178. Considerar ritualmente impuro, y quien purifica ala zav (hombre que tuvo secreción de su órgano).

179. Precepto por el zav de ofrendar un sacrificio, luego de haberse repuesto de su flujo.

180. El precepto de la impureza ritual del semen.

Y esta será su inmundicia en su flujo: sea que su cuerpo destiló a causa de su flujo, o que deje de destilar a causa de su flujo, él será inmundo.

Y el octavo día tomará dos tórtolas o dos palominos, y vendrá delante de Jehová a la puerta del tabernáculo de reunión, y los dará al sacerdote;

Cuando el hombre tuviere emisión de semen, lavará en agua todo su cuerpo, y será inmundo hasta la noche. (Lev 15:3, 14, 16 RVR60)

Explicación de los mandamientos:

Estos mandamientos en primera instancia parecieran hablar de cosas muy íntimas y personales, pero deberíamos preguntarnos, ¿Por qué la Biblia nos instruye sobre esto? Pues simplemente porque el Eterno se interesa en todos los temas de nuestra vida, Él quiere gobernarnos en todos los sentidos si se lo permitimos. Los mandamientos son dados para que aprendamos a vivir mejor y no para alcanzar la salvación, para que una vez que hemos sido partícipes de esta gracia, tengamos la oportunidad de vivir de la manera que Él desea.

Uno de los temas importantes para el Eterno es lo referente a nuestra salud física, pues esta área está muy relacionada con el ámbito espiritual, Dios no desea que estemos enfermos, que si bien es una condición que forma parte de nuestra vida, el Eterno nos proporciona mandamientos para evitar la enfermedad en la medida de lo posible.

Hoy en día, en nuestras generaciones, debido a la falta de pudor, moralidad, de recato y de obediencia a estos mandamientos, ha tenido como consecuencia que el hombre experimente cada vez más enfermedades, incluyendo las sexuales, pues mientras más promiscuidad y libertinaje, más padecimientos de este tipo. No es casualidad que el Eterno instruyera el reservarse para una persona, así como las limpiezas y purificaciones que debían hacerse después de tener intimidad sexual dentro del matrimonio.

El capítulo 15 de Levítico es muy interesante porque habla de ciertas impurezas físicas que podían ser contraídas. La primera sección del capítulo está dirigida al hombre, mientras que la segunda aborda el caso de la mujer. Del versículo 1 al 15, trata la situación de cuando el hombre pudiera padecer alguna enfermedad de tipo sexual, como una infección, lo cual no es nada extraño porque, por ejemplo, en la época de la Edad Media, los hombres contraían infecciones debido a la gran promiscuidad en la que vivían. Después, Del versículo 16 al 18 aborda el caso de cuando un hombre y una mujer tienen intimidad, exponiendo la necesidad de llevar a cabo una purificación.

En el versículo 1, el término traducido como flujo de semen es zuv de donde se deriva zav, termino específico para referirse a una persona que ha adquirido alguna infección y, por lo tanto, tiene una emisión de un líquido similar al semen. Mientras que en el versículo 16 se utiliza otra palabra, aunque se tradujo de la misma forma en español. El término utilizado es zera shekava, que quiere decir semilla de copulación o de emisión, lo cual es muy importante distinguir, ya que no lo leemos de esta forma no entenderemos la diferencia. Del versículo 1 al 15 habla de una infección, una enfermedad, un padecimiento anormal, algo distinto al flujo normal del hombre al tener intimidad, razón por la cual es necesario un sacrificio, de lo cual nos habla el mandamiento 179.

Recordemos que la palabra inmundo tienen que ver con el aspecto ritual de ser parte del Templo o el Tabernáculo y acercarse a ellos, así como de ofrecer sacrificios, esto debido a la santidad que guardaban, por lo cual una persona inmunda era aquella no apta para levar a cabo lo anterior debido a su condición. No podía participar de cosas santas, pues era considerado inmunda, entonces debía ofrecer algo después de que hubiese sido purificado.

Podemos observar que en estos mandamientos se dan toda una serie de indicaciones con relación a no sentarse o acostarse en los muebles donde estuviera el enfermo, lo cual parecería exagerado y hasta discriminatorio. No obstante, lo anterior no es diferente a lo que sucede hoy en día cuando una persona está muy enferma, ya que en la casa o en el hospital donde se encuentren se les aísla y/o se separan las pertenencias del afectado, para evitar el contacto en la medida de lo posible. Esta misma razón es por la cual la Torá nos ordena lo anterior.

Es importante recordar que cuando dejamos de obedecer los preceptos de Dios nos metemos en problemas, lo que se evitaría si tan solo siguiéramos las instrucciones del Eterno. No obstante, aun ante nuestra desobediencia, el Eterno nos da provisión para la misma, no rechazándonos ni alejándonos, sino que a través de los sacrificios creaba el medio para acercarnos nuevamente a Él. Todas y cada uno de los sacrificios que se llevaban a cabo apuntan claramente a nuestro Mesías, que es quien nos purifica verdaderamente y nos limpia desde el interior.

El mandamiento 180, que abarca desde el versículo 14 al 16, considera la purificación del hombre después de emitir flujo de semen normal. Así como el que se purificaba de la lepra al octavo día, esta persona también quedaba limpia al octavo día, lo cual nos muestra la intervención divina en el proceso de purificación. Se realizaban dos sacrificios, uno por pecado, considerando que por eso pudo haber sido, y el otro por ola, que como ya hemos aprendido, el holocausto era una ofrenda de consagración, símbolo de una dedicación completa al Eterno.

En el versículo 16 se habla del caso de la emisión de semen por sostener relaciones íntimas o por una emisión involuntaria, como lo es por una emisión nocturna. Se indica que el hombre deberá lavar, bañar todo su cuerpo, ya que el agua físicamente limpia y purifica el cuerpo, pero además también representa pureza espiritual.

La semilla del hombre es el semen, que como podemos observar es considerado inmundo, y esto debido a que es el hombre quien transmite el pecado contenido en el ADN, desde el pecado de Adán hasta nuestros días, el hombre porta una semilla corrupta que ya no es pura y santa. Es por eso que Yeshua no pudo nacer de una semilla humana, sino que fue nacido del Espíritu.

 

Conclusión:

Todo lo anterior nos habla de higiene y limpieza que, si bien ahora no nos parece extraño o fuera de lo común, durante siglos y milenios los hombres no hacían nada de esto, no practicaban ningún tipo de higiene en las relaciones íntimas que por lo que abundaban las infecciones y mortandades. En Europa, por ejemplo, durante la Edad Media la gente no acostumbraba a bañarse, se dice que el rey Luis XVI se bañó una sola vez en su vida y el rey Luis XIV dos veces. Además, acostumbraban a intimar con muchas mujeres, por lo que no era anormal las enfermedades sexuales.

El Eterno quiere que después de la intimidad haya limpieza y purificación, no porque el sexo sea sucio en sí mismo dentro del matrimonio, sino por cuestiones lógicas y físicas de limpieza e higiene.

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