¿CUÁL ES LA HISTORIA DE JANUKA? 

El día de hoy vamos a conocer la historia de Januka y yo quiero invitarles a que usemos nuestra imaginación y que tratemos de recrear en nuestra mente la historia que a continuación leeré, ya que Januka es una fiesta histórica que NO aparece dentro de las fiestas enlistadas en Levítico 23. Aparece en la Escritura en el evangelio de Juan en el capítulo 10: 22-23:

 Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón”. ( Juan 10.22-23 RVR60).

Januka es una fiesta con elementos simbólicos que apuntan al Mesías y que tienen un profundo significado espiritual. Cuando un suceso marca una generación y trasciende, éste queda como un legado histórico para el pueblo. Y este es el caso de Januka que ha trascendido la historia hasta el día de hoy. No solo es una historia de guerra, sino de supervivencia y de identidad. Y eso es lo que vamos a conocer el día hoy:

RELATO DE LA HISTORIA DE JANUKA

Fue en la época del segundo Gran Templo de Jerusalén, hace casi veintidós siglos, cuando tuvieron lugar los eventos que conmemoramos año tras año en Januka. El pueblo judío había regresado a la tierra de Israel del exilio babilónico, y reconstruido el Gran Templo. 

UN POCO DE TRASFONDO

Alejandro Magno, nacido en 356 a.C., fue el Rey de Macedonia en Grecia del Norte. Desde temprana edad Alejandro demostró un enorme talento militar y fue nominado comandante en el ejército de su padre a la edad de 18 años. Habiendo conquistado toda Grecia, Felipe II de Macedonia -su padre-, estaba a punto de embarcarse en una campaña para invadir al archienemigo de Grecia, el Imperio Persa. Antes de invadirlos, Felipe fue asesinado y Alejandro se convirtió en rey en el año 336 a.C. Dos años más tarde, en 334 a.C., cruzó el Helesponto (hoy en día Turquía) con 45 mil hombres e invadió el Imperio Persa en tres colosales batallas: Granices, Issus y Gaugamela. Entre los años 334 y 331 a.C., condujo a su ejército a la victoria frente al ejército persa que los superaba en número por diez a uno. En 331 a.C., el Imperio Persa fue derrotado y el Emperador Darío fue muerto, por lo que Alejandro era el gobernante indiscutido del Mediterráneo. Su campaña militar duró 12 años y lo llevó a él y a su ejército, diez mil millas hasta el río Indus en India. Cuando Alejandro observó su Imperio, lloró porque ya no había más nada por conquistar.

Solo el agotamiento de sus hombres y la inoportuna muerte de Alejandro en el 323 a.C., a la edad de 32 años, pusieron fin a la conquista griega del mundo. Pero su vasto Imperio no sobrevivió a su muerte. Se fragmentó en cuatro grandes trozos con centros en Grecia, Egipto, Siria y Asia, controlados por sus antiguos generales. 

Los griegos no solo eran imperialistas militares, sino que también eran imperialistas culturales. Los soldados y pobladores griegos llevaron sus formas de vida: lenguaje, arte, deporte, arquitectura, literatura y filosofía al Medio Oriente. Cuando la cultura griega se mezcló con la cultura del Medio Oriente, se creó un nuevo híbrido cultural llamado: Helenismo (Hellas es la palabra griega para Grecia), cuyo impacto sería más grande y duraría mucho más que el corto período del Imperio de Alejandro Magno. Ya sea a través de las fuertes batallas, el arte, la arquitectura, el deporte o la filosofía, la influencia del Helenismo en el Imperio Romano, en el cristianismo y en el Oeste fue monumental. La interacción entre los judíos y los griegos, y el impacto del Helenismo sobre el judaísmo fue sumamente interesante. 

JUDÍOS Y GRIEGOS

Los griegos no habían conocido nunca a nadie como los judíos, y los judíos nunca habían conocido a nadie como los griegos. La interacción inicial parecía ser bastante positiva. Para los judíos, los griegos eran una nueva y exótica cultura del oeste. Tenían una profunda tradición intelectual que producía filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles. Su amor por la sabiduría, la ciencia, el arte y la arquitectura los separaban de otras culturas con las que los judíos habían interactuado antes. Los griegos nunca habían conocido a nadie como los judíos – la única nación monoteísta que tenía un concepto único de un Dios infinito, que ama, que se preocupa por su creación, que interactuaba con el hombre y que intervenía en la historia-. Los judíos tenían tradiciones legales y filosóficas increíblemente profundas y complejas. Tenían una tasa de alfabetización y una infraestructura de bienestar social nunca vista en el mundo antiguo. Tres imperios griegos emergieron en el Medio Oriente después de la muerte de Alejandro: la de Ptolomeo en Egipto, la de Seleuco en Asia (Siria) y la de Antígono en Macedonia y Grecia. 

La tierra de Israel se encontraba en la frontera entre dos imperios: Egipto y Siria. Inicialmente, los judíos se encontraban bajo el control de Ptolomeo, pero luego de la batalla de Panias en 198 a.C., Israel pasó a estar bajo el dominio de los Seleúcidas y su Rey Antíoco – Rey de Siria entre 175 y 164 a.C. Al comienzo, la dominación seleúcida fue más bien benigna, ya que ellos eran ecuménicos, tolerantes y nunca intentaban interferir con el servicio religioso de la población local. Los griegos estaban más que contentos en incluir a todos los dioses posibles dentro de su panteón. La cultura griega se expandió bajo el disfraz de “iluminismo”. Su única demanda hacia los pueblos conquistados por ellos, era la des culturización de sus propias culturas para fusionarlas en una sola cultura junto con la religión. Sería errado ver el conflicto simplemente como Grecia contra Israel. Tensiones internas en la comunidad judía contribuyeron de forma significativa a este, pues muchos de los judíos helenizados tomaron el asunto en sus manos, e intentaron “ayudar” a sus hermanos más tradicionalistas “arrastrándolos” fuera de lo que ellos percibían como creencias primitivas, para introducirlos así al “moderno” mundo de la cultura griega. Mientras que la alta esfera de la sociedad judía, junto con el resto de la población del mundo mediterráneo, adoptó rápidamente la cultura helenista (algunos hasta el punto de renegar su identidad judía), la vasta mayoría de los judíos se mantuvieron leales al judaísmo. Este “rechazo” del estilo de vida helenista fue visto como una gran hostilidad por muchos griegos y fue considerado como una forma de rebelión. 

¿Por qué era tan difícil para los judíos mantener y adaptarse a la filosofía griega? La respuesta es clara: Los griegos defendían la supremacía y primacía del hombre. ¡Estatus! ¡Deportes! ¡Filosofía! Grecia dominaba el mundo y su actitud era reflejada en cada campo de los talentos del hombre: arte, literatura, música, ciencia, arquitectura, belleza. Aristóteles y Platón cambiaron la visión filosófica y mediante eso, moldearon a la civilización occidental. El judío, sin embargo, defendía la supremacía de Dios. La grandeza del hombre es participar en la creación como socio de Dios. Su grandeza es mirar a Dios como una autoridad moral más elevada, algo más grandioso que los dictámenes de su propia conciencia moral. Para el judío, el hombre fue creado a la imagen de Dios. Para los griegos, Dios es creado a imagen del hombre; ellos eran superhombres que podían comer, beber y complacer en exceso todos sus deseos físicos. 

DOS PERSONAJES CLAVES EN LA HISTORIA: JASÓN Y MENELÁOS 

Josué (Yehoshúa), quien cambió su nombre a Jasón, como lo hicieron muchos judíos entre los helenistas, ofreció a Antíoco un generoso soborno para destituir al Sumo Sacerdote Yohanán, y ser nombrado él para el codiciado cargo. Era el comienzo del final de la integridad del sacerdocio del Templo. Jasón se valió de su alta investidura para difundir aún más las costumbres griegas entre los demás sacerdotes. El “sumo sacerdote” Jasón construyó un gimnasio junto al Templo, y se dispuso a corromper a sus correligionarios con costumbres paganas y conductas inmorales. Muy pronto otro judío helenizado: Meneláos, superó a Jasón en su propio juego y compró el sumo sacerdocio con un soborno mayor, financiado con los utensilios de oro robados al Templo. Jasón reunió entonces un ejército y atacó a Meneláos en Jerusalén, asesinando a muchos de sus hermanos. Antíoco interpretó esta escaramuza civil como una revuelta contra su trono y envió sus ejércitos a Jerusalén, saqueando el Templo y asesinando a decenas de miles de judíos. No fue la primera vez, ni la última, que la asimilación y la disputa trajeron calamidades sobre el pueblo judío. 

EL “LOCO”

Para tener una idea de la naturaleza de Antíoco podemos decir que él agregó el título Epífanes a su nombre, que significa “la manifestación de dios”. En otras palabras, Antíoco no solo pensaba que él era “un regalo de Dios para los hombres”, sino que pensaba que ¡él era dios! Incluso sus propios seguidores se burlaban de él, llamándolo “Antíoco Epímanes”: el loco. La persecución de los griegos a los judíos no fue nada más ni nada menos que una guerra entre dos culturas. Antíoco y los griegos estaban decididos a imponer su dominio cultural y convencer a los judíos de la superioridad del pensamiento griego. ¿Su táctica? Prohibir ordenanzas claves de la observancia judía: el estudio de la Torá, guardar el Shabat (día de reposo), prohibición del brit mila (circuncisión), la santidad del matrimonio y seguir el calendario de fiestas bíblico. 

¿Por qué el estudio de la Torá?

Los judíos son el “pueblo del Libro”. La Torá es el libro de instrucciones para la vida, y es el impulso inspiratorio para la sabiduría. Como escribe el Rabino Emanuel Feldman en el libro “On Judaism”: “La historia demuestra que en el momento en que el estudio de la Torá es abandonado, la asimilación de los judíos a los pueblos que los circundan hace su entrada. Sin excepciones en la historia, todas las comunidades judías en las cuales la enseñanza y el estudio de la Torá no fueron una prioridad, gradualmente fueron desapareciendo de la escena. No es extraño que Rabí Akiva en el Talmud dice que: “esperar que un judío viva sin Torá, es como esperar que un pez viva sin agua”. Esto es porque la Torá es la esencia del pueblo judío, su misma vida y alma, y sin ella, literalmente, no tienen existencia…” 

La observancia del Shabat: A través de las generaciones, una prueba fehaciente de que un individuo o una familia seguirá siendo una parte vibrante del pueblo judío, es su compromiso con la observancia del Shabat. Como dice el famoso dicho: “más de lo que el judío cuida al Shabat, el Shabat lo cuida a él”. 

El Brit Milá (la circuncisión): Los griegos creían que el ser humano nace completo y perfecto. Es por eso, que ellos glorificaban al cuerpo humano. Por ejemplo, moldeando estatuas desnudas y realizando eventos atléticos. El culto al cuerpo era una parte esencial de la religión griega. Los judíos, por otro lado, creen que el mundo es en algunos aspectos imperfectos y que fuimos traídos a la tierra en función de asociarnos con Dios y traer perfección al mundo. 

Uno de los mandamientos más importantes de la Escritura es la circuncisión. Cuando Dios hizo el pacto eterno con Abraham y sus descendientes, el símbolo de esa unión fue la circuncisión (Génesis 17:9-12), y el mensaje es evidente: El cuerpo humano viene a este mundo con imperfecciones físicas y espirituales. Y así como se requiere de nosotros que perfeccionemos el cuerpo físico por medio de la circuncisión, también Dios nos provee de la guía y las herramientas apropiadas para llevar al mundo a una perfección espiritual. 

La Santidad del Matrimonio: Otro de los decretos de los griegos fue que cada novia judía, antes de su casamiento, tenía que pasar una noche con un general griego. Esto fue particularmente malicioso, ya que los griegos entendieron que la base de la vida judía era una familia estable y sana. En la raíz de esta estabilidad, se encuentra la santidad de la relación entre el hombre y su mujer. Y este es el punto que los griegos quisieron desarraigar. Hoy en día vemos el mismo espíritu en el hombre y la mujer, de no ser santos al llegar al matrimonio. 

El Calendario de Fiestas Bíblico: El último decreto griego fue prohibir al pueblo judío celebrar las fiestas bíblicas y rosh jodesh (luna nueva o cabeza de mes). El motivo es que el calendario judío está basado en el ciclo lunar y realmente el pueblo es comparado con el ciclo de la luna. Así como la luna al comienzo está completa, pero luego se va empequeñeciendo, así también el pueblo judío ha sufrido tremendas pérdidas debido a las persecuciones o a la asimilación. Pero nosotros sabemos que después de que la luna, al final de su ciclo, desaparece de nuestra visión, reaparece nuevamente en forma de “luna nueva”, creciendo otra vez hasta llegar a ser una luna llena. Esa es la idea, que el pueblo al guardar las fiestas, aunque sufra y desaparezca, vuelve a resurgir como una nueva creación. 

El libro de los Macabeos (aunque no está en nuestras Biblias protestantes), es un libro histórico que tiene muchas evidencias de lo que sucedió en aquellos días, y lo describe de la siguiente forma: Mucho después, el rey mandó un senador ateniense para obligar a los judíos a abandonar la ley de sus padres y para que dejaran de vivir según las leyes de Dios, y también para profanar el Templo de Jerusalén y llamarlo el “Templo del Zeus Olímpico” (2da Macabeos 6:1-2). Colocó un ídolo de Zeus sobre el sagrado altar, y obligó a los judíos a arrodillarse ante él, so pena de muerte. 

MOMENTO CRUCIAL DE LA HISTORIA 

En cada ciudad y aldea se erigieron altares con estatuas de los dioses y las diosas de Grecia. A medida que las tropas de Antíoco hacían sentir más la presión de su puño sobre la nación, los judíos parecían incapaces de ofrecer resistencia. La comunidad judía estaba dividida respecto de ese llamado a la asimilación. Algunos vieron la asimilación como una influencia positiva y modernista y la recibieron bien. En general, hubo una polarización: por un lado, estaban los judíos que querían asimilarse (llamados “helenistas”), y por el otro, la devota comunidad observante. El problema llegó a su cúspide en una pequeña ciudad llamada Modín, no lejos de Jerusalén. Los soldados griegos llegaron un día y ordenaron que los judíos sacrificaran un porcino al dios pagano. Al comienzo, nadie se ofreció, y los judíos se revelaron orgullosamente en contra de sus opresores paganos. Pero luego, un judío helenista se ofreció voluntariamente a hacer este sacrificio. Furioso por esta atrocidad, un judío llamado Matatías, de la familia de clan sacerdotal Jashmonea, mató al hombre en ese mismo momento y luego a los soldados que estaban allí presentes. Él y un valiente grupo y sus cinco hijos, de los cuales el más famoso fue Yehudá, se escaparon a unas cuevas cercanas y se convirtieron en el centro de una unidad revolucionaria. Estaban preparados para pelear y morir para preservar el judaísmo, luchando contra los griegos no solo militarmente, sino que también religiosamente. 

GUERRA DE GUERRILLAS 

El ejército bajo el mando de su hijo Yehudá Macabeo, crecía a diario en número y fuerza. Todos los judíos leales y valientes se les unieron. Formaron legiones, que cada tanto abandonaban sus escondites para lanzarse sobre destacamentos y avanzadas de los enemigos, y para destruir los altares paganos que se erigían por orden de Antíoco. Yehudá era llamado “El Macabeo”, palabra compuesta por las primeras letras de las cuatro palabras hebreas: “Mi Camoja Ba’elim Hashem” (“¿Quién como Tú entre los dioses -poderosos-?).

Enfurecido, Antíoco envió un ejército mayor aún, y en la milagrosa y decisiva batalla de Bet Tzur, los Macabeos, siendo apenas 6 mil hombres, resultaron victoriosos. Derrotaron a un fuertemente armado batallón de 47 mil sirios. Después de tres años y medio de luchas, de allí avanzaron a Jerusalén, liberaron la ciudad y recuperaron el Templo. Limpiaron de ídolos el Santuario, reconstruyeron el Altar y se prepararon para reanudar el servicio divino: consagrándolo el 25 del mes de Kislev del año (138 a.C.).

EL MILAGRO

¿Cuál fue el milagro? Una parte central del servicio diario del Templo era el encendido de las luces de la Menorá (lámpara de 7 brazos). Ahora, con el Templo a punto de ser reinaugurado, sólo se encontró una pequeña vasija de aceite sagrado y puro, con el sello del Sumo Sacerdote intacto. Alcanzaba para un solo día, y el especial proceso necesario para preparar más aceite llevaría más de una semana. Sin desanimarse, con alegría y gratitud, los Macabeos encendieron las lámparas de la Menorá con la pequeña cantidad de aceite que tenían y reinauguraron el Templo. Milagrosamente, como si fuera una confirmación del poder de su fe, el aceite no se consumió y las llamas brillaron durante ocho días y noches completos. Por todo esto, los sabios de aquella generación decretaron que sean ocho días -a partir del día 25 del mes de Kislev- días de alegría y alabanza, y que en ellos se enciendan las luces de la janukia (lámpara de 9 brazos), durante ocho noches, para mostrar y difundir el milagro ocurrido. 

La fiesta de Januka fue inspiración para muchos luchadores contra la injusticia y opresión. Resultó ser fuente de aliento en tiempos modernos para el sionismo, ayudando a sus fundadores y pioneros a liberar la tierra de Israel de diferentes conquistadores y profanadores para finalmente lograr establecer allí un Estado de Israel independiente hace poco más de 70 años. 

Januka es una fuente permanente de lucha contra los ídolos y la asimilación. Demuestra la vigencia de los valores y la cultura hebrea, por lo cual lucharon los Macabeos de entonces y de todos los tiempos. Januka es un momento de gritar al mundo: ¡Aquí estamos, somos pocos, pero no seremos asimilados! 

Esta es la idea principal de la fiesta de Januka: darnos cuenta de que son días de recordar, no solo la lucha militar, sino que aun siendo pocos, podemos ser capaces de mantener la llama de la identidad encendida y hacer que el milagro de lo que Dios nos ha llamado a ser, siga perdurando a pesar de que hoy vivimos tiempos similares. Probablemente, no hay una persecución militar contra el pueblo de Dios, pero ciertamente existe una opresión cultural y social. Por eso, es tan relevante conocer la historia de Januka, porque es un recordatorio para las generaciones de que debemos permanecer firmes en nuestra fe y no asimilarnos. Y no sabemos los milagros que puede hacer Dios cuando hay un remanente fiel que quiere guardar los mandamientos aún por encima de los valores, la cultura y la corriente de este mundo. 

Por tanto, yo te invito a que este año celebremos Januka y recordemos esta historia cada noche, junto con los valores por los que muchas personas defendieron con su vida.

Así que: ¡Januka Sameaj! (¡Feliz Januka!)

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