357. Entregar al sacerdote los objetos declarados jerem (dedicados) en un momento explicaremos que es este término.
358. Prohibición que rige para el propietario, de vender los campos, terrenos o bienes que haya declarado como jerem
359. Imposibilidad de redimir terrenos, o bienes muebles que fueron declarados como jerem.

Pero no se venderá ni se rescatará ninguna cosa consagrada, que alguno hubiere dedicado a Jehová; de todo lo que tuviere, de hombres y animales, y de las tierras de su posesión, todo lo consagrado será cosa santísima para Jehová. (Levítico 27:28 RV60)

Explicación de los mandamientos:

Todo cuanto se consagra como propiedad exclusiva del Señor, es cosa santísima. Y este es el verso que da pie a estos tres mandamientos, esto nos da a entender o nos ayuda a considerar mejor las cosas que eran consagradas al Eterno. En los versos previos en Levítico, habla acerca de aquellos objetos o personas, que podían ser consagradas para el Señor. Sin embargo, en cada uno de ellos, también hay una provisión para poder ser rescatados, ¿por qué en este caso dice que no se puede? ¿Por qué el mandamiento dice que está prohibido? Ya sea venderlos, ya sea redimirlos, y que por el contrario, tienen que ser forzosamente entregados.

Estamos, una vez más, ante una ofrenda totalmente voluntaria, sin embargo, esta ofrenda es de un carácter mucho mayor, solemne o formal, en el cual se le ha dado la exclusividad para el Señor, ahora sí, como dicen; no hay vuelta atrás.

El término jerem, específicamente tiene relación con aquellos objetos que eran consagrados para el Señor, y que eran ofrecidos a los sacerdotes, por lo cual dice aquí la Escritura, estaba prohibido tratar de venderlos una vez que se habían entregado, o cuando se estaban por entregar, no podían ser redimidos y al contrario, no se podían dar a ninguna otra persona, sino específicamente a los sacerdotes que ministraban en el Templo. Y esto nos lleva también a pensar, en que muchas veces podemos decir que hemos dado algo al Señor, nuestro tiempo, nuestra vida, etc., y después aparentemente nos arrepentimos o queremos hacer cambio de planes, en el caso de los objetos de las tierras consideradas jerem (dedicadas) estas ya no se podían rescatar. Ahí sí que no aplica este dicho coloquial de “dijo mi mamá que siempre no”, sino el que ya dio algo, ya no se podía retractar. La palabra jerem en algunos casos, incluso se traduce como anatema, y anatema es una frase que también hemos escuchado en diferentes ocasiones, recordemos la historia de Acán en el libro de Josué, donde dice que el Señor les ordena que nadie toque o tome del anatema ¿por qué? Porque eran cosas consagradas, no necesariamente anatema tiene la idea de algo que es propiamente prohibido, o que es maldito, o inmundo, o impuro; anatema también tiene que ver, con algo que está totalmente apartado para el servicio de Dios.

Jerem, también se llega a interpretar o traducir como anatema. Y esta prohibición del jerem incluye todo uso privado y se sitúa en un grado más alto que la simple consagración, por eso reiteramos, no se podía redimir.

Y ¿cómo podríamos aplicar esto, sí evidentemente no hay un Templo? Lógicamente, no hay un sacerdocio como tal el día de hoy, pero sí sigue existiendo la misma intención y el mismo deseo de servir al Señor, de entregar algo a nuestro Dios.
Por lo tanto, si tú decides dar algo al Señor, te invito a que lo hagas de todo corazón, el peor arrepentimiento que puede haber es dedicarle tu vida a Dios, o consagrarte para el Señor y no cumplirlo.

Sí, el Señor ha puesto en tu corazón entregarle algo, no se lo niegues y dáselo de todo tu corazón, no sin antes pensar en lo que le vas a dar, piensa bien antes si se lo puedes dar completamente, ora primero y consúltalo, como dicen “con la almohada” o con la esposa sí es necesario, pero lo que te comprometas a entregar, entrégaselo al Señor.

Otro detalle interesante de este mandamiento, y que nos dice la Escritura es: “Todo lo consagrado será cosa santísima para el Eterno.”

Conclusión:

El Señor está viendo tu ofrenda, sin importar cuál sea, como algo santísimo, como algo muy especial, como algo muy apreciado, así que no es la cantidad sino la calidad. Y algo relacionado con esto, lo vemos en el B’rit Hadasha (Nuevo testamento), cuando Yeshua cuenta la historia de la viuda, esta mujer mayor que entregó lo poco que tenía, pero que literalmente era todo lo que tenía. A diferencia de estos hombres ricos, algunos de ellos fariseos que entregaban lo que les sobraba. Esta mujer estaba dando de todo corazón lo que tenía para el Señor y sabemos que eso para el Eterno es algo muy preciado.

¿Deseas recibir la lista de los 613 mandamientos?

Escríbenos a info@caminoaemaus.org y recibe en PDF la lista de los 613 mandamientos de la Ley en tu correo.

Escribe un comentario

*

Your email address will not be published.

© 2012 -2023 KEHILÁ Camino a Emaús.
Todos los derechos reservados

Síguenos en:           
Simple Follow Buttons
Simple Share Buttons
Menu