicas de que se construía un puente para no pasar por estos sepulcros, por este cementerio que era parte del torrente de cedrón, incluso actualmente hay un cementerio allí, desde el monte de Los Olivos se puede ver todo este lugar, este cementerio. Aquí también se cumple que Yeshua muere fuera de las murallas de Jerusalén. Otro detalle interesante es ¿por qué Eleazar tenía que llevar a cabo esta ofrenda y no Aaron que era el sumo sacerdote? El pecado más grande de Israel hasta ese entonces fue el del becerro de oro como dice el relato de Éxodo, Aaron también participó en él, de cierta manera Aaron queda desacreditado y se le da la responsabilidad a su hijo.

¿Por qué Dios eligió una vaca y no un cordero o un chivo? Sí relacionamos esto con lo del becerro de oro, es una alegoría, ya se dice que así como cuando un hijo va a una tienda y rompe algo o el hijo ensucia algo, quién tiene que limpiar o quién tiene que pagar es la mamá. En este caso la vaca paga por el becerro, por lo que se cometió, este sacrificio no era hecho por el sumo sacerdote, sino por otra persona, el sacerdote solo supervisaba, no estaba ahí pendiente, sí presidía, pero no llevaba a cabo como tal el sacrificio.

Dice el verso 4:

“y Eleazar el sacerdote tomará de la sangre con su dedo y rociará hacia la parte delantera del Tabernáculo de reunión con la sangre de ella 7 veces y hará quemar la vaca ante sus ojos y su cuero y su carne y su sangre con su estiércol hará quemar” (Números 19:4 RV60).

Esto era parte de lo que tenía que hacer, en este caso, Eleazar, rociar hacia la parte de los santuarios, del templo aunque fuera a la distancia y estas siete veces de cierta manera es una forma de mostrar que los siete milenios que, de acuerdo a los rabinos estarían destinados para la humanidad, serían cubiertos por la sangre de este sacrificio, esta sangre representa la sangre del mesías, la cual fue derramada para cubrir y para limpiar todo pecado, igualmente Yeshua también derramó sangre siete veces, está documentado en los Evangelios que Yeshua derramó su sangre siete veces en Getsemaní, en el Concilio cuándo es golpeado, en los azotes.

Los latigazos que recibe en el cuerpo, en el momento que se le pone la corona, en sus manos, en sus pies y en su costado, también en kippur se derramaba siete veces sangre sobre el propiciatorio. Este número es simbólico y representativo de algo que finalmente es perfecto, que se completa, como vimos en el verso anterior, no dice que él lo hacía degollar en su presencia, sino que alguien más lo hacía en lugar de, en este caso, Eleazar, incluso la sangre se quemaba y eso es algo poco común dentro de los sacrificios.

Dice el verso 6:

“y luego tomará el sacerdote madera de cedro e hisopo y escarlata y lo echará en medio del fuego, en qué arde la vaca”. (Números 19:6 RV60)

Es un rito muy particular, se dice que amarraban con un hilo de lana rojo o escarlata, se quemaba hasta convertir en cenizas, el cedro, representa la incorrupción. Yeshua muere en un madero posiblemente de cedro, el hisopo que representa la purificación, es cuando bebió vinagre de un hisopo y finalmente la escarlata que representa el derramamiento de sangre, sabemos por los evangelios que se le puso una capa de color escarlata, su cuerpo prácticamente bañado, cubierto en su propia sangre. Podríamos imaginarlo con ese manto rojo, totalmente recubierto por la sangre que había estado derramando, por ello no debemos ver esta parte como una especie de ritual en cuanto a lo que se está haciendo aquí sino mas bien con lo que estamos leyendo y relacionarlo con el sacrificio que hizo Yeshua.

Dice el verso 7:

“el sacerdote lavará luego sus vestidos, lavará también su cuerpo con agua después entrará en el campamento y será inmundo el sacerdote hasta la noche. Así mismo, el que la quemó lavará sus vestidos en agua también lavará en agua su cuerpo y será inmundo hasta la noche” (Números 19:7 RV60)

Ambos, tanto el sacerdote como el que quemó la vaca hacian Teviláh y permanecían en estado de impureza, esto es lo paradójico que el mandamiento es dado para quitar toda impureza pero todos los involucrados se convierten en impuros, Yeshua de cierta manera también se despojó de su sacerdocio, de su ropa, de sus vestiduras celestiales, para poder llevar a cabo un sacrificio a nuestro favor y en el verso 9 dice:

“ y un hombre limpio recogerá las cenizas de la vaca y las pondrá fuera del campamento en un lugar limpio y las guardará la Kehilá de los hijos de Israel para el agua de Purificación es una expiación”. (Números 19:9 RV60)

Se dice que se guardaba en tres partes estas cenizas: La primera parte se guardaba en el templo y quedaba como una evidencia de haber hecho esto y para las proximas generaciones, la segunda parte de las cenizas se guardaba entre los Cohanim para la purificación de ellos que lo habrían de requerir y finalmente la tercera se ubicaba en algún lugar dentro del Monte de Los Olivos para las purificaciones del resto del pueblo. Las cenizas se guardaban tres días como los días que estuvo Yeshua en su sepultura, y a los tres días resucitó.
El agua tenía que ser preparada por un hombre limpio, quién recogía las cenizas, no se sabe bien si las cenizas las agregaba al agua porque así era la manera en la que se purificaba o si permanecían separadas, finalmente las ponía fuera del campamento y esa agua serviría para este tipo de purificación.

Verso 10:

“y el que recogió las cenizas de la vaca lavará sus vestidos y será inmundo hasta la noche, estatuto perpetuo para los hijos de Israel y para el extranjero que mora entre ellos” (Números 19:10 RV60)

o sea que todos los involucrados se hacen inmundos, los que eran limpios se convierten en inmundos y los que eran inmundos pasarían a un estado de purificación, de limpieza, la vaca roja o sus cenizas se convertirían en una especie de esponja, absorberían la inmundicia del que las trae, pero le transmitiría la purificación y la limpieza, por eso Yeshua cumple este simbolismo también de la vaca roja porque Él mismo sanaba a los leprosos, sanó a una mujer con flujo de sangre, simbólicamente él absorbía o él cargaba el pecado de todos como dice en Isaías para que el resto de los hombres y todos nosotros pudiéramos ser limpios.

Pablo de cierta manera también entendiendo esta idea en su segunda carta a los Corintios, escribe en el capítulo 5 versículo 21:

“al que no conoció pecado por nosotros lo hizo pecado para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él.” (2 Corintios 5:21 RV60)

Conclusión:

Este es un precepto muy particular de los días del templo, hoy no podríamos pensar que es posible hacer esto y además tenemos que entender que por medio de Yeshua hemos sido todos hechos limpios, hemos sido purificados por medio de su sacrificio y de su sangre por lo que debemos valorar, apreciar, reconocer esa pureza que ahora puede haber en nuestras vidas por medio de la sangre del Mesías y que a través de este tipo de mandamientos que muchos lo ven con extrañeza o como algo irrelevante nos damos cuenta que toda la Torá, apunta hacia Yeshua, que todos los mandamientos tienen una clara evidencia de lo que Yeshua ha hecho por nosotros.

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