Llevar a Jerusalén todas las ofrendas obligatorias o voluntarias en la primera peregrinación que se presente.

“Sino que el lugar que Dios escoja de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación, ese buscaréis, y allá iréis. Y allí llevaréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, y la ofrenda elevada de vuestras manos, vuestros votos, vuestras ofrendas voluntarias, y las primicias de vuestras vacas y vuestras ovejas;” (RV 60).

Explicación del mandamiento:

El contexto de este mandamiento se encuentra en Deuteronomio 12:5-6 “Si no que el lugar que Dios escoja de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación, ese buscaréis, y allá iréis.

Y allí llevaréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, y la ofrenda elevada de vuestras manos, vuestros votos, vuestras ofrendas voluntarias, y las primicias de vuestras vacas y vuestras ovejas; y comeréis allí delante de Jehová vuestro Dios, y os alegraréis, vosotros y vuestras familias, en toda obra de vuestras manos en la cual Jehová tu Dios os haya bendecido.” (RV60).

El mandamiento menciona subir a Jerusalén en un momento particular, al llevar ofrendas, votos y demás, pero cabe resaltar que el versículo clave es el número 7, al mencionar que comeréis allí delante del Señor y os alegraréis. Se está hablando de ofrendas particulares y se refiere a las fiestas del Eterno. En Levítico se habían dado ciertos lineamientos sobre las ofrendas, como realizarlas, pero aquí se distingue por esa parte de alegrarse con sus familias.

En este mandamiento en específico, desde el versículo 5 nos menciona que habrá que ir a donde el Eterno escoja, es decir, hacer una peregrinación hasta Jerusalén. Implícitamente, se hace referencia a un segundo diezmo llamado Ma’asser Sheni, el cual se debía apartar para poder participar de las festividades.

Desde la antigüedad, en el ámbito judío se enseña claramente que existe más de un diezmo y esto está basado en la información misma que da la Tora.

Hay más de un diezmo:

  1. El primer diezmo es para el sustento de los levitas y los sacerdotes.
  2. El segundo diezmo que servía para las festividades.
  3. El tercer diezmo o también llamado “diezmo del pobre” se daba cada tercer año y era para viudas o huérfanos.

Para aclarar un poco el contexto histórico de cómo se usaba este segundo diezmo, se comparte a continuación información recabada por el historiador judío Flavio Josefo, en su libro “Antigüedades de los Judíos”, quien es una autoridad reconocida del primer y segundo siglo, por el hecho de tener un preciso registro de cómo se llevaba la vida en ese tiempo.

Él escribe: “Ahora Moisés, conforme a la voluntad de Dios, designó que las personas debían pagar el diezmo de sus frutos anuales de la tierra tanto a los levitas como a los sacerdotes, pero pienso que es necesario registrar que se pagaba por todos. Tomarás de tus frutos una décima parte, aparte de la que has designado para darle a los sacerdotes y levitas.” Menciona la palabra “aparte,” y esta es equivalente a otro diezmo.

“Esta puedes venderla en el campo, pero ha de ser usada en las fiestas y sacrificios que han de celebrarse en la Ciudad Santa, porque es justo que ustedes disfruten de esos frutos de la tierra, los cuales Dios les da como posesión para dar honor al donador.”

El tercer diezmo: Ayuda para los necesitados y gratitud a Dios.

En la sección veintidós anexa: “Además de esos dos diezmos, ya que he dicho a ustedes que han de pagar uno para los levitas y otro para las festividades, también han de traer cada tercer año un tercer diezmo que ha de ser distribuido entre aquellos con necesidad, también a las mujeres que son viudas y a niños que son huérfanos.

En cuanto a los frutos maduros, traigan al templo aquellos que han madurado primero y, cuando ya hayan bendecido a Dios por la tierra que los sostuvo y que les había dado para posesión, cuando hayan también ofrecido esos sacrificios que la ley les ha ordenado traer, entonces den de las primicias a los sacerdotes.

Y cuando alguien haya hecho esto y haya traído el diezmo de todo lo que tiene junto con los primeros frutos que son para los levitas y los festivales, y cuando esté por irse a casa, parecerá delante del Santuario y dará gracias a Dios, porque él los ha liberado del injurioso trato que tenían en Egipto y les ha dado una tierra grande y les permite disfrutar de su fruto. Y cuando haya testificado abiertamente que ha pagado plenamente los diezmos y otras deudas de acuerdo con las leyes de Moisés, ruegue a Dios que sea siempre misericordioso y gracioso con él y que continúe siéndolo con todos los hebreos.”

Administrando los diezmos: Un acto de gratitud y celebración con el Eterno

El sentido práctico para saber cómo separar estos diezmos es el siguiente: supongamos que se tienen diez pesos; de esos se toma la décima parte para los levitas y sacerdotes, lo que vendría siendo un peso; de los nueve pesos que sobran, se toma la décima parte para las festividades del Eterno, lo que vendría siendo 0.9 centavos.

De esos 0.9 centavos, se destinan exclusivamente para el Shabbat y las fiestas del año. Es decir, comprar el pan, carne, vino, etc., con la finalidad de gozarse con el Eterno.

Conclusión: El Eterno es previsor y quiere que nos gocemos en sus fiestas junto con Él, lo dicta como mandamiento y menciona para que no se nos olvide, y para que disfrutemos simplemente al apartar el diezmo destinado para estas fiestas.

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