Prohibición para el sacerdote de servir en estado de impureza.

“Santos serán a su Dios, y no profanarán el nombre de su Dios, porque las ofrendas encendidas para el Eterno y el pan de su Dios ofrecen; por tanto, serán santos.” (Levítico 21:6 RV 60).

Explicación del mandamiento:

Prohibición que rige, para un cohen impurificado, de realizar el servicio en el día en que se sumerge en la mikve (espacio donde se realizan los baños de purificación que prescribe el judaísmo), hasta después de la puesta del sol. Este es uno de los preceptos que tenían que seguir los Cohanim (sacerdotes), ellos tenían un llamado muy particular, por lo que Dios decide tomar a la tribu de Leví en lugar de los primogénitos para servirle.

El plan sacerdotal estaba enfocado por familias, cada familia debía tener un sacerdote en casa. Los Levitas tenían un llamado muy particular, el cual era conducirse de manera distinta a como lo hacía el pueblo, así como también administrar la mesa de los panes de la proposición, llevar a cabo sacrificios y otro tipo de acciones que demostrarán la santidad que necesitaban.

¿Cuál es el tema principal?

“La Santidad”: considerar que en todo lo que hagamos debe estar presente la santidad. El sacerdote, en este caso, debía hacer un lavado permanente “tevilah” (purificación) hasta la puesta de sol, después de esto, tenía que esperar un tiempo, hasta el otro día, para poder entrar al lugar santo. Pero no iba a pasar su inmundicia hasta después de la puesta del sol, es decir, que podía estar limpio aparentemente, pero tenía que esperar, y esto nos hace aprender que todo tiene un tiempo. Tenía que haber esta purificación, ya que ellos iban a estar en una zona espiritual con un nivel de santidad diferente al resto.

El sacerdote debía estar consciente del lugar a donde iba a entrar, lo que iba a hacer, lo que iba a llevar a cabo. El agua en este caso también simboliza la “palabra” de Dios, por lo que la palabra de El Eterno es la que puede purificarnos de nuestras faltas.

¿Por qué el sacerdote tenía que esperar?

Hay que aprender que todo tiene un tiempo, a veces la santidad no es cuestión solo de un estado o un ritual, cuando nos arrepentimos somos una nueva creatura, pero eso no implica que cuestiones del pasado permanezcan, por lo que es bueno que pase un tiempo porque no todo se puede limpiar inmediatamente.

Conclusión:

Esta es una invitación que nos hace el Eterno para purificarnos de la contaminación del mundo. Es por ello que hay que recurrir a la palabra de Dios, porque es agua limpia que corre, la cual, es capaz de purificarnos, ya que es vida. Como los sacerdotes se purificaban para acercarse al Eterno, y solo el Eterno puede quitarnos la inmundicia que tenemos a su tiempo.

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