608. No comer el segundo diezmo antes de que se entierre al familiar que haya fallecido. Resulta un poco redundante la forma gramatical de expresarlo, pero así está de forma literal.

609. No comer del segundo diezmo en estado de impureza.

610. No utilizar el dinero producto de la redención del segundo diezmo para ningún fin, excepto para comida y bebida.

 

Llegamos a los mandamientos 608, 609 y 610. Se encuentran en el libro de Devarim, el último libro de la ley, de la Torá, en el capítulo 26, versículo 14 y corresponden a los mandamientos negativos 363-365, con lo cual, se cierran los mandamientos negativos. Sabemos que dentro de las clasificaciones de los 613 mandamientos, una de las formas más generales de dividirlos es positivo y negativos. 365 negativos; 248 positivos; y en este caso, con estos  mandamientos, estamos cerrando los mandamientos negativos.

Explicación del mandamiento:

Arranquemos con el análisis de este mandamiento. Les hago una pregunta, seguramente retórica, a quién de aquí no le gusta comer y beber; a quién de aquí no le gusta la fiesta; y me refiero a la fiesta, obviamente, en santidad. Este tema, cuando digamos fiesta, pensemos en las fiestas del Eterno, las fiestas que Él ha convocado, así que con más razón, la respuesta es obvia, a todos nos gusta, nos deleitamos con la presencia de Abba en sus fiestas; pero el tema de la comida y la bebida, queramos o no, son también elementos que forman parte de la misma festividad; en el judaísmo le llaman una Seudá, una comida en honor a la fiesta; entonces muchas fiestas incluso, como en el caso de Pesaj, prácticamente el centro de la fiesta, el seder, como tal, es la cena misma, es la comida misma. No podríamos celebrar la fiesta de Pesaj, sin la realización del seder, del ritual, pero que se lleva por medio de la misma cena, entonces, es algo hermoso porque estás cenando, pero al mismo tiempo estás aprendiendo y al mismo tiempo vas recordando, estás como reviviendo toda esa experiencia.

 El Eterno no quiere que nadie se quede fuera de las festividades, no quiere que nadie se pierda la oportunidad de celebrar sus fiestas por cuestiones económicas. No les estoy diciendo que yo les pagaré esto, les digo que El Eterno pagará. Está garantizado. ¿De qué manera lo planificó Él? Sabe que a veces, aunque queramos administrar las cosas, o se nos olvidan, o siempre tenemos excusas o pretextos que nos dejan quizás con un desequilibrio económico, y llega la fiesta y nos vemos limitados, así que El Eterno da un mandamiento justamente pensando en esto, como anticipándose a la situación, o mejor dicho, anticipándose al problema, para ponerlo más claro, porque si es un problema, cuando Él nos ha convocado, es una cita con Él, esto es importante y nosotros salimos con el tema de qué crees, que no tengo dinero. ¡Entonces Él nos dice No! 

¡Que no tengas dinero para el cine, está bien; que no tengas dinero para pagar tu mensualidad de Netflix, está bien, es más, que no tengas dinero para muchas cosas, ni hablar! ¡Ni modo! ¡Pero que no tengas dinero para asistir, para estar presente, para celebrar la fiesta, eso sí que no!  De qué manera diseñó esto Él? Sabemos que hay que darle una parte, el diezmo, en hebreo se llama Maser. Esa es una parte que, en teoría, cada uno de nosotros debemos hacer y dar en nuestro corazón. Sin embargo, no es el único diezmo que plantea la biblia, hay un segundo diezmo, como se menciona aquí, que es el diezmo que se llama el diezmo de las fiestas o Maser Sheni, el diezmo segundo, y este era un diezmo que se usaba exclusivamente para las festividades. Leamos Deuteronomio 26:1-13 que dice:

 “Cuando hayas entrado en la tierra que El Eterno tu Elohim te da por herencia y tomes posesión de ella y la habites, entonces tomarás de las primicias de todos  los frutos que sacares de la tierra que El Eterno tu Elohim te da, y las pondrás en una canasta e irás al lugar que El Eterno tu Elohim escogiere para hacer habitar ahí Su nombre, y te presentarás al sacerdote que hubiere en aquellos días, y le diras: declaro hoy al Eterno, que he entrado en la tierra que juró El Eterno a nuestros padres que nos daría, y el sacerdote tomará la canasta de tu mano y la pondrá delante del altar del Eterno tu Dios. Entonces hablarás y dirás delante del Eterno tu Dios:  Un arameo a punto de perecer fue mi padre, el cual descendió a Egipto y habitó ahí con pocos hombres, y allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa; y los egipcios nos maltrataron y nos afligieron, y pusieron sobre nosotros dura servidumbre. Y clamamos al Eterno, el Dios de nuestros padres; y El Eterno oyó nuestra voz, y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión. Y El Eterno nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, y con señales, y con milagros; y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel. Y ahora, he aquí, he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste, Oh Eterno. Y lo dejarás delante del Eterno tu Dios, y adorarás delante del Eterno tu Dios. Y te alegrarás en todo el bien que El Eterno tu Dios te haya dado a ti y a tu casa, así tú como el levita y el extranjero que está en medio de ti. Cuando acabes de diezmar todo el diezmo de tus frutos en el año tercero, el año del diezmo, darás también al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda; y comerán en tus aldeas, y se saciarán.  Y dirás delante del Eterno tu Dios: He sacado lo consagrado de mi casa, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos, ni me he olvidado de ellos.” (Deuteronomio 26:1-13 RV60)

Así que, antes de leer el versículo 14, ya nos dimos cuenta de que esta declaración, que se da como mandamiento; de que cuando se llegara al templo de Jerusalén, se tenía que hacer esta solemne declaración, pero no solo era una declaración, era una especie de recuento para evidenciar, como testigos, de que Dios había cumplido sus promesas, de que a pesar de lo que habían padecido y sufrido, a toda la opresión, Dios los introdujo a esa tierra, y no nada más los introdujo, sino que los hizo fructificar, los hizo abundar en cuanto a riquezas, y en cuanto a bienes, y en cuanto a muchas cosas; y por esa razón, podían ellos dar las primicias, las primicias de esos frutos.

 Como dice ahí, se ponía una canasta, el sacerdote de acuerdo a la tradición judía hacía un mecimiento, o una ofrenda de mecer esta canasta consagrada, y la persona que llevaba esta ofrenda, de inmediato adoraba o alababa a Dios, y expresaba esto que incluso dice que se decía en hebreo y que si alguien no sabía, alguien le decía, pero él tenía que decir la última parte.

 ¡Yo creo que a todos nos encantaría vivir esa experiencia! Qué bendición, ¡qué alegría! Y aquí nos damos cuenta de que el dar es un acto también de adoración (por qué no tendría que ser así). Todo lo que podamos hacer para Dios es una muestra de gratitud, de adorarle, de bendecirle, de tantas cosas hermosas y les digo: quién puede diezmar si Dios primero no le da un ingreso, quién puede hacer brit milá si primero Dios no le da un hijo, quién puede poner mesuzá si primero Dios no le da una casa; en fin, tantas cosas que Dios nos pide, pero primero nos da. Entonces, en todo ese contexto, que la persona viajó, se presentó a Jerusalén con este deseo de adorar, dando estos frutos como una primicia, como la evidencia, como diciendo, mira, aquí están estos frutos, porque tú me diste más y respecto al segundo diezmo, dice el verso 14-15: 

“No he comido de ello en mi luto, ni he gastado de ello estando yo inmundo, ni de ello he ofrecido a los muertos; he obedecido a la voz del Eterno mi Dios, he hecho conforme a todo lo que me has mandado. Mira desde tu morada santa, desde el cielo, y bendice a tu pueblo Israel, y a la tierra que nos has dado, como juraste a nuestros padres, tierra que fluye leche y miel. (Deuteronomio 26:14-15).

Como parte de este mismo momento, era esta declaración de las primicias, pero también estas indicaciones que aprendemos y que nos dejan ver aquí, parte del propósito del segundo diezmo. 

El segundo diezmo:

Si alguien quiere conocer con mucho más detalle lo que es el segundo diezmo, en Números capítulo 18, tenemos ese estudio, dentro de la serie del libro de Números, verso por verso, capítulo a capítulo, ahí viene muy detallado, cuál es la diferencia, en qué momento se daba; pero, a grandes rasgos, como dice aquí, este segundo diezmo, que se apartaba después de haber dado el primer diezmo. Pongamos un ejemplo: una persona percibe mil dólares, o mil pesos, la moneda de tu localidad, de ese mil, el diezmo serían 100, quedan 900. De esos 900, se apartaban 90 más; esos 90 pesos, o dólares, o euros, ¿para qué se usaban? Se usaban específicamente para las fiestas, ¿de qué forma? Ya sea para costear el viaje, pero principalmente, como leemos aquí, para poderlo consumir, comer, porque dice el verso 14: no he comido de ello en mi luto. 

¡Entonces, se comentaba, si parte fundamental de las fiestas es la Seudá, la comida festiva, eso conlleva un dinero, eso hay que costearlo de alguna manera! Para eso es este segundo diezmo; o sea, este diezmo no se le entregaba al sacerdote, o no se le entregaba al levita, ni a la congregación, no se le entregaba al rabino o al pastor; este diezmo, cada persona era responsable de administrarlo. ¡Tendría que haber aquí también un compromiso fuerte, así como el diezmo es un compromiso con Dios, este, por supuesto, sigue siendo un compromiso con Él!  ¡Pero qué bendición porque El Eterno nos dice como mandamiento lo tienes que apartar, pero debes usarlo para este propósito, nada de que se quedó sin batería el carro y tomamos del diezmo de las fiestas, No! 

 Una forma práctica, sugerida, es separarlo, poner un sobre que diga diezmo para fiestas o Maser Shení, segundo diezmo, y ese dinero, cuando llegue cada festividad, tomas lo que necesites para preparar los alimentos de la fiesta, o el vino, la matzá, en fin, siempre hay cosas que comprar y preparar y créanlo, es una forma de disfrutar más de la fiesta, porque fuiste fiel en este mandamiento. ¡No es que Dios te esté quitando, o te diga, dame más, No! Aquí tú lo vas a usar totalmente; o sea, al final del día, si tú haces cuentas, cuando necesites comprar algo, por ejemplo para Shabat, que es una fiesta, -aunque el enfoque principal de este mandamiento, este mitzva, es hacia las festividades de peregrinaje como Pesaj, Panes sin Levadura, Shavuot, Sucot- incluso para Shabat se puede usar. Finalmente, siempre necesitamos comprar cosas,

Parte importante de estos diezmos, vemos que tenían un carácter sagrado, a tal grado que la persona tenía que cumplir, como aquí se dice, con cierto estado de pureza para poder participar. Hoy en día, no se sigue esto en un sentido tan estricto, por cuanto esto se aplicaba en los días del templo, por la santidad del templo, por la pureza que implicaba el templo, la persona  no podía presentarse delante del Eterno y participar de la festividad del Eterno, en estado de inmundicia.

 ¿Cómo sería en estado de inmundicia? Aquí está un ejemplo, cuando dice no he comido de ello en mi luto. ¿Qué podía implicar? Que cuando había fallecido una persona, la persona que llevaba el diezmo quizás había tocado un cadáver sin llevar a cabo una pureza ritual. Por otro lado, ¿qué idea hay detrás de esto? Que este diezmo, o la manera de participar en este diezmo, debe ser con alegría. 

Notemos qué interesante: por un lado, puede ser la parte ritual, digamos literal, que una persona no podía llegar a la fiesta, comer de la fiesta, participar de la comida de la fiesta, en un estado de inmundicia. Aquí no es algo escrito, pero como costumbre, como Alahá, hemos tomado hacer tevilá antes de las fiestas de Pesaj, Shavuot y Yom Kipur, por ejemplo, que son fiestas muy solemnes, en las que hay que buscar entrar a ellas, en el mejor estado de santidad, de pureza y de introspección. En los días del templo, evidentemente, era más estricta la manera en la que se buscaba guardar esto. Si tenía un carácter sagrado, si tenía una importancia en este sentido. Si había un deceso en la familia, retomando el otro punto, sí la pureza ritual como tal de hacer tevilá, pero también la idea de que este diezmo se debía comer con alegría, para poder cumplir con el mandamiento que dice te alegrarás en las fiestas.

 Fijémonos que El Eterno, no es que no sea sensible a nuestros sentimientos o necesidades, pero sí quiere vernos, finalmente, contentos. La importancia de cada una de las fiestas, es buscar a toda costa esa alegría. Por eso es que la persona podía decir, no lo comí en mi luto, o sea, no comí, participé, con una profunda tristeza y un pesar, y con un estado de ánimo terrible. ¡No! Si no que realmente lo usé, lo gasté, sin estar en estado inmundo, sino al contrario. Y no lo usé de otra manera, en otras ofrendas para muertos o de idolatría, he obedecido la voz del Eterno, mi Dios, dice en el verso 14, he hecho conforme a todo lo que tú me has mandado.  

Esto está ligado al mandamiento que dice, te alegrarás en las fiestas, y se considera una mitzva alegrarse en las fiestas; así que esto ayuda, aumenta este regocijo, porque las cuestiones económicas, decíamos al principio, a veces son un impedimento, y no deberían ser. Debemos tener la responsabilidad, la conciencia de decir, hay una fiesta que se aproxima, que faltan 2 o 3 meses; no voy a poner como pretexto una vez más, que no voy a ir por cuestiones económicas, porque no me alcanza. Ahí no estamos guardando este mandamiento, si estuviéramos siendo fieles; por supuesto que El Eterno también va a ser fiel.

Conclusión:

Dos aspectos importante para resumir y concluir con esta mitzva, el primero es que hay que separar este segundo diezmo, hay que usarlo para las festividades, para el consumo de las festividades, ya sea para la comida o la bebida, y para ninguna otra cosa. Es importante respetar y guardar ese dinero. A veces podemos decir que ya se juntó dinero y pensar en irnos de vacaciones. No, es para uso exclusivo de esto. Y otro punto importante a considerar es, El Eterno quiere que nos regocijemos en su presencia, quiere que participemos con alegría, y nos conoce, sabe que la comida y la bebida, alegran a cualquiera. Así que, qué sabio El Eterno y qué hermoso en decir, se los pongo como mandamiento, que prevé, porque se te va a olvidar, vas a tener otras cosas en la cabeza, y cuando llegue la fiesta, vas a estar buscando en la cartera a ver de dónde sacas. 

Si tú eres fiel, El Eterno va a ser fiel, y yo te aseguro, si tú no lo has hecho, te invito a que lo hagas y que pruebes que realmente es una experiencia muy hermosa, muy linda, tomar de ese dinero, santificado, apartado y decir voy a comprar un buen vino, o voy a comprar una buena carne o voy a comprar lo que sea necesario y te guste para la fiesta, y hacerlo con esa tranquilidad, pero también con la alegría de saber que has cumplido con esta mitzvá.

Te invito a que guardemos las fiestas con alegría y que a través de este mandamiento lo hagamos con mucha más.

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