Considerar impuros y transmisores de impureza a la Nebelá (animal Kosher-puro-muerto sin faena ritual).

Y si algún animal que tuviereis para comer muriere, el que tocaré su cadáver será inmundo hasta la noche. (Lev. 11:39 RVR60).

Explicación del mandamiento:

En el mandamiento 160, se observa el cuidado que el Eterno tiene para con nosotros, al establecer que no comamos alimentos que no fueron muertos apropiadamente, debido a que, en ciertas ocasiones, los animales mueren por enfermedad o por alguna causa desconocida, y pueden ser transmisores de enfermedades, virus y bacterias que afectan a nuestro organismo.

Se puede ver el amor y el cuidado del Señor, al instruirnos inclusive sobre la calidad de nuestros alimentos, ya que cuando un animal es sacrificado de la manera correcta, la adrenalina es liberada a través de su sangre, lo cual hace que las toxinas y agentes nocivos para nuestro cuerpo sean desechados antes de que el animal sea consumido. Era muy común en aquellos tiempos, y aun ahora en granjas o en el campo, que se encuentre a un animal muerto y cuando esto sucede no debemos de tocarlos y mucho menos ingerirlos.

Conclusión

En el mundo secular, es difícil que nos topemos con este tipo de situaciones. El guardar este mandamiento se vuelve más complicado en estos tiempos, ya que no tenemos conocimiento de cómo murió o fue sacrificado todo lo que compramos en tiendas o restaurantes.

Es importante saber si un animal fue matado de una manera correcta, pues nos dará cierta tranquilidad, pero no es fácil, no obstante hay algunas características que nos pueden ayudar a determinar si los animales fueron sacrificados correctamente, pues normalmente su carne es más rica y suave.

Lo anterior sería beneficioso para la industria misma, pues los productos cuya carne es de mejor sabor, verán incrementada su demanda, y por ende su rentabilidad será mayor. Debemos evitar pensar en cómo fue muerto el animal que vamos a consumir, pero sí tener presente el mandamiento, así como todos aquellos en los que no podemos tener una certeza por el mundo en el que vivimos.

Más allá de enfocarnos sobre si estamos transgrediendo un mandamiento o no, lo importante es saber que el Eterno está pendiente de todo lo que hacemos, incluso de las cosas aparentemente sencillas y cotidianas, que estemos conscientes de cada uno de los mandamientos para llevarlos con temor a nuestro corazón, y en caso de presentarse una situación en la que debamos aplicarlo, lo hagamos correctamente por amor al Eterno.

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