La importancia de la menorá en Januka

Esta lámpara de aceite o menorá es considerada un símbolo nacional hebreo porque Moisés recibió la instrucción de Adonai para hacerla:

“Haz también un candelabro de oro puro labrado a martillo. Su base, tronco, copas, cálices y pétalos formarán una sola pieza, y de los costados le saldrán seis brazos, tres de un lado y tres del otro. Cada uno de los seis brazos que salen del tronco del candelabro deberá tener tres copas en forma de flor de almendro, con su cáliz y sus pétalos, y el tronco mismo tendrá cuatro copas, también en forma de flor de almendro, con su cáliz y sus pétalos. Cada uno de los tres pares de brazos que salen del candelabro tendrá un cáliz en su parte inferior. Los cálices y los brazos deberán formar una sola pieza con el candelabro, el cual ha de ser de oro puro labrado a martillo. Hazle también siete lámparas, y colócalas de tal modo que alumbren hacia el frente, y que sus tenazas y platillos sean también de oro puro. Usa treinta y tres kilos de oro puro para hacer el candelabro y todos sus utensilios, y pon tu atención en hacerlos iguales a los modelos que se te mostraron en el monte.”  Éxodo 25:31-40 (DHH)

¿Qué representa la Menorá?

La menorá representa la luz de Adonai hacia la humanidad por medio de la llama que brilla y es encendida por los sacerdotes.

En Januka, también se usa una menorá especial que es llamada Janukia. Existen diversas formas de cumplir la mitzvá para encender la menorá de Januka: se pueden usar velas de parafina, de cera de abeja, de cera, pero lo preferible es encenderla con aceite de oliva, ya que éste era el aceite que el pueblo judío usaba para encender la menorá del Templo Sagrado en Jerusalem y con aceite de oliva ocurrió el milagro, por eso, usando este aceite, hoy podemos recordar con mayor precisión ese hecho milagroso. Ya que la victoria de Januka es la victoria de la esencia interior sobre la apariencia exterior: la luz venciendo sobre la oscuridad y de esa manera podemos confirmar que la resurrección de nuestro Amado Adón Yeshua venció sobre la muerte.

Las olivas y la luz.

La oliva es un símbolo apropiado para esta victoria, porque la luz de la menorá proviene del aceite de la oliva y aunque la aceituna parece ser apenas una fruta pequeña y poco distinguida, su apariencia externa es engañosa, ya que en esta, hay mucho más de lo que el ojo humano puede ver, dentro de ella está el aceite que puede iluminar toda una habitación, la aceituna parece ser pequeña y simple, pero cuando se transforma en aceite contiene mucha luz.

Nuestro Adón Yeshua dijo otra vez a la gente:

“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, tendrá la luz que le da vida, y nunca andará en la oscuridad.” Juan 8:12 (DHH)

En la época de Januka las olivas en los árboles están al fin de su temporada y comienzan a pasar de verdes a negras y las negras son las que contienen más aceite, entre más negra es la aceituna, más luz contiene.

La tradición jasídica enseña que la palabra hebrea שֶׁמֶן hashemen, (el aceite), tiene letras similares que נְשָׁמָה neshamá, (alma) y que el aceite es la esencia oculta de la oliva y el alma es la esencia oculta del hombre.

Con esto nos podemos dar cuenta que siempre necesitamos paciencia para esperar a que llegue nuestro momento de tener mayor entendimiento.

Cuando los Macabeos encendieron la menorá, esa fue la victoria de su paciencia y entendieron que en el mundo hay mucho más de lo que ven nuestros ojos físicos, por eso debemos rogar al Padre Celestial que abra nuestros ojos espirituales y nuestro entendimiento para poder ver lo que realmente es importante.

Conclusión.

Que esta celebración de Januka sea para reflexionar en lo que realmente significa ser luz en medio de las tinieblas.

“Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo.” Mateo 5:14-16 (DHH)