Cada israelita escriba un Sefer Torá, que cada israelita tenga su propio rollo de La Torá. 

Deuteronomio 31:19: 

“pero ahora, pues escriban este cántico y enséñenlo a los hijos de Israel, ponlo en boca de ellos para que este cántico me sea por testigo contra los hijos de Israel.” (Deuteronomio 31:19)

 Literalmente nos dice, escribe este cántico y enséñalo a los hijos de Israel. El comentarista Maimónides dice, escribe La Torá porque en la Torá se encuentra este cántico. Analicemos el porqué de este mandamiento.

 No necesitamos profundizar mucho para darnos cuenta hacia dónde va la parte práctica de este mandamiento, reflexionemos un poco en que antes de la imprenta era otro mundo. Antes de Gutemberg, la vida era muy diferente. Y por cierto, el primer libro que se imprimió fue la biblia y esto trajo muchísima luz a la humanidad, y antes de eso, tener un libro era algo muy especial, era algo de gran valor. Un libro en sí era algo muy apreciado. Hoy estamos muy alejados de eso. El libro está perdiendo terreno versus el libro digital, frente a los medios digitales como el video o el audio, Pero pensemos en aquellos días el valor que tenía tener un libro. Un libro es un testimonio de la historia. Leer y escribir era un privilegio también. El analfabetismo era grande, pues no había mucho que leer, no había gran posibilidad de leer, quizás los letreros del mercado, cosas así. 

No existía como tal que alguien tuviera este hábito. Una biblioteca era un tesoro. Al pueblo judío se le conoce como el pueblo del libro, porque está conectada su historia. Y así debería de estar la nuestra. Nuestra historia debería estar ligada a este libro en particular.  Se dice que cuando Alejandro Magno llegó a Jerusalén, se sorprendió de la tasa de alfabetización que existía entre los israelitas, prácticamente no había un solo adulto que no supiera leer, cosa que era muy extraña. Y esto nos habla de la importancia que Dios (no solo los rabinos o sacerdotes) a dado que su pueblo escogido, lea, escuche y escriba las palabras de la ley. De hecho, de esta mitzva se generó el oficio del sofer, que es un escriba, una persona especializada en la transcripción de La Torá. Hay una serie de reglas impresionante de los detalles que se tienen que cuidar y respetar: desde la materia prima, por ejemplo, de un animal kosher, obviamente, que este animal estuviera dedicado solo a este fin, a ser pergamino. 

Se dice, por ejemplo, que la separación entre letra y letra tenía que ser del grueso de un cabello. Son una serie de reglas tan particulares para escribir un rollo de Torá. Este mandamiento, por supuesto, sigue vigente. La pregunta sería: Qué se gana al transcribir un rollo de Torá. La intención o el objetivo de este mandamiento es que no hubiera una sola persona en el pueblo de Israel, que no tuviera un rollo de La Torá para sí mismo, que no tuviera que pedírselo a nadie.  Se puede asegurar que la mayoría de la casa hoy en día tiene una biblia, pero eso no es garantía de leerla. Entonces, que sucede si tú tienes que escribir solo la ley de Moisés, solo La Torá. No hay forma de que la leas si no la escribes. Este mandamiento es un plan con maña del Eterno, porque cuántas veces tienes que leer el mismo pasaje para escribirlo sin equivocarte. Por lo menos dos veces: lo lees al copiarlo, y lo lees al escribirlo, y hasta más veces para cuidar, no equivocarte. Este mandamiento va más allá de solo tener una biblia. 

¿Qué ganamos con leer La Torá? 

El Salmo 19:7-8 dice:

 “La ley del Eterno es perfecta, que convierte el alma, el testimonio del Eterno es fiel; que hace sabio al sencillo. Los mandamientos del Eterno son rectos, que alegran el corazón; el precepto del Señor es puro, que alumbra los ojos.” (Salmo 19:7-8 RV60)

¿Este es como muestra un botón: qué ganamos? ¿Qué implica? ¿Qué ventajas tenemos al transcribir? Dice: la ley del Señor es perfecta, hace sabio al sencillo, alegra el corazón, alumbra los ojos!! Todos necesitamos de esto. Ganamos estar capacitados para la vida, como dice en 2 Timoteo 3:16: 

“Toda La Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16 RV60)

Escuchar, leer, transcribir la escritura, nos va a hacer entenderla, conocer la voluntad de Dios. Pablo también le dijo a Timoteo: Desde la niñez has conocido las sagradas escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para salvación por la fe que es en el Mesías Yeshúa. Dijo Yeshúa: Escudriñen las escrituras, pues en ellas parece que tendrán la vida eterna. Así que al transcribir La Torá encontramos la vida eterna. 

Conclusión:

 No hay mucho más que exponer; esto es muy claro y fácil de aplicar: ¡Manos a la obra!  Empieza hoy tu transcripción; va a ser un tiempo muy bello con Dios, de 15, 20 minutos o el tiempo que tenga cada quien. Así sea un versículo al día. Es como tomar un cafecito con Dios y te ayuda a estar meditando en La Palabra de día y de noche, como dice el Salmo uno; quien medita en su palabra de día y de noche. Será un tiempo para enriquecer nuestra vida espiritual.  Tenemos bastantes testimonios en La Kehila. Les animo a hacer esto, les desafío a hacer la prueba, empiézalo, toma una libreta y hazlo. En el judaísmo se les animaba a los niños a escribir.  Con este mandamiento concluimos con broche de oro y saltemos a la práctica: Al hacerlo, Dios va a hablarnos, va a respondernos muchas preguntas que en la vida nos hacemos.

Felicidades a los que ya lo han hecho. Se dice que los reyes también tenían este mandamiento: Hacer un rollo de La Torá y no podía pedirle a ningún sirviente, Él tenía que hacerlo de puño y letra. Uno mismo es el que gana con este mandamiento.  Aquí concluimos con los 613 mandamientos de La Torá.

 

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